El kirchnerismo duro, una etiqueta con un techo electoral de 25 puntos que nuclea a los dirigentes más fieles a Cristina
En el mapa del Frente de Todos, el cristinismo cuenta con muchos de los referentes del espacio, como los gobernadores Kicillof, Alicia Kirchner, Capitanich o Insfrán, pero su intención de voto experimenta un retroceso
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El flamante bloque Unidad Ciudadana, uno de los dos que surgieron tras la división de la bancada del Frente de Todos en la Cámara de Senadores en medio de la disputa por el Consejo de la Magistratura, marca el regreso de un sello que en 2017 agrupó al peronismo detrás de Cristina Kirchner, que se postulaba a senadora. Hoy, es una denominación que expresa a una porción del electorado que se mueve entre los 20 y los 25 puntos, y en la que están enrolados los legisladores del kirchnerismo duro más leales a la vicepresidenta, funcionarios, algunos gobernadores e intendentes.
Tres especialistas en opinión pública consultados por LA NACION coincidieron al marcar el potencial electoral del sector identificado con la repuesta etiqueta de Unidad Ciudadana. “El kirchnerismo duro ronda los 20 puntos, 25 siendo muy generosos. Está ahí, así como en 2019 hablábamos de entre 30 y 35 puntos”, señaló a LA NACION Shila Vilker, directora de la consultora Tres Punto Zero, que afirmó que “hay un achicamiento de la torta general del mundo panperonista”.
Con Cristina Kirchner bajo análisis, Federico Aurelio, director de Aresco, sostuvo: “En un escenario de primaria, difícil ver a Cristina por debajo del 20% y por arriba del 25%. Por supuesto que, si fuera como única candidata del peronismo, va a tener más porque el peronismo, como mínimo, está entre el 30 y el 35%. Pero lo lógico es pensar entre 20 y 25 puntos”.
Cristian Buttie, director de CB Consultora, repasó números que recopiló en febrero y marcó porcentajes similares para el ala dura del Frente de Todos. “Hicimos una medición nacional, incluso medimos escenarios por internas, y ahí Cristina le sacaba una diferencia al resto. Al medir como fuerza política al peronismo K, tenía 21%. Cuando se agregaba el resto del peronismo, podía llegar a 29 puntos. Pero la intención de voto del peronismo K era 21%”, indicó Buttie, en diálogo con este diario.
En un estudio cualitativo que realizaron este mes el Grupo de Opinión Pública y Tres Punto Zero a partir de cuatro grupos focales, en el que se relevaron identidades políticas, un 11,6% de los encuestados se definió como “kirchnerista” (un 14,9% dijo ser “peronista”, y la opción más elegida fue “independiente”, con un 23,6%).
Conducidos por Cristina
En la tropa del kirchnerismo duro se anota el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que reivindica como su conductora política a Cristina. En el mismo pelotón de gobernadores leales a la vicepresidenta están su cuñada y mandataria de Santa Cruz, Alicia Kirchner, además de su exjefe de Gabinete Jorge Capitanich (gobernador de Chaco) y del formoseño Gildo Insfrán.
El gobierno nacional cuenta con kirchneristas puros como Eduardo “Wado” de Pedro (ministro del Interior), Luana Volnovich (directora del PAMI) o Fernanda Raverta (directora de la Anses), solo por mencionar algunos.
En el Gran Buenos Aires, centro del poder electoral del kirchnerismo, el cristinismo se nutre de intendentes fieles como Mario Secco (Ensenada) o Mayra Mendoza (Quilmes). Si bien los jefes comunales del Frente de Todos son mayormente kirchneristas, no todos suelen definirse como conducidos por Cristina.
El cristinismo cuenta también con funcionarios bonaerenses, tanto los que reportan directamente al gobernador Kicillof como otros que cultivan una sociedad política con Máximo Kirchner, como el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, o que pertenecen a La Cámpora, como los ministros Andrés Larroque (Desarrollo de la Comunidad) o Daniela Vilar (Ambiente).
La nueva bancada de Unidad Ciudadana agrupa a 14 senadores de paladar cristinista que, mayoritariamente, se opusieron al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la piedra de la discordia más fuerte que avivó la interna oficialista. Los de perfil más alto son Oscar Parrilli (Neuquén), Anabel Fernández Sagasti (Mendoza) y Juliana Di Tullio (Buenos Aires). En ese bloque está Martin Doñate, el senador rionegrino que Cristina nominó para el Consejo de la Magistratura.
En la Cámara de Diputados, el kirchnerismo duro se recuesta sobre La Cámpora y sobre diputados leales a cristina como Leopoldo Moreau o Hugo Yasky. Máximo Kirchner es el referente del camporismo y exjefe del bloque oficialista en la Cámara baja. Paula Penacca, Constanza Alonso y Rogelio Iparraguirre son algunos de los incondicionales a Cristina que también militan en La Cámpora.
Tres Punto Zero y el Grupo de Opinión Pública relevaron este mes a La Cámpora, en su estudio cualitativo. El 63,8% afirmó tener una imagen mala o muy mala de la agrupación que conduce Máximo Kirchner, y el 19.8% contestó que tiene una imagen buena o muy buena. “Los segmentos que tienen buena imagen de La Cámpora están muchísimo más cerca de Cristina, y de la pata kirchnerista, que del resto de las identidades que interpela el Gobierno”, explicó Vilker.
Por fuera de los puestos ejecutivos y legislativos, el kirchnerismo duro tiene otro exponente en la agrupación Soberanxs, que integran el exvicepresidente Amado Boudou, la exdiputada Fernanda Vallejos y el exvicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, entre otros dirigentes.
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