El kirchnerismo copó la escenografía y le enrostró al Presidente los carteles de Cristina
La zona que rodea a la sede partidaria estuvo llena de afiches de la vicepresidenta; sus militantes levantaron carteles alusivos cuando ingresó Alberto Fernández
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La delegación de dirigentes leales que acompañó al presidente Alberto Fernández a la reunión de la mesa política del Frente de Todos bajó en plena calle Matheu, a las 19.45, con el tránsito cortado. Ante el despliegue de seguridad y la presunción de que en esa caravana venía el jefe del Estado, la veintena de militantes cristinistas que aguardaban en la esquina de Matheu e Yrigoyen levantaron sus carteles, con consignas como “No a la proscripción”, “Cristina 2023″, o “Cristina es esperanza”. Una hora más tarde, solo permanecía en la esquina una mujer que, apoyada contra una valla, portaba una cartulina rosa con fotos de la vicepresidenta y leyendas en su apoyo.
Las señales de apoyo a Cristina fueron los únicos rastros de liturgia peronista en la calle, mientras se esperaba el arranque de la reunión. Afiches, un pasacalle y el grupo de simpatizantes que pronto se redujo, construyeron esa escena que, con el avance de la noche y la caída de la temperatura, quedó desdibujada.
El kirchnerismo puso su impronta en las paredes de la sede del PJ. Allí aparecieron pegados los afiches que la tribu fiel a Cristina Kirchner desperdigó en los últimos días. Rezan “Proscripción un carajo. Cristina 2023. La patria es el otro (nombre de una agrupación que conduce Andrés Larroque)”.
En la vereda de enfrente al PJ nacional se instaló un pasacalle que decía: “Si hay proscripción, no hay estrategia electoral”.
Pero la nota saliente del kirchnerismo la aportó la presencia inesperada de Máximo Kirchner, quien entró raudo, sin tomar contacto con la prensa. Su asistencia no estaba anunciada y sorprendió con su arribo, a las 19.05, a una reunión que comenzó más de una hora después. Lo hizo junto con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, algo similar a lo que hizo Alberto Fernández con su nuevo jefe de Gabinete, Agustín Rossi. Con una diferencia: los primeros estaban en territorio propio; los otros en espacio ajeno. Quizás por casualidad Fernández exhibió un rostro adusto al ingresar.
Salvo por algunas breves palabras del gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, del intendente de Ensenada, Mario Secco, y del titular de la CTA, Hugo Yasky, la mayoría de los dirigentes optaron por la misma estrategia que el diputado y jefe de La Cámpora: un ingreso rápido y sin declaraciones periodísticas.
Secco, otra presencia que no se contaba en la agitada previa, dejó en claro su cristinismo antes de entrar. Consultado sobre la posibilidad de que la vicepresidenta sea candidata, señaló en varias oportunidades que no hablaba por ella, pero aclaró que la exmandataria lo “conduce”.
Otra presencia no anunciada fue la de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, referente de La Cámpora.
Algunos de los grupos internos del Frente de Todos que participaron de la reunión llegaron sincronizados. Lo hicieron los kirchneristas, como Eduardo “Wado” de Pedro y Máximo Kirchner (que recibió saludos por su cumpleaños, que coincidió con el día de la reunión), pero fue más notorio en el caso de los albertistas, con el arribo conjunto de Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz, Julio Vitobello y Juan Manuel Olmos. El gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, fue el último en llegar. El anteúltimo fue su jefe político, el ministro de Economía, Sergio Massa.
Pasadas las 21.30, la reunión política seguía, con discursos y degustación de un menú variado, que incluía desde brownies hasta bondiola braseada, pero en la esquina no quedaba nadie del grupo de simpatizantes de Cristina. Solo los afiches y el pasacalle seguían en sus lugares.
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