El arzobispo de Mercedes-Luján pidió “disculpas” por la confusión que generó la misa por Cristina
Monseñor Scheinig admitió errores en la convocatoria, que surgió por iniciativa del intendente de Luján y reunió la adhesión del kirchnerismo; sugestivo silencio en el Episcopado
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Una fuerte concurrencia oficialista, encabezada por el presidente Alberto Fernández, rodeó en la Basílica de Luján la misa por la paz y la fraternidad, en la que se rezó por la vicepresidenta Cristina Kirchner, a diez días del ataque que sufrió frente a su domicilio. El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, advirtió que el país enfrenta “un tiempo extremadamente delicado y la paz social está frágil y amenazada”. Pero en una autocrítica que llamó la atención, pidió disculpas por las desprolijidades de la convocatoria, que generaron confusión y llevaron a los principales dirigentes de la oposición a no participar de la celebración.
“Me equivoqué, metí la pata”, dijo el arzobispo sobre el final de la celebración, al admitir errores en los preparativos de la iniciativa, que suscitaron malestar en sectores de la Iglesia. Como suele ocurrir en la Iglesia, la disconformidad no se refleja en declaraciones altisonantes, sino en sugestivos silencios.
El arzobispo Scheinig explicó que la Conferencia Episcopal Argentina decidió promover durante este fin de semana en todo el país una oración por la paz y la fraternidad, para acompañar la colecta Más por Menos, aunque no se pensó en una celebración central. “Cuando el intendente de Luján me propuso hacer esta misa le dije que sí. Pero la envergadura de la misa creció y yo quiero pedir disculpas”, señaló, en un mensaje destinado no solo a los presentes, sino seguramente a quienes no compartían el sentido de la celebración, interpretada como una cesión a los intereses kirchneristas.
La invitación del Episcopado no motivó celebraciones similares en otras diócesis, por lo que la convocatoria en Luján no fue acompañada por la mayoría de los obispos. Scheinig explicó que la organización partió del intendente de Luján, Eduardo Boto (Frente de Todos), en una convocatoria “abierta a todas las fuerzas políticas”. Además del Presidente, se ubicaron a pocos metros del altar el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, entre otros.
Al lado de Fernández se ubicó el expresidente Eduardo Duhalde, a quien le tocó conducir el país tras la grave emergencia de diciembre de 2001. Su presencia contribuyó a fortalecer el escenario trazado por el arzobispo Scheinig en su mensaje, en el que hizo referencia a aquella crisis y llamó a “romper el círculo letal del fatalismo”. Insistió, además, en que “la oración por la paz y la fraternidad es urgente”.
“Si nos encerramos vamos al choque, al enfrentamiento, a la disolución. Si nos abrimos [al diálogo], podemos encontrarnos, escucharnos, dialogar, trabajar por el bien común, fortalecer la democracia y reconstruir con esperanza la patria herida”, dijo el arzobispo, al citar pasajes de la encíclica Fratelli tutti, de Francisco. Lo acompañaron el vicario episcopal para las Villas de Emergencia, el obispo Gustavo Carrara, y varios sacerdotes que integran el equipo de curas villeros. Hubo también presencia de dignatarios de otras confesiones religiosas.
Formado en la diócesis de San Isidro, Schenig, de 63 años, trabajó varios años con el cardenal Jorge Bergoglio en la pastoral urbana del área metropolitana. Francisco lo nombró en la arquidiócesis de Mercedes-Luján, primero como obispo auxiliar, en 2017, y dos años después como arzobispo. En el Episcopado integra la Comisión de Pastoral Social.
El arzobispo pidió que no se malinterpretara el mensaje que daba la Iglesia con la celebración de la misa. “Aquí vienen millones de peregrinos de todas las realidades sociales, de todos los partidos políticos y movimientos sociales. La Virgen de Luján es la garante de la unidad del pueblo argentino. Nadie debería quedarse afuera de la Casa de María en Luján”, señaló.
En la misma Basílica de Luján se encontraron en diciembre de 2019 Mauricio Macri y Alberto Fernández, en una misa que compartieron dos días antes del traspaso del poder, un gesto que quedó lejano en el tiempo. Esa celebración fue encabezada por el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea.
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