El macrismo es plano, un fenómeno que todavía es difícil de interpretar
En el año 2005, el popular periodista estadounidense Thomas Friedman publico el libro La Tierra es plana, que se convirtió en uno de los mayores best sellers mundiales sobre el proceso de globalización. Friedman describía allí los cambios que se fueron dando desde los años noventa y que llevaron a una nueva reconfiguración de la economía, la política y la sociedad a nivel global. Lo llamativo es que lo hizo diez años tarde. Como él mismo admite en la introducción de su obra, le costó observar los enormes cambios que se estaban dando en el mundo porque estaba distraído con la caída de las Torres Gemelas y la política de Medio Oriente.
En la Argentina, estamos distraídos con la caída del kirchnerismo. Hoy se cumple la mitad del mandato de Mauricio Macri y sigue siendo difícil para muchos entender los cambios que se están dando en el país y cómo caracterizar la identidad y los principios del macrismo, poder entender sus objetivos y saber hacia dónde desea llevar a la Argentina. Mientras tanto, en los dos últimos años, y a raíz de la decisión de Cristina Kirchner de no ceder un centímetro de centralidad política, no se ha cesado un instante de discutir sobre los vaivenes de la ex mandataria, su participación electoral, su situación judicial, la grieta política y recientemente la analogía sobre las distintas Coreas.
Pero existen otros elementos que contribuyen a hacer dificultosa la lectura sobre la identidad de un gobierno que al mismo tiempo es criticado por un sector de hacer un ajuste económico salvaje, carecer de sensibilidad social y sólo defender los intereses de unos pocos privilegiados, y acusado por otros de realizar un populismo de buenos modales y no llevar adelante ajustes necesarios.
Uno de estos elementos es la ausencia de un contexto regional claro. Sudamérica ha tendido a moverse en ciclos en donde gran parte de sus países atravesaban las mismas circunstancias. Los ochenta fueron en la región los años de la transición a la democracia y la década perdida en materia económica; los noventa fue la década del Consenso de Washington, las privatizaciones y la apertura económica; en 2000 llegó el boom en los precios de las commodities y el socialismo del siglo XXI, resumido en la alianza entre Lula, Chávez y Néstor Kirchner. Hoy no está claro hacia dónde va América latina: hay crisis de liderazgos, creciente insatisfacción con la democracia y una economía que perdió dinamismo. La elección presidencial en Chile la semana próxima puede empezar a marcar un camino que tendrá su punto más destacado con la elección en Brasil en octubre de 2018.
El macrismo puede ser la excepción o la punta de lanza de una nueva época. La Argentina ha dejado atrás diez años de populismo evitando una crisis política o económica como la que se vive en otros países. Mauricio Macri es uno de los pocos presidentes de la región con consenso social y alta aprobación, la evaluación de la opinión pública sobre la calidad de las instituciones y la satisfacción con la democracia crecen en el país y el optimismo sobre el futuro se mantiene elevado.
En estos dos años de gestión se ha visto una administración que trajo al poder a una generación de dirigentes enteramente nueva, que cree en un vínculo horizontal de relacionarse con sus votantes, que abraza la globalización y la inserción de la Argentina en el mundo, que cree en la meritocracia como fuente de progreso social, y que sostiene a la economía de mercado, pero no abandona el rol asistencial y activo del Estado.
Muchos de los cambios han sido graduales, pero el cambio en la dirección y estilo de gobierno ha sido de shock. Hasta ahora el gobierno cuenta con el aval de un sector amplio de la sociedad. Pero lo rodea la fragilidad. Económica y política. Externa e interna. Que pueda consolidarse en los próximos años dependerá en parte de ser consistente entre sus declamaciones y su accionar, en el contexto regional y mundial, y en si el resto de la dirigencia política le ofrece a la sociedad una alternativa diferente a la que fracasó en el pasado reciente.
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