El juicio por el atentado | Declaró el secretario privado de Cristina Kirchner y la conducta “impropia” de Brenda Uliarte obligó a frenar el juicio
Diego Bermúdez dijo que la custodia de la expresidenta solía flexibilizarse por decisión de ella; la exnovia de Sagab Montiel se reía e interrumpió al testigo; la expresidenta declarará el 14 de agosto
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El juicio por el atentado a Cristina Kirchner se reanudó este miércoles tras la feria judicial. La cuarta audiencia estuvo marcada por el tono militante del principal testigo de la jornada, Diego Bermúdez, secretario privado de la exvicepresidenta –quien declararía el próximo 14 de agosto– y por el comportamiento “impropio” de Brenda Uliarte, según marcó en más de una oportunidad la jueza del tribunal oral, Sabrina Namer, quien, por este motivo, suspendió la audiencia por unos minutos.
Mientras Bermúdez, presente el día del ataque, se explayaba en su relato, en el que afirmó que la custodia de la exvicepresidenta, en ocasiones, se flexibilizaba para que su jefa pudiera acercarse, si así lo deseaba, a quienes querían saludarla en sus traslados o viajes, Uliarte, acusada de ser partícipe necesaria del atentado, se mostró ausente y desconectada del juicio. Por momentos, pareció hasta burlarse del relato de Bermúdez.
Cuando Bermúdez comenzó a describir en detalle la secuencia del atentado, Namer suspendió por cinco minutos la audiencia por el comportamiento “impropio” de Uliarte, quien seguía el juicio desde la cárcel de Ezeiza. Uliarte interrumpió a Bermúdez cuando él contaba cómo fue el momento en el que vio el arma en el piso. Desde el inicio de la declaración, la cámara que la tomaba desde la cárcel de Ezeiza la mostraba risueña y ausente: hacía gestos rítmicos y movía la cabeza como si estuviera cantando.
La jueza Namer, antes de suspender la audiencia, llamó la atención de Uliarte por su comportamiento. Cuando propuso un cuarto intermedio para saber qué ocurría con la imputada en el penal, se escuchó a la fiscal, Gabriela Baigún, decir: “Es una típica maniobra de simulación”. Se trataría de una referencia a la estrategia de la defensa de Uliarte para que se la declare inimputable.
Uliarte, que está siendo juzgada como partícipe necesaria en el fallido ataque, fue autorizada por el tribunal a seguir el juicio desde el penal de Ezeiza por “cuestiones médicas”.
Este miércoles, antes de la suspensión de la audiencia, en el inicio de su declaración como testigo, Bermúdez afirmó: “En algunas situaciones, ella [por Cristina Kirchner] tiene mucho contacto con la gente. A veces la custodia se abre y ella pide saludar, pide que la vean, hay mucha gente que la va a ver”. “¿Pueden tocarla?”, le preguntó la fiscal Baigún. “Sí. Si ella quiere sí. Pueden acercarse, abrazarla besarla”, amplió.
Bermúdez, que trabaja con Cristina Kirchner desde 2014, según afirmó, describió brevemente su tarea como secretario y su vínculo con la custodia. “Le llevo la agenda a las cuestiones que ella necesita”, dijo, en alusión a la expresidenta. “Somos –por él y la custodia– el nexo entre las necesidades de ella y sus movimientos”, detalló. “Ella tiene custodia 24 horas, coordinamos un poco con ellos las actividad. Por ejemplo si va desde la casa al Instituto Patria, coordinamos con ellos los horarios y las salidas”, dijo, y agregó: “Los conozco, trabajo con ellos”.
“Estoy muy acostumbrado a que la gente que va a verla a Cristina siempre es gente que refleja o afecto o amor o admiración o todas cuestiones lindas y buenas. Cuando hago el paneo de esa gente [dijo en alusión al día del atentado] me encuentro con una cara que no reflejaba nada de todo esto, era una mirada enajenada”, declaró, señalando directamente a Fernando Sabag Montiel, el hombre que gatilló su arma a centímetros de la cara de la expresidenta, que lo escuchaba con atención desde su silla en la sala AMIA, donde se lleva adelante el juicio. “Era una mirada de odio”, añadió.
Tras ello, continuó describiendo el momento del ataque: “Cruzo la mirada con él, no sabía qué había pasado, no había visto el arma, pero sabía que algo había pasado. Voy en dirección a él. Él levanta las manos y comienza decir: ‘Soy compañero, soy compañero’”, dijo, en línea con otros testigos del caso. Además, escuchó que otra persona gritaba: “Tiene un fierro, tiene un fierro”.
“Lo voy a buscar, lo agarro del cuello de la campera y palpo que no tiene nada en la cintura. Lo suelto, confundido por la situación y salgo”, describió Bermúdez. Tras ello, relató que comenzó a buscar el arma en el piso y dijo que “Guillermo” –por Gallo, el jefe del operativo de ese día– relacionó el tumulto ocasionado aquel día al libro que cayó segundos antes de que Sabag Montiel intentara disparar sobre Cristina Kirchner.
La interrupción de Uliarte
En medio de la declaración de Bermúdez, el micrófono de Uliarte se abrió de súbito. La imputada, entre risas, parecía repetir en eco el testimonio de Bermúdez. Antes de ello, la jueza Namer debió llamarle la atención por su conducta: “Le recuerdo que usted resulta imputada en este juicio. Tiene que mantener la compostura que corresponde a un evento como este”.
Marcos Aldazabal, abogado de Cristina Kirchner, le solicitó a Namer que insistiera y llamara la atención de Uliarte, quien mantenía un semblante risueño y parecía conversar con alguien en el penal. “Son gestos que no son propios para el juicio –le espetó Namer–.Le pido por favor que adapte su comportamiento”. El juicio prosiguió luego de que trasladaran a Uliarte a otra sala dentro del penal. La transmisión en vivo del juicio –solicitada por la querella y avalada por el tribunal– dejó de mostrarla.
En la audiencia en la que Uliarte se prestó a brindar declaración de manera sorpresiva –contradiciendo los dichos de su defensor, el abogado Alejandro Cipolla– se mostró errática en sus afirmaciones y terminó por dar marcha atrás y frenar su declaración.
El día del atentado, según Bermúdez
Bermúdez señaló que aquel día, 1° de septiembre de 2022, estuvieron presentes como custodios de la expresidenta Guillermo Gallo, Matías Fernández y Gastón Arias. Ante una pregunta de Gastón Marano, abogado de Nicolás Carrizo, recordó que Jorge Vicente Pellegrino también formó parte de la custodia que aquel día, como no estaba el jefe Diego Carbone, estuvo en manos de Gallo.
Bermúdez afirmó que era usual que Carbone no participara de todos los operativos. “No laburaba las 24 horas de corrido. Si él evaluaba que la situación ameritaba para ir, iba. Si la situación no ameritaba para que fuera, tenía su personal a cargo. No lo veo como una falla“, describió. “En ese momento el jefe de servicio era Gallo. Nosotros funcionamos operativamente con el jefe de servicio”, dijo, y sumó: “La seguridad era 100% de la custodia”.
Tras ello, describió el momento del fallido ataque: “Con la misma arma él golpea el libro. Ella no llega a ver el arma porque se la tapa el libro”. Luego, afirmó que fue él mismo quien, ya en el departamento, le comunicó a Cristina Kirchner, que el ‘fierro’ era, en efecto, un arma y que habían intentado atentar contra ella.
En línea con la querella –que busca ampliar la línea actual de investigación– el secretario de la expresidenta hizo foco en el grupo Revolución Federal, habló del pago de Caputo Hermanos (de familiares del ministro de Economía, Luis Caputo) a un miembro de esta agrupación y advirtió sobre la presencia de un grupo de trabajadores de la ciudad de Buenos Aires en los días previos al atentado.
“No se investigaron un montón de hechos que me parecen muy relevantes. Como, por ejemplo, un montón de gente que cobró un montón de millones de pesos”, afirmó, en alusión a lo que, según él, habría sido el financiamiento del ataque a su jefa. “¿Sabe de dónde venía ese dinero?, lo indagó Baigún, la fiscal. “Sí, de la familia Caputo”, respondió, tajante. “En teoría, lo habían contratado para hacer un servicio –dijo, sobre Jonathan Morel, integrante de Revolución Federal–”.
“Me parece muy raro que contraten a una persona…”, prosiguió, pero fue interrumpido por la fiscal Baigún. “Le voy a pedir que no opine”, lo frenó.
Después, Bermúdez retomo su hipótesis respecto al financiamiento. “Fue en 17 millones de pesos por un trabajo en carpintería que no se realizó. Tengo entendido que fue facturado en varias facturas. “Disculpe, ¿de dónde sabe todo esto usted?”, lo indagó la presidenta del tribunal. “De la tele”, respondió Bermúdez.
Marano, la defensa de Carrizo, se sumó al cuestionamiento. “En términos generales los testigos han de responder por lo que vieron, oyeron o pasó por sus sentidos. Que [Bermúdez] dé cuenta de lo que es público y notorio, o aparece en la prensa, me parece que no suma. Lo único que hace es abrirnos líneas que no están vinculadas”, advirtió.
Bermúdez, que sostuvo ser un militante “de corazón”, afirmó que el clima alrededor del departamento de la expresidenta cambió luego del alegato del fiscal Diego Luciani, que el 22 de agosto de 2022 pidió 12 años de prisión para su jefa en la causa Vialidad.
Obras de la Ciudad
Por esos días, sostuvo en su declaración, un grupo de trabajadores de obras públicas de la Ciudad de Buenos Aires se instaló cerca del edificio para, según dijo, sacar fotos. “Fue muy raro. Parecían más servicios de inteligencia descubiertos que empleados de obras públicas”, describió.
Sobre el final de su declaración, el juez Adrián Grünberg, luego de advertir la cantidad de apreciaciones personales que el secretario de Cristina Kirchner volcó en su testimonio, le preguntó si su “amor por la militancia” podía afectar la verosimilitud del relato. “No. En absoluto”, contestó Bermúdez.
El juicio se reanudó este miércoles, luego de la feria judicial. Además de Bermúdez, declararon Walter Oscar Ruales, Marcelo Fabián Fernández, Martina Cangar y Sofía Manusovich, amiga de Cristóbal Elgueta, el testigo que contó en la audiencia anterior que había recibido un pedido de la custodia de la expresidenta para borrar el video con el que, de manera fortuita, había registrado el momento del atentado.
Cangar refrendó el relato que dio Elgueta antes de que se interrumpiera el juicio por el receso de invierno. Relató que luego de ver el video que grabó su compañero Elgueta, decidieron acercarse a la custodia para compartirle el material. “Adentro de la casa, un señor canoso, vestido de traje, nos dijo que le enviemos el video y que lo borremos”, contó, en línea con el testimonio de Elgueta. Por pedido de la custodia, Cangar fue en busca de Elgueta, quien poseía el video original. “Le hicieron borrar el video, nos llevaron para un costado, y nos tomaron los datos”, sostuvo. Luego de devolverles el video, relató Cangar, los dejaron ir. “Nos dijeron que ya estaba difundido por todos lados y que ya no tenía sentido”, dijo.
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