El "juego de la gallina" frente al juez Griesa
En menos de una semana, la Argentina podría estar nuevamente en una situación de default si el país no cumple con la sentencia del juez Thomas Griesa. Así, la reestructuración de la deuda de 2005 y 2010 se caería. Parecería que estamos encaminados en esa dirección. En ese caso, muy probablemente el Gobierno ofrecerá alos dueños de los títulos ahora en default bonos nuevos fuera de la jurisdicción de Nueva York con términos muy similares a los que ya tienen. El costo de esta operación será un aumento transitorio del riesgo país, tensiones cambiarias, una profundización de la recesión por la que estamos atravesando y onerosos costos a los abogados y agentes financieros a cargo de la nueva reestructuración de la deuda. ¿Por qué el país querría entrar nuevamente en default si quiere cumplir con el 100% de sus deudas?
La posición del Gobierno es que acatar el fallo de la corte neoyorquina expone al país a un riesgo jurídico importante y, por ende, es preferible no cumplir el fallo, y precipitar un default. Jorge Capitanichestimó hace unos días que cumplir con el fallo puede disparar un pasivo del orden de entre 120.000 y 500.000 millones de dólares, debido que los bonistas reestructurados en 2005 y 2010 podrían reclamar el pago de una oferta similar a la de los holdouts (por la llamada cláusula RUFO).
A mi entender, estos riesgos son exagerados. Primero, para que se gatille la cláusula RUFO una corte tiene que interpretar que cumplir con el fallo de Griesa y pagarles a NML y otros es una oferta voluntaria del país. Esto sería decir que obedecer los fallos de las cortes es opcional, lo cual desmoronaría el andamiaje del Estado de Derecho y es un evento sumamente improbable. Segundo, aun en el caso de que esto ocurriera, la deuda argentina no serían los US$ 500.000 millones mencionados por Capitanich. En este hipotético e improbable caso, esta deuda sería tan onerosa para el país que inmediatamente después del fallo adverso declararíamos un nuevo default, y propondríamos a los bonistas que acepten bonos nuevos con un flujo de pagos parecido al que ya tenían. La cláusula RUFO, por ende, gatillaría una nueva reestructuración, no un pasivo enorme. Tercero, después de acatar el fallo del juez, el país podría enmendar el contrato de los bonos que contienen la cláusula RUFO con una supermayoría.
La disyuntiva, entonces, es entre incurrir en los costos de un default y una reestructuración en dos semanas o correr el riesgo de hacer default en el improbable caso que se gatille la cláusula RUFO. La elección puesta en estos términos es obvia.
Al declarar que no cumpliremos con el fallo de Griesa a menos que éste aplace su sentencia hasta enero de 2015 (después de que caduque la cláusula RUFO),el Gobierno parecería estar apostando a que si el fondo NML y los otros demandantes creen que el país entrará en default le pedirían al juez aplazar la sentencia. Pagar en 2015 reduciría el riesgo de gatillar la cláusula RUFO, pero este riesgo ya es pequeño.
Para los demandantes, si la Argentina entra en default la probabilidad de cobrar se reduce drásticamente, mientras que solicitar el aplazamiento de la sentencia representa un costo mínimo.
Esta situación estratégica me recuerda al juego de la gallina (en inglés: game of chicken), que algunos recordarán de la película Rebelde sin causa. En este juego, dos participantes conducen un vehículo en dirección al del contrario; el primero que se desvía de la trayectoria del choque pierde y es humillado por comportarse como una gallina. El juego se basa en la idea de crear presión psicológica hasta que uno de los participantes se echa atrás. Como la "pérdida" que supone girar es trivial en comparación a la colisión, la estrategia más razonable sería girar antes de que el choque pueda producirse. Aun así, si uno cree que su oponente es razonable, uno puede también decidir no girar, en la creencia de que el rival será razonable y lo hará, lo que convierte al otro en perdedor.
Empeñarse en no girar puede ser una táctica muy peligrosa, ya que si ninguna de las partes cede habrá choque. La Argentina parece estar tratando de convencer al mundo de que no va a pagar, esperando que los demandantes le pidan al juez que aplace la sentencia. ¿Vale la pena jugar de esta manera exponiéndonos al riesgo de enfrentar los costos de un default en dos semanas?
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