El guardián del peronismo en Ezeiza
Alejandro Granados es intendente desde hace 17 años; fue menemista, duhaldista y kirchnerista, y es un símbolo del conurbano
Las manos en la cintura, El Indio Bazán Vera se para en la puerta del área. Trota siete pasos, acelera al final y con toda la furia clava la pelota en el medio del arco. El arquero se jugó a la derecha y ya no puede volver. En el palco principal, Diego y "el hombre" se abrazan y lo gritan con bronca. Tristán Suárez gana por primera vez en lo que va del campeonato. Ya no juega con la camiseta de la primera fecha, que tenía estampada la cara de un etéreo Néstor Kirchner. Ahora tiene su clásica remera azul y blanca, y unas medias naranjas, resabio de un conjunto suplente que el año pasado crearon en honor a Daniel Scioli.
Diego es Maradona, y "el hombre" es su amigo Alejandro Granados, intendente de Ezeiza desde hace 17 años y el mandamás de estas tierras. Poder, fútbol, familia y política se mezclan en su estilo de conducción, un esquema en el que todo, desde la relación con la Presidenta hasta las refacciones en el club, pasa por él.
En su distrito casi no existe la oposición: los 20 miembros del Concejo Deliberante le responden y muchos que se presentaban como críticos acérrimos hoy son funcionarios del municipio. Oficialistas y opositores explican que el intendente tiene una extraordinaria habilidad –y, según sus detractores, dinero suficiente– para ir captando a todos bajo su ala.
En el mismo palco, hay otras dos personas: Alejandro Granados hijo, designado por Cristina Kirchner responsable de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), y Gastón Granados, "el Gato", administrador de los bienes familiares (que incluyen un hotel de lujo recién estrenado), titular de la juventud peronista de Ezeiza y presidente del club Tristán Suárez.
Prueba de las sucesivas fidelidades de Granados, la indumentaria del club, antes de tener la cara de Kirchner y antes de ser naranja Scioli, llevó las consignas Menem 1995 y Duhalde 1999. En sus orígenes, en realidad, Granados era radical, pero en aquella época no manejaba Ezeiza.
Él es un caso emblemático de los intendentes peronistas del conurbano que supieron acomodarse a los vaivenes de la política nacional y con los años fueron fortaleciendo su poder en sus territorios, donde nadie les hace sombra.
En Ezeiza, el partido y el Estado se confunden: la municipalidad es el corazón político del lugar.
De los locales partidarios, sólo los de Granados se ven activos en tiempos no electorales, pero son apéndices de la gestión del intendente y su mujer, la diputada nacional Dulce Granados, que tiene intenciones de sucederlo. "Para la próxima, es Dulce sí o sí", dijo Cristina Kirchner desde el atril, el año pasado, en una visita a Ezeiza. Dulce contó encantada que le pidió opinión a la Presidenta para decorar el nuevo hotel.
Los Granados siempre tejieron lazos de extrema confianza con el poder central. Carlos Menem compartió la intimidad de la familia como habitué, los fines de semana, de la estancia La Celia, de los Granados, donde tenía una suite acondicionada para él, y se disputaban grandes tardes de futbol y truco. Y ahora, el chofer del intendente va a buscar ?a Julito De Vido, el hijo del ministro de Planificación, para llevarlo a ver a Tristán Suárez. Porque se hizo hincha, cuentan con orgullo en el club. Mucho ayuda la amistad de los Granados con Maradona, a quien el intendente afilió al PJ cuando se mudó a Ezeiza.
Hace tiempo que la hinchada de Tristán Suárez responde a Granados. "Ni hablar… Acá todos acompañamos al hombre. Él nos cuida, y nosotros lo cuidamos a él", explicó a LA NACION José Luis González, "el Pana", responsable del bar con panadería que tiene el club y, además, asesor nombrado en el Concejo Deliberante de Ezeiza. Él cuenta que, siguiendo los designios del intendente, la barra brava "moviliza" para actos y que "el uno" les dio trabajo a muchos. "Desde barrenderos hasta laburos en la oficina."
"El Pana", que tiene una remera de Desarrollo Social abajo del delantal, maneja además la cooperativa Los Mismos de Siempre, con sueldos del plan Argentina Trabaja, que está terminando las obras en el anexo del club, con canchas iluminadas, jacuzzi y vestuario para 400 chicos.
A cargo de controlar esas obras está Ernesto Mena, "el Mono", arquero histórico de Tristán Suárez y de Custodia Presidencial, el equipo que tenía Menem. Hoy, Mena es uno de los 20 concejales. "Pero, además, el intendente nos da tareas para no estar los 20 al pepe", relata. También sigue jugando al fútbol con Granados. "De vez en cuando jugamos con Scioli. Casi siempre, cuando hay algún problema político, cuando anda mal algún ministro, o él se pelea con la Presidenta", sonríe.
Las cooperativas, financiadas por el gobierno nacional, dan trabajo y son clave en la construcción territorial del "granadismo". "Hay unas 90, pero casi todas de los punteros del intendente", protesta Juan Carlos Barrionuevo, referente en Ezeiza de Barrios de Pie. "A nosotros sólo nos dieron una, en realidad, media, porque nos metieron a gente de la barra", dice. El jefe de la hinchada de Tristán Suárez es "Karma". Hace dos años, en el Mundial de Sudáfrica, su nombre se leía en banderas de las tribunas del estadio Soccer City. Barrionuevo lo señala como fuerza de choque del poder local. "Ellos mandan a la barra a apretar. A nosotros nos vinieron a buscar al local. Vino «Karma», duro, con dos grandotes, y nos dijeron que nos dejáramos de joder", contó.
Dice además que en Ezeiza ya no existe actividad política. El año pasado, cuando ganó su quinto mandato, sacó el 67% de los votos. Ni el PJ disidente ni el radicalismo llegaron al 10 por ciento. Los primeros candidatos a concejales de sendas listas eran Roberto "Bebe" Mosto y Adalberto Penzo. Las esposas de ambos tienen cargos en la municipalidad. "Es dificilísimo construir una alternativa –dice el veterinario Rubén Barabani, ex candidato a intendente por el PJ duhaldista–. La gente tiene miedo de militar y todos terminan con él."
La gente de Granados, en cambio, explica su éxito como consecuencia de la buena gestión. "Lo que pasa es que Granados es muuuy buen administrador", dice Angelita Carabajal, vicepresidenta del Concejo Deliberante y "soldado" del hombre desde hace más de 20 años. En todo este tiempo, acompañó sus mutaciones. "Es cierto que Alejandro ha sido muy menemista, pero le trae muchas cosas al pueblo... En definitiva, todo es peronismo", se sonríe. Detrás de su escritorio, hay una foto de Evita peinándose frente a un espejo.
La municipalidad exhibe como logros mejoras en salud y seguridad. Tienen 20 ambulancias activas las 24 horas y un sistema de patrulleros, siempre en la calle, seguidos por radar. De los negocios de su jefe, en cambio, Carabajal dice no tener "ni idea".
A partir del viejo Mangrullo, parrilla que fue de su padre, Granados levantó un nuevo Mangrullo, muy grande, junto a la autopista, y al lado construyó el hotel de lujo. En la zona, además, creen ver su sombra en todo gran emprendimiento. "Hay que ver lo que crecieron los empresarios amigos… de manejar camiones a megamillonarios", cuenta Graciela Congett, referente de la UCR en Ezeiza. "Acá no tenemos ni idea cómo se maneja la plata. No tenemos acceso siquiera al presupuesto", cuenta.
La capacidad de adaptación del intendente se prueba hoy en su manejo con La Cámpora, muy incipiente en Ezeiza. Se suspendió por lluvia, pero estaba prevista la presentación formal del movimiento en el club Tristán Suárez. Todo bajo el ala de Granados.
Sobre la ruta 205, que atraviesa el distrito, dominan las paredes con las pintadas "Dulce 2015". También aparecieron carteles de Leonor Granados, hermana del intendente, hoy senadora provincial. Los opositores no les creen, pero se las presenta ?como rivales.
Y tan fuerte es Granados que hasta los pastores trabajan para él. En la fachada del Centro Apostólico de Avivamiento Mundial, en pleno centro de Ezeiza, cuelga un pasacalle, que dice: "Dios bendiga a nuestro intendente".
Radiografía
- Estructura. Además de gobernar la provincia, el PJ-Frente para la Victoria gobierna 106 de los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires y 29 de los 33 distritos del conurbano. Tiene 28 de los 46 senadores provinciales y 41 de los 92 diputados.
- Reelección. El año pasado, 25 intendentes del FPV renovaron su mandato. Once de ellos superan los ocho años de gobierno: tres comenzarán su tercer mandato; dos, su cuarto, y tres, su quinto.
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