El intérprete políglota que debió asistir al Presidente cuando se descompensó en Bali
Walter Kerr habla nueve idiomas y trabajó para ocho presidentes distintos; en el momento en el que el mandatario se desmayó en Bali era el único funcionario habilitado para estar con el mandatario
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“A doctor please, a doctor”. La voz de Walter Kerr pidiendo un médico irrumpió entre mandatarios y titulares de las delegaciones que participaban del G-20. Era la previa al primer plenario de la 17° edición de la cumbre, en el imponente The Apurva Kempinski en la isla de Bali, en Indonesia. Alberto Fernández hablaba sentado en sillón con su par español Pedro Sánchez, cuando tuvo lo que él mismo definiría después como un “vahído”. Sánchez pensó por un segundo que Fernández se había quedado dormido, Kerr se dio cuenta de inmediato que algo malo sucedía. Entonces pidió ayuda urgente por el mandatario argentino.
En ese momento Kerr era el único funcionario habilitado para estar junto a Fernández, por su calidad de intérprete del presidente. La misma que lo lleva a estar en reuniones de primera línea en las que solo pueden estar mandatarios. Por eso era él y nadie más que él quien estaba junto a Fernández en el momento en que se descompensó, en lo que fue la antesala del traslado del mandatario al Sanglha General Hospital de Bali y el diagnóstico de una gastritis erosiva con signos de sangrado para Fernández.
Quienes conocen de cerca a Kerr no se sorprendieron por su reacción inmediata. Su atención extrema es una de las características que lo definen. Las otras son su impresionante formación académica, por lo que es abogado, traductor público e intérprete simultáneo y docente, su manejo impecable de nueve idiomas y su perfil bajísimo, casi imperceptible. El mismo que hace que muchos lo definan como “el hombre invisible”.
Es casi una contradicción con la figura de Kerr. Alto, supera el 1, 80, y su aspecto es tan prolijo que es imposible que no llame la atención. Pelo al ras, piel blanquísima, ojos claros y un modo de hablar que hace imposible descifrar de dónde es. Pero Kerr nació en Argentina hace 54 años, pero desde chico sus padres le hablaron en inglés.
Tenía 29 años cuando entró, mediante un exigente concurso al cuerpo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Eran tiempos de la segunda presidencia de Carlos Menem, que se convirtió en el primer presidente para el que ofició de intérprete. Luego llegarían Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner, Mauricio Macri y desde hace casi tres años, Fernández. Kerr y Fernández, precisamente, se conocen desde los tiempos en los que el hoy mandatario era el jefe de Gabinete, de Néstor Kirchner.
Por su trabajo conoció todo tipo de figuras, pero solo en los últimos meses participó de los diálogos del mandatario con figuras como el presidente francés Emmanuel Macron; los exprimer ministros de Gran Bretaña, Boris Johnson, y de Italia, Mario Draghi; el canciller alemán, Olaf Scholz, la titular del FMI, Kristalina Georgieva, el ruso Vladimir Putin, y el líder Xi Jinping.
Siempre sentado a un costado, apenas por detrás del mandatario. Cerca de su oído traduciendo todo lo que escucha, pero a nadie cuenta por fuera de esas cuatro paredes. La discreción, insisten, es uno de sus principales activos. Una sonrisa amable que emite casi naturalmente cuando alguien hace contacto visual con él parece su forma también de marcar una distancia y evitar preguntas incómodas.
Esas cualidades y dominar a la perfección, entre otros, inglés, francés, italiano, alemán, español, portugués, chino y japonés lo llevaron a completar con los años una carrera que decantó en su cargo actual: Director de Traducciones del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación. “Walter es una de las pocas políticas de Estado que tiene la Argentina”, lo definió con una sonrisa un miembro de la comitiva que lo conoce de cerca.
“Yo quiero contarles un secreto, Walter nunca pasa inadvertido en las traducciones”, lo mencionó una vez Cristina Kirchner, cuando todavía era mandataria. Tras lo que agregó: ”Les puedo asegurar que estando con representantes de Alemania, de Francia, de Inglaterra y no solamente institucionales que uno puede pensar que quieren quedar bien con la Presidenta o con el traductor, han elogiado la traducción de Walter, e inclusive se que ha tenido también ofrecimientos para ir afuera, y me acuerdo una de las mejores traducciones que me hizo, que fue cuando me visitó Madonna. Hasta a Madonna le llamó la atención mi traductor, mi intérprete”, completó ante un Kerr sonrojado.
En el ocaso de la cumbre del G-20, Fernández cerró su paso por allí con una nueva reunión con Georgieva. Cuando terminó, la funcionaria se acercó para hacer breves declaraciones a la prensa argentina. A su lado estaba Kerr para ser el enlace con la prensa argentina. Fue su mayor cercanía con los enviados, a quienes suele saludar con su sonrisa educada, pero reservada. Más ahora que nunca, que se convirtió en coprotagonista visible de un momento sensible.
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