En un clima muy tenso y con fuertes diferencias, el kirchnerismo sumó al PJ a la presión de Cristina contra la Justicia
Se consensuó una declaración que rechazó la inhabilitación de la vicepresidenta y avaló las PASO; un grupo kirchnerista propuso crear una comisión para convencer a la expresidenta para que sea candidata
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Con diferencias de fondo abismales entre los principales socios de la coalición de gobierno, el Frente de Todos mantuvo el primer encuentro de conducción política del año electoral. Treinta y tres funcionarios y dirigentes se dieron cita en la sede nacional del PJ, en Matheu 130, y debatieron durante más de cinco horas. Las discusiones, que se extendieron hasta después de la 1.30, fueron por momentos muy tensas, al punto que anoche no habían difundido la tan mentada “foto de la unidad”.
La intención de Alberto Fernández fue consensuar un puñado de acuerdos electorales en un documento conjunto y validar el mecanismo de las PASO para dirimir candidaturas. Pero el kirchnerismo irrumpió con fuerza en la reunión e impuso su agenda, con un fuerte pedido para que, antes de fijar cualquier estrategia, haya “un plan de acción que rompa la proscripción” de Cristina Kirchner. Un grupo de referentes, incluso, propuso “crear una comisión” para insistirle a la vicepresidenta que sea la candidata presidencial del espacio y revea su decisión de no postularse “a nada”.
El documento final que se consensuó, titulado “Democracia sin proscripciones. Unidad para transformar”, incluye un párrafo que dice: “Quienes integramos esta mesa tenemos como responsabilidad disponer las acciones necesarias para impedir la proscripción de la compañera vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuyo liderazgo y potencia electoral no nos puede ser arrebatado. No hay, o no debería haber, ningún poder económico, mediático o judicial capaz de decidir por encima de la voluntad popular”.
La gran sorpresa de la noche fue la presencia del diputado Máximo Kirchner, cuya participación no estaba anunciada. Hacía casi un año (desde el acuerdo con el FMI) que el hijo de la vice y Fernández no se veían las caras. “Fue decisión de Máximo, es un gesto positivo”, dijo un encumbrado colaborador del kirchnerismo al inicio de la reunión. Pero cuando el encuentro llevaba dos horas, el clima se caldeó. Los K insistieron con priorizar la situación de Cristina, entre otros puntos que generaron rispidez.
Frente a la sede del partido, el kirchnerismo desplegó una pancarta que anticipó su objetivo en la reunión. “Si hay proscripción no hay estrategia electoral”, rezaba el cartel. La Cámpora, a último minuto, agregó dos sillas al lote del kirchnerismo: la de Máximo y la de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, que tampoco estaba en la lista inicial.
La vice envió como representantes, además, al ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro; al ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y armador territorial, Andrés “Cuervo” Larroque; a la senadora por Mendoza, Anabel Fernández Sagasti; al jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán, y al titular del gremio La Bancaria, Sergio Palazzo, que en las últimas horas anunció un paro. Algunos de ellos clamaron porque la vice sea la candidata presidencial del espacio.
Con Fernández como anfitrión, la cúpula del Frente de Todos se completó con el ministro de Economía, Sergio Massa, cuya presencia no estuvo confirmada hasta último momento. Los dirigentes se congregaron durante más de cinco horas en el primer piso de la sede partidaria, en una mesa en “U”. Primero hizo una presentación el Presidente y luego pasó la palabra a los asistentes que pidieron. “Hubo planeos agudos expresados amablemente”, describió a LA NACION uno de los presentes cuando promediaba el encuentro. Todo se puso mucho más espeso con el correr de los minutos.
Documento
Reflejo de ello fue que no se publicó ninguna foto del encuentro que ilustre la unidad del espacio. Un grupo reducido de funcionarios trabajó durante largas horas un documento conjunto que se pulió hasta el final de la reunión. Fernández aceptó incluir un pronunciamiento por la “proscripción” de Cristina Kirchner y logró un aval a las PASO como mecanismo válido para dirimir candidaturas.
El primer punto, el de la proscripción, es el que más le interesaba al kirchnerismo, que advierte que el Gobierno “no puede hacer como si nada pasara” si a la líder de su espacio le impiden competir en las urnas, en sintonía con la narrativa que construyó la vicepresidenta tras la condena en la causa Vialidad, que la inhabilitó para ejercer cargos públicos. “Hablar de candidaturas es hablar de frivolidades si no entendemos la gravedad institucional que tiene esto”, advirtió un colaborador del kirchnerismo. La condena del tribunal oral, no obstante, no está firme.
El aval a las PASO obedecía a la obsesión de Alberto Fernández, que insiste con dirimir los liderazgos en una interna, de la que él podría participar, o no. “No más una lapicera que defina entre cuatro paredes”, comentó uno de los intendentes cercano al jefe de Estado.
La redacción del documento intercala conceptos del mensaje habitual del Presidente con el relato formulado por el kirchnerismo. Dice, como una concesión al primero: “Estamos en un contexto internacional de incertidumbre a partir de las consecuencias de la pandemia y las guerras”. Y resalta, como quieren los K: “Conocemos todas las demandas económicas y sociales de las que aún tenemos que dar respuestas”.
Quedó en claro que hay otras cuestiones de fondo que hoy no permiten un entendimiento interno.
Los seguidores de Cristina Kirchner consideran errado el mensaje optimista que transmite continuamente la Casa Rosada. Sostienen que no reconoce las dificultades económicas que se palpan en la calle, ni los errores a corregir. Fernández no quiere que se habilite un debate en torno a las medidas de gestión. “No es que el kirchnerismo se mete en la gestión de Alberto. El kirchnerismo es la columna vertebral del frente, sin Cristina no existiríamos”, replican en el campamento K.
El otro “elefante en la sala” fue la potencial candidatura de Fernández. El Presidente mantiene viva la llama de su reelección ofuscado con sus socios por la falta de reconocimiento a su trabajo. Eso irrita profundamente a la vicepresidenta, que no lo quiere en un proyecto futuro. Massa, por su parte, ya le hizo saber al Presidente que sería importante que decida si va a jugar o no porque de su definición depende el resto de la oferta electoral. “Alberto dijo que él no iba a ser un obstáculo para el triunfo”, dijo un testigo de la reunión. El Presidente, sin embargo, no se bajó de la carrera.
Asistentes
Con su lista de asistentes confirmada, el kirchnerismo le dio un lugar preponderante al sindicalismo K. Se trata de un sector al que también le ha reservado buenos casilleros a la hora del cierre de listas. Algunos de esos gremialistas insistieron con que ella sea candidata. Fue Palazzo el que introdujo la moción para pedir contra la proscripción de Cristina
El Presidente, en tanto, fue acompañado por su flamante jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que desembarcó con el objetivo de ser su escolta político en las definiciones electorales. Además, asistieron el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos (organizador de los pormenores de la reunión); el canciller, Santiago Cafiero; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz.
Massa fue acompañado por la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau; el intendente de San Fernando, Juan Andreotti; el ministro de Transporte, Diego Giuliano, y el vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Rubén Eslaiman.
“Nuestro objetivo en la reunión era que no lo suban a Sergio a ninguna candidatura”, advirtió un referente massista. Pese a sus esfuerzos, todo el oficialismo sigue de cerca a la evolución de los indicadores económicos, para evaluar si el tigrense queda bien posicionado para competir en los comicios, eventualmente como postulante único del espacio.
Al encuentro asistieron, en tanto, un puñado de gobernadores: Axel Kicillof (Buenos Aires), Jorge Capitanich (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Mariano Arcioni (Chubut) y Gustavo Bordet (Entre Ríos).
Por los intendentes fueron Fernando Espinosa (La Matanza), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Mariela Fernández (Moreno), Mario Secco (Ensenada) y Lucas Ghi (Morón). “Los intendentes del conurbano del PJ sumamos 10 millones de votos. Y son votos nuestros, ya no somos los viejos barones del conurbano que se colgaban de la boleta”, dijo a LA NACION un jefe comunal que reclamaba que hubiera sillas para ellos cuando eso se puso en duda.
Por la CGT y la CTA dieron el presente Héctor Daer, Pablo Moyano y Hugo Yasky. Los movimientos sociales tardaron en confirmar. Finalmente asistió Fernando “Chino” Navarro, del Movimiento Evita.
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