El judaísmo de Milei, motivo de divisiones y preocupación en el ámbito comunitario
Un sector celebra el acercamiento pero otros grupos, laicos y progresistas, se muestran distantes y critican la “exposición” de los símbolos judíos por parte del Presidente
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Javier Milei avanza, emocionado, en medio de la marea de brazos y torsos que se estiran para saludarlo o sacarse una selfie. Son casi las ocho de la noche del martes, y el Presidente llega apurado y algo incómodo al escenario montado en la plaza República Oriental del Uruguay, dónde la organización judía ortodoxa Jabad Lubavitch erigió una enorme Janukiá, el candelabro de nueve brazos que el mandatario tendrá el Kabod (Honor) de encender, ante la sonrisa satisfecha de rabinos y estudiantes, casi todos hombres, en un enorme escenario y ante una no menos enorme multitud.
“La luz triunfa frente a la oscuridad”, gritó el Presidente ante una muchedumbre que lo aplaudía, entre políticos, funcionarios de su gobierno como Patricia Bullrich y el rabino jefe de Jabad Argentina, Tzvi Grumblatt. Habían pasado minutos desde que el ministro de Economía Luis Caputo, anunciara al país un plan de severo ajuste fiscal, y un dólar oficial que duplicaba su valor.
La postal de la celebración de Jánuca, a la que un presidente argentino concurrió por primera vez en la historia, representa el acercamiento estrecho entre el Presidente y varias de las ramas más observantes del judaísmo, sea en su veta ashkenazi (occidental) o sefaradí (oriental). La llegada de Milei y su rezo en la tumba del rebe de Lubavitch en New York junto a empresarios como Eduardo Elsztain y Gerardo Werthein, próximo embajador en Estados Unidos; su participación en la ceremonia de Havdalá (fin del shabat) con el rabino cabalista David Pinto; y la designación de su rabino de cabecera, Axel Wahnish, como próximo embajador argentino en Israel, conforman un combo que complace a los sectores ortodoxos que lo rodean, aunque generan también una mezcla de rechazo y preocupación en la dirigencia comunitaria, los religiosos liberales, progresistas y laicos, que advierten sobre las consecuencias de tamaña cercanía, en medio del anunciado ajuste que el gobierno de La Libertad Avanza ha comenzado a implementar y que tendrá, más temprano que tarde, un enorme impacto social.
La división comunitaria en torno al judaísmo de Milei-en proceso de conversión al judaísmo, aunque juró como presidente ante los Santos Evangelios-no empezó el domingo, pero tuvo ese día un nuevo capítulo. La elección de Wahnish como representante del judaísmo en la oración interreligiosa en la Catedral Metropolitana (incluso con una prédica vibrante que emocionó a Milei), incomodó a la dirigencia comunitaria. Ni la DAIA, ni la AMIA (también con liderazgo ortodoxo, pero referenciado en el rabino Shmuel Levin) ni la Organización Sionista Argentina fueron de la partida, y algunas voces hasta aseguran que no fueron invitados. “No era un lugar para que fuera un rabino observante”, lo critica un referente de los sectores más alejados del Presidente.
“El acercamiento de Milei al judaísmo es real y genuino, y desde hace años. Pero en este contexto esa cercanía no puede terminar bien”, analiza con preocupación un dirigente que, paradójicamente, tiene vínculos el segundo anillo de los más cercanos al Presidente. “El va, pero nosotros lo invitamos, hay una doble responsabilidad en esto”, se sincera la misma fuente, muy crítico de la forma en que según su visión se “devalúan” las tradiciones judías, en general reducidas al ámbito de la sinagoga o el hogar, y ahora expuestas por el Presidente ante el gran público. Otro temor adicional: que una eventual crisis económica haga recaer las miradas de los afectados sobre los religiosos y la comunidad toda. “La culpa de la recesión que viene será de los judíos”, sentencia un veterano dirigente comunitario, por años vinculado al partido Avodá, el laborismo israelí.
El Movimiento Conservador Masortí, popular desde la década del sesenta y reconocido a regañadientes por la ortodoxia judía, no tiene vínculos con el Presidente a pesar del fuerte arraigo que supo y sabe tener en la calle judía, con templos, escuelas y miles de adherentes. Desde allí hay elogios a los repetidos gestos de Milei hacia Israel y el judaísmo, pero también una evidencia de un vínculo poco menos que inexistente.
¿Personal o público?
“Sin dudas que el nuevo gobierno se muestre del lado de Occidente, apoye a Israel y quiera pasar la embajada a Jerusalén es un giro que alienta a la expectativa de un cambio de dirección hacia el concierto de países democráticos y de desarrollo. La búsqueda espiritual y el desarrollo de una ética basada en valores espirituales es fundamental para cualquier político, empresario, periodista o trabajador. Lo que sin dudas esperaría es que se la trabaje en el ámbito personal y privado, sin que se transforme en parte de la agenda pública”, afirmó a este diario Alejandro Avruj, rabino y líder de la comunidad Amijai. “De todas formas y atendiendo al clima y la propuesta de libertad del Presidente a la que adhiero, me resultaría muy gratificante poder conocerlo personalmente como referente de la corriente liberal del judaísmo argentino”, culminó Avruj ante LA NACION, con tono diplomático pero sin negar que el vínculo, por la razón que fuese, hoy no existe.
Más lejos todavía parecen estar los sectores del judaísmo progresista, que durante el kirchnerismo estuvieron nucleados en el Llamamiento Argentino Judío. “Casi en simultáneo con el anuncio de un programa económico que hace recaer de modo brutal todo el peso del llamado ajuste (…) el Presidente fue invitado a encender una vela en público en el acto organizado por Jabad, la cual es sólo un sector de la ortodoxia, que a su vez representa una minoría en la colectividad judía”, sentencia el Llamamiento a través de un comunicado, firmado por su presidente Marcelo Horenstein, y su secretario Pablo Gorodneff.
Mientras el Presidente multiplica sus estudios judaicos y sus guiños a Israel y el judaísmo ortodoxo-evalúa viajar al Estado hebreo en enero, junto con su eventual paso por la Santa Sede y Ucrania-la polémica en el seno de la comunidad pareciera recién estar comenzando.