El kirchnerismo aprobaba el presupuesto del nuevo gobierno

En las postrimerías de su gobierno, el presidente Carlos Menem aceptó acordar el proyecto de ley de presupuesto de 2000 con quien sería su sucesor, Fernando de la Rúa, de la Alianza. Lo mismo hizo, en la ciudad, quien era jefe de gobierno, Jorge Telerman, con Mauricio Macri (Pro), en 2007. Cristina Kirchner no hará lo mismo y, antes de abandonar el poder el 10 de diciembre próximo, pretende imponerle al próximo presidente los lineamientos económicos de su primer año de gestión.

La Cámara de Diputados dio ayer el primer paso en ese sentido: al cierre de esta edición la mayoría oficialista se disponía a dar media sanción al proyecto de presupuesto 2016. Con la misma rapidez, el Senado apuesta a darle dictamen la semana próxima, con la intención de sancionarlo antes del fin del gobierno kirchnerista. Ergo, el sucesor de Cristina Kirchner deberá convivir con una norma que la oposición califica de "ficcional e inconsistente", o bien podrá introducirle modificaciones por ley (aunque no tendrá la mayoría parlamentaria asegurada) o por medio de decretos, invocando la ley de superpoderes. Con el costo político que esto conllevaría.

A priori, el futuro presidente deberá vérselas con un presupuesto 2016 que proyecta un crecimiento del 3% (cuando todos los consultores privados estiman que será nulo), una inflación del 14,5% (este año rondaría el 24% anual) y un dólar a 10,60 pesos (el dólar paralelo supera ya los 15 pesos).

En el recinto, la oposición reclamó al unísono que se espere al veredicto de las próximas elecciones presidenciales antes de sancionar la llamada ley de leyes. "El actual gobierno quiere dejarle señalado a su sucesor el rumbo que tiene que seguir en la economía", reprochó el radical Miguel Bazze.

Pero el oficialismo no sólo se rehusó a postergar el debate, sino que, además, incorporó en el temario un par de iniciativas de la agrupación kirchnerista La Cámpora, entre ellas la del fomento al deporte, que prevé la creación de nuevos organismos estatales y, por ende, la incorporación de más empleados públicos (de lo que se informa por separado). La oposición reaccionó indignada; el Frente Renovador, que responde al candidato presidencial Sergio Massa, decidió no ir al recinto.

Con la ampliación del temario, la sesión amenazaba ayer con romper todos los récords de duración. Arrancó con el debate del paquete de leyes económicas que incluye, además del presupuesto 2016, las respectivas prórrogas de los impuestos al cheque, del adicional al cigarrillo y de la emergencia económica. Todas ellas, hasta 2017.

Durante la discusión parlamentaria quedaron expuestas dos visiones de país totalmente contrapuestas. Según Roberto Feletti, presidente de la Comisión de Presupuesto y vocero del oficialismo, la Argentina logró contrapesar la caída en las exportaciones (ocasionada por un contexto de "debilidad externa") con un crecimiento de la actividad interna, lo que permitió evitar una merma en el empleo y en los salarios. "Esto es merced a una política fiscal consistente", exaltó Feletti, quien relativizó el creciente déficit fiscal. "El desequilibrio primario es de menos de un punto del PBI", dijo, y remató: "Con este presupuesto ya casi podríamos entrar en el acuerdo de Maastricht".

La oposición planteó una versión más pesimista. "Aunque los países vecinos sufren las mismas cosas que nosotros, entre 2012 y 2015 las economías latinas crecieron un 3,2%. La economía argentina se estancó. El promedio de las economías latinas tuvieron una inflación por debajo de 4% y nosotros vamos a tener una cercana al 30%, y somos los principales devaluadores", enfatizó el radical Enrique Vaquié.

"El único objetivo de aprobar ahora el presupuesto es mostrar una herencia que no existe, con 160.000 millones de déficit y una economía que no crece ni genera puestos de trabajo", advirtió Martín Lousteau (Sumá+). Por su parte, Claudio Lozano (Soberanía Popular) alertó que el país "está volviendo a la calesita del endeudamiento".

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