Murió Carlos Menem: el largo ocaso en el Senado, entre los fueros y la convivencia con Cristina
"Nadie que fue papa vuelve para ser obispo". La frase la dijo alguna vez Carlos Menemy demuestra que nada está escrito en piedra. Así, después de haber sido presidente durante diez años, y cuando parecía condenado al ostracismo político, el riojano se reinventó para transitar el último tramo de su extensa carrera sentado en una banca de senador nacional.
Menem llegó a la Cámara alta en 2005, apenas dos años después de haber tenido que abandonar el ballottage presidencial de 2003. Aquella derrota lo puso en la mira del kirchnerismo, que lo eligió el enemigo ideal de sus primeros años de gobierno. Eran tiempos en los que el apoyo electoral le sonreía y las mayorías parlamentarias eran sólidas y estaban alineadas con Néstor Kirchner.
Aquella demonización alcanzó su punto más alto en la sesión preparatoria de noviembre de 2005, cuando Néstor Kirchner, presente en el recinto para presenciar la jura de su esposa, Cristina Kirchner, como senadora por Buenos Aires, se llevó una mano a los testículos en el momento en que Menem se paró frente al proscenio de la presidencia del Senado para prestar el juramento de rigor.
Menem nunca respondió a aquel agravio, pero el tiempo le dio la posibilidad de tomarse una pequeña revancha: con su rechazo, sumó a lograr la paridad que derivó, en una gélida madrugada de 2008, en el histórico voto "no positivo" del vicepresidente Julio Cobos por las retenciones agropecuarias.
Pero poco tiempo después Menem volvió a mostrar que en política nada es definitivo, que siempre hay tiempo para cambiar. En abril de 2010, y con la oposición envalentonada tras el cambio de relación de fuerzas que habían dejado las elecciones de medio término del año anterior, el expresidente cambió su traje de villano por el de héroe y se convirtió en el responsable de evitarle al kirchnerismo una nueva derrota legislativa.
En este caso, fue su "no voto" lo que le permitió al entonces oficialismo darle acuerdo a Mercedes Marcó del Pont como presidenta del Banco Central. A contramano de lo que todos esperaban, el riojano se abstuvo y contribuyó así a evitar otro empate que hubiese puesto a Cobos como responsable de otra estratégica derrota kirchnerista en el Senado.
Aquella abstención le valió la queja amarga de la oposición, que acusó a Menem de haber actuado presionado por la amenaza de un eventual desafuero de su banca como consecuencia de sus complicaciones judiciales.
Ese gesto significó un cambio radical en la relación con el kirchnerismo, que dejó de tener a Menem como su enemigo predilecto. Ya con Cristina Kirchner en la presidencia, el oficialismo apuntó sus cañones hacia otros horizontes. Los "medios de comunicación hegemónicos" habían pasado a ser el demonio detrás del cual encolumnar a su tropa.
Bajo perfil
Tras renovar su mandato como senador por La Rioja en 2011, el expresidente entró en un cono de sombras que convirtió su segundo sexenio en la Cámara alta en el imperio de un absoluto bajo perfil. Tanto fue así que se granjeó las críticas por sus reiteradas ausencias de las sesiones, y llegó a convertirse en uno de los senadores que menos intervenciones tuvieron durante varios años. En al menos siete legislaturas no registró ni una palabra en el recinto de la Cámara alta.
El gestor de la abstención por Marcó del Pont fue Miguel Pichetto, con quien Menem siempre tuvo una clara sintonía ideológica. Esa excelente relación se tradujo en el ingreso del expresidente al bloque del PJ que armó el rionegrino cuando, en 2016, expulsó a los kirchneristas de la bancada peronista.
Un año después, Pichetto pudo devolver gentilezas realizando una enfática defensa de Menem cuando la Cámara Nacional Electoral aceptó las impugnaciones a su candidatura a un tercer mandato en el Senado con el argumento de las condenas que pesaban en contra del expresidente.
Pero el panorama cambió el año pasado, cuando Pichetto abandonó el bloque para convertirse en candidato a vicepresidente de Mauricio Macri.
Con Cristina Kirchner a punto de convertirse en vicepresidenta y conductora del Senado, Menem se sumó al nuevo bloque del Frente de Todos. Casi quince años después de aquel violento desplante de Néstor Kirchner, el riojano terminó convertido en senador oficialista de un nuevo gobierno kirchnerista y demostrando que, en política, nada es para siempre.
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