El Gobierno y Pfizer: marchas y contramarchas de una negociación conflictiva
Desde hace un año, cuando comenzaron los ensayos clínicos en el país, las tratativas estuvieron trabadas; Vizzotti anunció un acuerdo por 20 millones de dosis
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Carla Vizzotti desde Buenos Aires y el embajador Jorge Arguello desde Washington insistieron con llamados telefónicos y el envío de e-mails en los últimos días. “Fueron centrales”, definen en la Casa Rosada en torno a los protagonistas del anunciado acuerdo con la farmacéutica Pfizer. El apretón de manos con el laboratorio de los Estados Unidos se da luego de meses de marchas, contramarchas y polémicas que incluyeron duros reproches de la oposición, con sospechas de “discriminación” hacia la firma norteamericana y preferencia por otras opciones.
Desde el 11 de agosto del año pasado, cuando el presidente Alberto Fernández felicitó a su par ruso Vladimir Putin por la aparición oficial de la vacuna Sputnik V, y mientras la opción por Astra-Zeneca se iba postergando, las negociaciones oficiales se aceleraron en torno a cerrar acuerdos con el Instituto Gamaleya, que en la Nochebuena del año pasado dieron sus primeros frutos con la llegada del primer cargamento.
Por el contrario, con Pfizer, utilizada con éxito en países como Estados Unidos e Israel-que rápidamente inmunizaron a gran parte de sus poblaciones-todo fueron conflicto y trabas, a pesar de que el país fue uno de los centros de testeo de la fase 3 de esa vacuna durante el segundo semestre del año pasado, en el hospital Militar de Palermo. El investigador principal a cargo de esa experimentación, Fernando Polak, fue recibido por el propio Presidente en la quinta de Olivos, el 10 de julio, hace poco más de un año.
Primero fue la ley aprobada por el Congreso, que mereció la objeción de la compañía por la inclusión del término “negligencia” que obligaba a la empresa a hacerse cargo de perjuicios derivados de la vacunación. “La palabra negligencia siempre fue una dificultad para avanzar en la contratación”, reconoció el jefe de gabinete Santiago Cafiero en mayo de este año, cuando ya el Gobierno había decidido recomponer el vínculo.
En el medio, las acusaciones hacia la empresa fueron constantes. “Se nos pidió una ley para tener alguna seguridad, y esa ley estuvo en el Congreso. Después apareció en la negociación, siempre decían que era no la gente local, sino la central estadounidense que decía que no era suficiente y que había que hacer una nueva ley”, aseguró en diciembre el entonces ministro de Salud, Ginés González García, antes de ser eyectado por el escándalo de las vacunas vip. “Además, pedían que el contrato no lo firmara yo, sino el presidente. Es decir, en rigor de verdad, son condiciones inaceptables”, completó el entonces ministro, un argumento utilizado hasta el cansancio por el Presidente y el gabinete. “Ginés está contento porque son más vacunas para el país y sobre todo para los menores de 18 años”, comentaban cerca del ex ministro, ya con el anuncio de Vizzotti en todos los medios.
En el medio de la larga y difícil negociación, de la que comenzaron a tomar parte la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, y la asesora presidencial Cecilia Nicolini, desde el kirchnerismo criticaban la “obsesión” de la oposición por las vacunas Pfizer, decían que “no necesitaban” las dosis de la empresa norteamericana y festejaban la canción de Ignacio Copani que se burlaba sin sutilezas de aquel pedido, compartido por buena parte de la sociedad, entre ellos de los padres de adolescentes con comorbilidades.
Coimas y cambios en la legislación
En junio, y luego de un largo silencio, el gerente general de Pfizer Argentina, Nicolás Vaquer, defendió la posición de la empresa en el Congreso. Negó cualquier pedido de coima, un argumento esgrimido por distintos dirigentes opositores, aunque reconoció que la ley de vacunas sancionada en octubre pasado “no es compatible” con algunos de los mecanismos contractuales de la empresa. Y detalló que el principio de acuerdo al que se había arribado en julio pasado contemplaba la entrega de un millón de dosis en diciembre de 2020 sobre un total de13,2 millones de vacunas a ser provistas a lo largo de este año. El nuevo acuerdo anunciado por Vizzotti, según fuentes de Gobierno, comenzaría a implementarse en septiembre y hasta diciembre, por 20 millones de dosis.
Días después del rechazo del oficialismo al pedido opositor de tratar una nueva ley de vacunas en el Congreso, el Presidente firmó a principios de este mes el DNU que habilitó en los hechos la llegada de vacunas de Pfizer, Janssen y Moderna. Las 3,5 millones de dosis de esta última, llegadas por donación de la administración de Joe Biden en la Casa Blanca, serán utilizadas para inocular adolescentes, y el mismo destino tendrían las que arriben desde Pfizer, comentaron las fuentes oficiales. “No había glaciares que entregar ni éramos juguete del mundo. Había que dejar la ideología”, afirmó el radical Mario Negri, en un resumen de la crítica opositora.
“¿Quien cedió? Las dos partes. Fue un trabajo de muchos meses”, comentaron desde el Gobierno, ansioso por cerrar un capítulo conflictivo que trajo reiterados dolores de cabeza a la Casa Rosada.
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