El inicio de una nueva etapa en la relación con la Santa Sede
El lenguaje corporal, las sonrisas, las bromas que hubo ante cámaras entre Alberto Fernández y su admirado compatriota -"el mayor líder moral mundial internacional"- revelaron una química nunca antes vista entre el Papa y un presidente de su país. Las imágenes que se vieron en la audiencia celebrada ayer en el Vaticano resultaron elocuentes y trazaron un abismo si se las compara con las que se registraron cuando pisaron el Vaticano Mauricio Macri e incluso, antes, Cristina Kirchner. Y marcaron el inicio de una nueva etapa de gran sintonía y bien diferente de las anteriores en la relación entre el Gobierno y Francisco.
Un pontífice que, como destacó Alberto Fernández en una conferencia de prensa, resultó injustamente vapuleado por sus compatriotas en los últimos años. "Hay que terminar con la locura de no respetarlo", sentenció el Presidente.
Aunque más tarde hubo un cortocircuito comunicativo, según fuentes del Vaticano esto no opacó "para nada" una visita que fue considerada un éxito.
El problema surgió porque Fernández aseguró que no se había hablado del tema del aborto ni con el Papa ni con el secretario de Estado, Pietro Parolin, ante preguntas de la prensa en la conferencia de prensa que concedió en la residencia de la embajada argentina ante la Santa Sede.
Pero un comunicado del Vaticano que, como es habitual después de las visitas oficiales de jefes de Estado, se publicó horas más tarde aseguró que la "protección de la vida desde su concepción" había sido uno de los varios temas habidos en las "cordiales conversaciones", junto a la "crisis económico-financiera, la lucha contra la pobreza, la corrupción y el narcotráfico y la promoción social".
Como suele ser praxis en ese tipo de comunicados, el Vaticano no especificó si esos temas se habían hablado con el Papa -en los 44 minutos cara a cara, solos, en la Biblioteca- o más tarde, con el cardenal Parolin.
Pero tanto Fernández como luego el director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni, aclararon que solo se habló en la segunda reunión, con Parolin -una suerte de primer ministro del Vaticano- de la conocida postura de la Iglesia Católica en contra del aborto.
Lo cierto es que, aunque resulte extraño, el embrollo en verdad dejó en claro un gesto amable del Papa hacia Fernández. Bergoglio, en efecto, dejó que fuera su brazo derecho, Parolin, y no él, quien le recordara al Presidente que para la Iglesia Católica es fundamental el tema de la defensa de la vida desde su concepción y, más aún, en el país de nacimiento del Sumo Pontífice.
El Papa decidió apuntar a una agenda positiva, de convergencia, y centrarse en temas como la deuda, el hambre, la pobreza y la urgente necesidad de superar la polarización existente en su país.
"Que el Papa haya prometido ayudar en lo que pueda es un gran compromiso del Santo Padre con una persona con la que, evidentemente, se conoce desde hace mucho tiempo y con quien tiene mucha confianza e intimidad", comentó una fuente vaticana, que no ocultó su sorpresa por ese humor porteño que compartieron públicamente, desde el vamos, los dos líderes, en el diálogo "pase usted", "no, primero el monaguillo".
"Son pequeños detalles que revelaron que hay una relación profunda, gran conocimiento entre ellos", agregó la misma fuente, que también subrayó como muy significativo el hecho de que el Papa se hubiera preocupado por marcar, mostrarle y leerle al Presidente la oración sobre el buen humor atribuida a Santo Tomás Moro.
"Se vio que hay complicidad entre ellos no solo por el humor, sino también porque evidentemente el Papa lo considera a Alberto Fernández como un político de peso, que es pragmático y no ideológico. Y a Francisco no le gustan los ideólogos y piensa que la política es la forma más alta de caridad", subrayó la misma fuente.
En los pasillos del Vaticano también fue apreciado el hecho de que Fernández no sacara el tema del más que demorado viaje a la madre patria. "La mayor presión sería hacerle una invitación formal, pero el Papa es argentino, es uno de nosotros, es nuestro amigo y sabe que la Argentina es su casa y que la puerta siempre estará abierta", explicó Fernández a una periodista extranjera que no lograba entender cómo no había invitado formalmente al Papa a su país.
"Fernández demostró gran sensibilidad, que lo entiende a Francisco, y esto podría finalmente significar una luz verde para una visita a la Argentina", apostó otra fuente vaticana, muy optimista acerca de una futuro viaje "a casa".
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