El incierto futuro en Eslovenia de los hijos de los presuntos espías rusos con pasaportes argentinos
Los niños vivieron en Buenos Aires, en el barrio de Belgrano, hasta el año pasado; hoy están en un hogar sustituto de Ljubljana porque sus padres están presos e incomunicados
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La detención en Eslovenia de un matrimonio con pasaporte argentino acusado de espiar para el régimen de Vladimir Putin abrió múltiples interrogantes sobre el presente y futuro de sus dos hijos, argentinos y menores de edad, quienes permanecen supervisados por las autoridades eslovenas y tendrían ante sí tres destinos posibles: Ljubljana, Moscú o Buenos Aires, confirmaron a LA NACION fuentes de Eslovenia y la Argentina.
Los interrogantes se centran en los hijos de 7 y 9 años de Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños, quienes fueron detenidos en la capital eslovena, el 5 de diciembre, acusados de desarrollar “actividades encubiertas de inteligencia para beneficio de un servicio de inteligencia extranjero”. De ser hallados culplables, ambos podrían afrontar hasta ocho años tras las rejas.
Incomunicados y detenidos hasta que se complete el juicio en una fecha todavía incierta, Gisch y Mayer Muños perdieron la patria potestad efectiva sobre sus dos hijos, quienes se encuentran alojados en un hogar sustituto, bajo la supervisión de las autoridades eslovenas, sin contacto con familiar alguno, según trascendió en la prensa de ese país.
La situación y el paradero de ambos menores –cuyos nombres se reserva LA NACION- activó la maquinaria de la Cancillería argentina, que en los próximos días enviaría a Eslovenia a un diplomático desde su embajada en Austria para verificar las condiciones en que se encuentran y dirimir con el Ministerio de Relaciones Exteriores esloveno los pasos a seguir.
La edad y características de ambos menores no es una cuestión accesoria. La niña, S., nació en la Argentina, el 14 de junio de 2013, por lo que tiene 9 años y 9 meses, y asiste a la escuela primara Danila Kumar International School, mientras que su hermano, D., nació el 5 de agosto de 2015, también en la Argentina, tiene 7 años y medio, y asiste a la misma escuela que su hermana. Ambos hablan español e inglés, según confirmó LA NACION, pero se desconoce si tienen conocimientos de esloveno y no se sabe si están en condiciones de comunicarse con quienes los asisten desde hace semanas.
“De acuerdo a la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, el país que detiene a una persona debe informarle sobre su arresto al país del cual es nacional para que un diplomático pueda visitar al detenido y corroborar que se respete su derecho de defensa y demás garantías”, indicó una fuente al tanto de lo que ocurre a LA NACION. “En este caso, hay que verificar además que se esté tratando correctamente a los menores de edad”, remarcó.
El panorama para ambos menores, ciudadanos argentinos que vivieron sus primeros años en el barrio porteño de Belgrano y cuentan con documento de identidad y pasaporte argentinos, resulta incierto. Y, en ese contexto, se abrirían tres posibles escenarios.
Los tres escenarios
El primer escenario es que Rusia termine por reconocer a Gisch y Mayer Muños como espías, procure su repatriación y que la pareja logre llevarse consigo a Moscú a sus hijos. Pero hasta ahora eso resulta improbable. Transcurridos casi cuatro meses desde la detención de sus padres, el gobierno de Putin no reconoció de manera oficial que Gisch o Mayer Muños integren su servicio de inteligencia exterior (SVR), bajo las órdenes de Sergey Naryshkin, aunque sí trascendieron versiones en Europa sobre un supuesto tanteo entre Moscú y otras capitales europeas para avanzar con un eventual trueque de espías que podría incluirlos.
El segundo escenario es que un familiar de uno de los dos detenidos se presente ante las autoridades eslovenas, demuestre que en efecto es pariente de esos niños y obtenga su custodia. Pero la eventual irrupción de un pariente de cualquiera de los progenitores en Ljubljana abriría un interrogante mayúsculo. En el caso de Gisch, declaró haber nacido en la ciudad de Keetmanshoop, en Namibia, aunque esa afirmación quedó envuelta en dudas, al igual que el supuesto lugar de nacimiento de Mayer Muños: la capital griega, Atenas.
No solo dónde nacieron quedó bajo sospecha. Las dudas también abarcan sus nombres, oficios, ingresos y hasta sus fechas de nacimiento, al igual que todo su recorrido vital. Un ejemplo: ambos utilizaban cuentas de correos creados con la inicial de su nombre, su apellido y el día y mes de su cumpleaños. Así, el del hombre era “lgisch0410″ y él declaró haber nacido el 4 de octubre de 1984. Ella también incluyó su fecha de nacimiento, pero con una singularidad, según corroboró LA NACION: aunque informó haber nacido en 1984, su correo es “mmary6486″, como si hubiera nacido el 6 de abril de 1986.
La eventual aparición de un familiar oriundo de Namibia o Grecia, de todos modos, por ahora no pasa del terreno de las especulaciones. “No tenemos información de que ningún pariente por el lado de él o por el lado de ella se haya presentado en Eslovenia, ni tampoco se presentó en Buenos Aires”, indicaron a LA NACION desde el Gobierno argentino, aunque circulan versiones de que la madre de Gisch sería argentina y residiría en el país.
Por el contrario, sí está comprobado que, aunque comenzó los trámites para establecerse en Eslovenia entre 2017 y 2019, la pareja decidió pasar en Buenos Aires la cuarentena por la pandemia de Covid-19. Recién en marzo de 2022, el matrimonio voló junto a sus hijos a Ljubljana en un vuelo de Lufthansa con escala en Alemania. Así, los menores llevaban diez meses en la capital eslovena cuando sus padres fueron arrestados.
El tercer escenario para ambos menores, en tanto, solo se abriría si Rusia no reconoce a la pareja como parte de su servicio de espionaje, ni tampoco un familiar reclama por ellos. ¿Cuál sería? “Tras verificar cómo es su situación en Eslovenia, la Argentina podría solicitar la custodia de ambos menores e intentar su repatriación, o podría disponer que permanezcan bajo supervisión en aquel país, con visitas recurrentes de un diplomático”, precisó una fuente involucrada en las deliberaciones ante la consulta de LA NACION.
La decisión de mantener a los menores argentinos en Eslovenia o trasladarlos a Buenos Aires dependería, entre otros factores, del futuro judicial de sus padres. “Si ambos son condenados a ocho años de prisión y ningún pariente pide por ellos, el camino a seguir sería muy distinto que si son absueltos o condenados a una pena que, computada su detención, fuera breve”, abundó la fuente. “Todo eso deberá ser parte de un diálogo bilateral”.
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