En una procesión política, el kirchnerismo fue a la basílica de Luján para pedir “paz y fraternidad”
Alberto Fernández participó de una misa que generó controversia; estuvieron Duhalde y funcionarios nacionales y bonaerenses; no fueron opositores, tampoco la vicepresidenta ni Máximo Kirchner
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La Basílica Nuestra Señora de Luján estalló en un aplauso a las 13:14. Acababa de entrar el presidente Alberto Fernández cuando comenzó la lectura de las intenciones y la oradora pidió “por la vida de la vicepresidenta” Cristina Kirchner. La lectura continuó y se pidió por la salud del “senador Esteban Bullrich”. El aplauso se repitió. Apenas unos minutos después una mujer gritó desde el fondo, donde estaba el público. Rápidamente se movieron agentes de civil y otros de fajina al lugar del que provinieron los gritos y la situación fue controlada.
Así fue el comienzo de la denominada “misa por la paz y la fraternidad de los argentinos”, para “reencauzar” la “convivencia democrática”, según proclamaron desde el Gobierno, tras el atentado que sufrió hace diez días la vicepresidenta, que no asistió a la celebración. Tampoco fue de la partida su hijo el diputado Máximo Kirchner. Fernández, por su parte, decidió recién este jueves a última hora que asistiría tras haber recibido el miércoles la invitación del intendente local, Leonardo Boto.
De la misa tampoco participó la oposición en medio de versiones cruzadas de aseveraciones de invitaciones enviadas versus otros que aseguraban que no. “Una lástima, una oportunidad perdida, pero nosotros tenemos la obligación de seguir convocándolos”, dijo a LA NACION el canciller Santiago Cafiero tras la misa.
La misa fue encabezado por el arzobispo Jorge Eduardo Scheinig, quien sobre el final pidió disculpas por cómo se dio la convocatoria. Fue en un gesto que pareció dirigido más a los propios, por algunas rispideces dentro de la Iglesia, por la realización de la misa. “Nadie debería quedar afuera de la casa de María de Luján”, dijo en un momento de su homilía, a sabiendas de que la convocatoria generó malestar entre los fieles.
Durante la ceremonia, Fernández estuvo flanqueado por Eduardo Duhalde, el único expresidente que asistió. Cerca del mandatario también se ubicó el secretario general de la Presidencia Julio Vitobello, el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, Cafiero y el ministro bonaerense y una de las voces más potentes de La Cámpora, Andrés “cuervo” Larroque. También el gobernador Axel Kicillof y su vice Verónica Magario.
La imagen que se registró en Luján contrastó con la que se dio también en la misma ciudad el 9 de diciembre de 2019. Entonces el presidente saliente, Mauricio Macri, y el entrante, Fernández, se reunieron en una misa en la parte exterior de la Basílica, rodeados cada uno de ellos de sus principales colaboradores, en la previa al traspaso de mando. Una foto que fue celebrada por casi todo el arco político. Desde entonces pasó mucha agua debajo del puente y la relación entre las dos principales coaliciones de la Argentina atraviesa su momento más distante.
“Si sigue así va a ser muy difícil. Es mentira que no fueron invitados. Se corren entre ellos, como que el que viene acá es un flojo y no es así”, dijo un funcionario del Ejecutivo en diálogo con este medio. “Con esta actitud no hay posibilidad de ir hacia un lugar mejor”, completó.
Fernández entró por uno de los laterales, apenas pasadas las 13, con una puntualidad inusitada para él. Se ubicó cerca del altar de la Basílica, cuya inauguración data de 1910. Por el lado opuesto y a mitad de la nave principal habían ingresado minutos antes ministros como Eduardo “Wado” de Pedro, Matías Lammens, Jorge Ferrarersi, Daniel Filmus, Jorge Taiana; el jefe de Gabinete, Juan Manzur, intendentes como Mayra Mendoza y Fernando Espinoza; y los senadores Oscar Parrilli y Juliana Di Tullio, dos de los más cercanos a Cristina Kirchner. También estuvo su hermana menor, Giselle Fernández, de bajísimo perfil.
También estuvieron el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla; el exministro Julián Domínguez; la ministra bonaerense Cristina Álvarez Rodríguez; y el jefe de Gabinete de la provincia, Martín Insaurralde; la titular de Diputados, Cecilia Moreau; el exdirector del Banco Nación, Claudio Lozano; la diputada Victoria Tolosa Paz, su par Leonardo Grosso; el titular de la Secretaría de Producción, José Ignacio De Mendiguren; y la titular del Inadi, Victoria Donda.
La habilitación para el ingreso se hacía mediante pulseras de colores blanco y celeste, que determinaban la ubicación a los distintos lados de la nave principal. Bajo un sol primaveral, varios de ellos salían previamente del tradicional hotel local La Paz, donde funcionaba parte de la organización. Con un largo de más de 100 metros, la mitad de la Basílica fue para los invitados y la otra para el público. Allí se ubicó un grupo de vecinos de mediana edad. Afuera marchó la UOCRA.
Cristina Kirchner fue atacada el jueves 1 de septiembre, en la puerta de su domicilio en el barrio de Recoleta, por Fernando Sabag Montiel, un hombre de 35 años de nacionalidad brasileña. Desde entonces, la exmandataria no se expresó públicamente sobre el hecho y solo se mostró la tarde del viernes 2, cuando salió acompañada de su histórico jefe de custodia, Diego Carbone, en lo que fue leído como un apoyo luego de las críticas al desempeño de los efectivos que encargados de su cuidado la noche anterior.
Cómo se gestó la misa
Ese mismo día hubo una multitudinaria marcha en apoyo a ella, en Plaza de Mayo. Luego de lo cual, en el correr de esta semana, el intendente Botto, cercano a La Cámpora, lanzó la convocatoria a la misa. Fue luego de que se conociera la carta a los obispos recientemente publicada por la Conferencia Episcopal Argentina, a través de la cual se exhorta a la ciudadanía a “unirse en la oración que cura las heridas, levanta la mirada y nos hace testigos de fraternidad y diálogo sincero”.
Desde la organización aseguraron que la invitación se hizo extensiva “a todas las fuerzas políticas y sus representantes, a vecinos y vecinas de otras confesiones cristianas y religiosas”, con “el propósito de “reconocernos y encontrarnos en esta oración por la ansiada paz social, el diálogo entre líderes y los responsables de nuestras dirigencias”. “Nos parecía que desde Luján, el centro espiritual de la República Argentina, donde está el santuario nacional de la Patrona de todos los argentinos y argentinas, teníamos que hacer algo oficial y ahí fue cuando hablamos con el arzobispo de Mercedes-Luján monseñor Jorge Eduardo Scheinig y coincidimos en organizar esta misa”, contó Boto.
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