“El kirchnerismo vaciará la última gota de democracia”, advierte un grupo de intelectuales
Los académicos publicaron una carta que denuncia “autoritarismo” en el Gobierno y una “descomposición democrática” del país; participaron Santiago Kovadloff, Beatríz Sarlo, Juan José Sebreli y Daniel Sabsay, entre otros
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Santiago Kovadloff, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli y Daniel Sabsay, junto a otros intelectuales, advirtieron que la democracia en la Argentina atraviesa un “grave peligro”. En una dura carta pública titulada “La democracia argentina en la encrucijada: neogolpismo o progreso”, los académicos denunciaron que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner gestiona un “programa autoritario” en el que existen “restricción de libertades”, “violencia estatal” y “manejos opacos”.
Bajo este contexto, llamaron a la oposición a “deponer las mezquindades y los personalismos estériles” y “trazar un horizonte de país deseable”, de cara a las próximas elecciones. “Si el kirchnerismo suma nuevas bancas vaciará hasta la última gota de esa democracia que trabajosamente construimos con el pacto del ‘Nunca Más’ de 1983″, afirmaron.
“Un trágico síntoma de la descomposición democrática que vivimos fueron las severas restricciones de las libertades fundamentales durante la cuarentena, picos de violencia estatal nunca vistos en democracia y, muy especialmente, la clausura de la escolaridad que abandonó a los sectores más vulnerables de la sociedad”, indicaron los firmantes. Y dijeron: “También, el manejo opaco en la compra de vacunas, con sospechas de un intento de imposición de ‘socios locales’ bajo los eufemismos de la ‘soberanía sanitaria’ y la ‘transferencia de tecnología’, dejaron al descubierto la paradójica ficción de un gobierno que se presentaba como adalid de la vida: hoy somos uno de los países con más contagios y muertes por habitante del mundo. Y también somos uno de los países que más pobreza generó mediante el brutal y precipitado cierre de su economía. La cuarentena hizo un gran aporte al programa autoritario, dejando a miles de familias completamente subordinadas al clientelismo y la ‘ayuda’ del Estado”.
Según los académicos, el kirchnerismo avanza con un programa de gobierno que inició en las gestiones anteriores, y que apunta a restringir la libertad de prensa y “colonizar la justicia”, entre otras iniciativas de “gravedad” institucional.
“En sus gobiernos previos, el kirchnerismo intentó apropiarse de la prensa, colonizar la justicia y perpetuarse en el poder mediante la alternancia familiar. Ese plan fracasó por la resistencia de la sociedad civil, las sentencias de la Corte Suprema y la derrota electoral que sufrieron en 2015. Pero en este cuarto mandato, el kirchnerismo volvió a la carga con dispositivos aún más extremos y de una inusual gravedad institucional: presión sobre jueces y fiscales, muchos de ellos desplazados de sus cargos, impunidad y liberación de políticos, empresarios y sindicalistas condenados por varias instancias o bajo procesos gravísimos por delitos contra el Estado, desmantelamiento sistemático de las causas por corrupción y la amenaza latente de reducir el Ministerio Público a una dependencia sujeta al Poder Ejecutivo”, sostienen.
Al comunicado adhieren 30 intelectuales, entre los cuales –además de Kovadloff, Sarlo, Sebreli y Sabsay– también figuran el militante de Pro Maximiliano Guerra, el filósofo Miguel Wiñazki, la historiadora María Sáenz Quesada y los periodistas y escritores Marcelo Gioffré y Héctor Guyot. Los firmantes comparan al gobierno argentino con las administraciones de Nicaragua y Venezuela, en las que denunciaron que existe fraude y persecuciones a periodistas y opositores.
“En Nicaragua, la policía de [el presidente] Daniel Ortega y su mujer, un sistema matrimonial que se aferra al poder mediante el fraude, arrestó en pocos días a cinco de los principales líderes de la oposición: los precandidatos presidenciales Félix Madariaga y Juan Chamorro, el diplomático Arturo Cruz y los periodistas Cristiana Chamorro y Miguel Mora”, detallan, respecto del gobierno recientemente cuestionado por la ONU por ejercer la violación de derechos humanos, una denuncia a la cual el Gobierno no adhirió.
“En Venezuela, Hugo Chávez se adueñó del Congreso y el Poder Judicial, cerró medios de prensa, arrestó a opositores, expropió empresas y nombró a su sucesor como si los venezolanos vivieran en una monarquía hereditaria”, continúa el texto, en el que también se hace referencia a los “autoritarismos populistas” de Rusia, Filipinas, Bielorusia y Hungría. “Destruyen la democracia desde adentro, convirtiendo el gobierno por la mayoría en el gobierno petrificado y hegemónico de una mayoría”, sentencia el comunicado.
En esta línea, la carta finaliza con un mensaje a los referentes de la oposición, a quienes se les pide que pongan fin al “plan autoritario” que se describe. “La oposición debe deponer las mezquindades y los personalismos estériles. Pero también debe trazar con firmeza un horizonte de país deseable: una democracia liberal e inclusiva, con propiedad privada, con respeto de las minorías y los derechos individuales, con educación y salud públicas de excelencia, con seguridad en el espacio público, con trabajo, con inversión, innovación y apertura al mundo. Un país que recupere la capacidad de entusiasmar, en el cual la juventud no elija irse. Urge dotar a la Argentina de una segunda piel republicana, para lo cual la elección debe imponer la cesantía del plan autoritario”, concluyen los firmantes.
Sebreli y Gioffré publicaron, además, un escrito paralelo al comunicado en el cual participaron. Bajo el título “Un texto coral que enciende las alarmas de la democracia”, los intelectuales afirman que les resulta “indispensable dar señales de alarma”, y advierten, con preocupación, que la Argentina atraviesa una “etapa embrionaria de un plan de más vastos alcances, cuyo desenlace podría ser trágico”. En el texto, explican cuáles son aquellas señales que ameritan una alerta: “La primera es que los autoritarismos han mutado hasta el punto insólito de presentarse como los grandes contradictores de aquellas viejas dictaduras de las que, sin embargo, son paradójicos hijos putativos. La segunda: del mismo modo que los estafadores consiguen su cometido después de ganarse la confianza de la víctima a la que van a timar, estos nuevos autoritarismos populistas ahora no producen acciones armadas sino que parasitan el sistema democrático hasta desvirtuarlo y pulverizarlo. La irrupción de una serie de sospechosos indicios nos permite inferir, rastreando paralelismos, que estamos en la etapa embrionaria de un plan de más vastos alcances, cuyo desenlace podría ser trágico”.
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