El lugar donde la política reposa, pero no descansa
Funcionarios que se "escapan" al verde de la zona norte
Pocas veces se le escuchó decir a Carlos Corach: "Lo arreglamos durante el fin de semana". Si algo distingue al ministro del Interior, siempre que sus compromisos políticos se lo permitan, es la defensa que hace de su espacio de tranquilidad. Como Corach, muchos son los políticos, dirigentes, empresarios y sindicalistas que se "mudan", el sábado por la mañana, muy temprano, a la zona norte del Gran Buenos Aires a ocupar sus casas de fin de semana.
La Panamericana se convierte así en una vidriera de ricos y famosos que ganan la ruta a velocidad razonable para llegar a tiempo a la hora del copetín previo al almuerzo.
Pero no todos lo hacen por tierra. Cuenta la leyenda de Highland, uno de los primeros countries construidos en el norte del gran Buenos Aires, que Carlos Corach apeló a los helicópteros para llegar a su casa a tiempo. Claro está, le trajo sus problemas.
"Mire: nosotros compramos hace unos años unas 17 hectáreas para el country que se utilizan como cancha de fútbol, especialmente para los chicos -dice a La Nación un empresario con casa en Highland-. Como Corach no puede aterrizar en el campo de golf, utiliza ese campito para hacerlo y las madres se quejaron porque decían que hay muchos chicos corriendo por allí. Hubo un grupo que presentó una queja." Corach, experto jugador de truco, no goza de mucha simpatía por parte de sus vecinos del country y menos aún cuando se enteran de que el presidente Carlos Menem utiliza los links los días de semana, o ven pasar el camión de los bomberos para apostarse en el campito para cuando aterrice el helicóptero, o cuando su custodia personal excede la velocidad permitida, cosa que ocurre con demasiada frecuencia.
"Una vez -dice la fuente- el helicóptero vino muy temprano a buscarlo porque se tenía que ir de viaje. Los vecinos se enojaron por el ruido y, oportunamente, se lo hicieron saber."
Como muchas leyendas, los nombres suelen variar con el interlocutor que uno consulte. Una segunda versión sobre la segunda anécdota -que sí es cierta- cuenta que el personaje del viaje al alba no habría sido Corach, sino el vicepresidente, Carlos Ruckauf, y quien lleva a Menem a jugar al golf no sería Corach, sino un empresario vinculado con los torneos y las competencias, que tanto dinero dejan.
Pero el helicóptero existió y el ministro del Interior es vecino del country desde hace muchos años.
Una vecindad concurrida
Corach vive en una de las zonas más cotizadas del country, muy cerca del golf, en la parte más alta. Una de sus viejas vecinas es Luisa "Piru" Riva Aramayo, la camarista federal que "retó" a Adolfo Bagnasco por las preventivas dictadas en el caso IBM-Banco Nación.
También cerca pero con un perfil más bajo, Rubén Beraja, titular de la DAIA, tiene una casa de fin de semana en Highland. El hombre vivió una experiencia poco feliz tiempo después de que voló la sede de la AMIA.
Cuentan en el country, donde los mil metros de terreno cuestan alrededor de 110.000 dólares, que alguien dejó en la guardia de ingreso un artefacto que parecía un explosivo.
Aunque no pasó a mayores -aparentemente fue puesto por un trabajador que había sido despedido-, los vecinos se sintieron inseguros, detalle que Beraja tomó en cuenta. "Pero es un hombre que está sin custodia, no se mete con nadie y es un buen vecino. Fue un hecho lamentable que quedó para el anecdotario", explicó el empresario-fuente.
¿Son sociables? ¿Saludan, caminan, hacen deportes? Los vecinos que accedieron a hablar con La Nación , siempre con pedido de reserva del nombre -"soy vecino de esta zona desde hace años, ¿viste?-, dicen que saludan educadamente cuando hacen las compras en el supermercado o comen en el Club House, pero prefieren aislarse.
"Hay un grupo que suele estar junto y que a veces come en el Golf. Lo integran los hermanos Dromi, que tienen casa acá, Corach y Mario Trufau. Me contaron que están preparando a Mario para que se postule para intendente de Pilar, pero quizá sea sólo un chisme", finaliza el informante.
Roque Maccarone, presidente del Banco Nación, el economista radical Mario Brodersohn y Amadeo Vázquez, ex vicepresidente ejecutivo del Banco Río, son algunos de los vecinos ilustres de Highland.
Los "top" del Norte
Pero las malas -¿o buenas?- lenguas advierten que Highland es sólo uno de los countries concurridos del Norte. Cuentan los que saben que los top son Martindale, Tortugas, Mayling y San Diego. Les siguen, pero fuera del ranking anterior, Village y Golf Club Argentino y Campo Chico.
Adelina D´ Alesio de Viola tuvo su momento de gloria cuando una revista de actualidad publicó una foto de su casa en el Golf Club Argentino. Lo mismo sucedió con el riojano Erman González, que pasaba sus fines de semana en Miraflores, donde los vecinos aseguran que allí Eduardo Menem es también un habitué.
Tortugas tiene entre sus socios a Hugo Anzorreguy (a quien visitan su hermano, Jorge, y su cuñado, Eduardo Moliné O´Connor, ministro de la Corte Suprema de Justicia), la familia Alsogaray, y a Luis Carretoni, el hombre que históricamente se encarga de recaudar fondos para las campañas electorales del radicalismo. El ministro de Defensa, Jorge Domínguez, es otro de los que caminan por las callecitas del country, pero todavía no compró: desde hace años alquila la propiedad.
Una cuestión de seguridad
El jefe de la SIDE fue seducido por el verde hace más de veinte años, cuando en 1976 fue secuestrado su socio en el estudio.
"No me gustó nada la situación en Buenos Aires -contó hace poco en la Casa de Gobierno, frente a algunos periodistas- y nos fuimos a Pilar. Después, volví a la Capital y me compré la casa de Tortugas", finalizó.
Cerca de allí, en Los Nogales, Mauricio Macri y Carlos Bulgheroni disfrutan de los fines de semana entre amigos y con buenas achuras.
Campo Chico tiene en la nómina de los propietarios al ministro de Economía, Roque Fernández, y a los hermanos Maccarrone, propietarios de la constructora del mismo nombre.
Pero están los que prefirieron huir del mundanal ruido y sentar sus reales en chacras con un mínimo de 60 hectáreas, de modo de no tener que charlar forzosamente con sus vecinos.
Tal es el caso del barrio Villa Rosa, muy cerca de Pilar, donde se puede hallar a Enrique "Coti" Nosiglia, el empresario periodístico Carlos Cetrá, Fernando Santibáñez, presidente del Banco de Crédito Argentino, y el jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Fernando de la Rúa, hombre devoto del golf y de los fines de semana sin complicaciones.
Su coequipier en la comuna, Enrique Olivera, tiene un privilegio poco común: parte los sábados por la mañana para su chacra, cerca de Luján, en una localidad que lleva su propio nombre, Olivera. No es casual: en el pasado, esas tierras pertenecieron a su familia.
Entre los que aman estar lejos, pero muy lejos de la Capital, están el canciller Guido Di Tella, que tiene una estancia en Navarro, y Santiago Soldati, con una pequeña estanzuela en la localidad de Monte.
Llegados a este punto del relato, usted, lector, se preguntará cuántas reuniones secretas se habrán llevado a cabo bajo los álamos y pinos de aquellas viejas arboledas del norte del Gran Buenos Aires, cuyas hojas se cotizan en dólares desde que la Panamericana es una autopista transitable. Aunque algunos lo saben, no lo cuentan. Es un secreto. Y no vale, ni está permitido, ponerse a espiar. Después de todo, los hombres que se ocupan de los problemas centrales del país necesitan un escenario apacible para poder pensar con tranquilidad. ¿O no?
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