El Gobierno se entusiasma con una “integración total” con Brasil y presentó un ambicioso proyecto
Además de relanzar el Mercosur y alcanzar la presidencia del BID, esperan mayor integración en energía, intercambio comercial, mercado común y mayor frecuencia de vuelos
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Relanzar los alicaídos Mercosur y Unasur. Concretar la reincorporación de Brasil a la Celac, que la Argentina encabeza hasta fin de año. Pero también intentar juntos acceder a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), apuntar a una complementariedad y un “mercado común” en materia energética, al uso de reales y pesos en el intercambio comercial y hasta un “puente aéreo” entre ambos países.
Son estos algunos de los objetivos con los que se entusiasma el gobierno de Alberto Fernández, horas después de conocido el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva y su retorno al poder en Brasil. El viaje del presidente Fernández a San Pablo para “darle un abrazo a Lula” encierra objetivos políticos y económicos concretos, que el Gobierno espera relanzar o ratificar a partir de enero, cuando Lula asuma la presidencia del gigante sudamericano.
Hace tres semanas, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, presentó su plan de integración bilateral, un ambicioso proyecto de 16 carillas con objetivos concretos en materia económica para fortalecer el vínculo con Brasil, que combinó la aspereza en lo político (Bolsonaro y Fernández esquivaron una reunión bilateral por casi tres años) con un intercambio económico que se mantuvo en niveles razonables en los últimos tiempos.
El paper de Scioli llegó a Celso Amorín, excanciller de Lula y actual asesor en temas internacionales del presidente electo. Pero también se lo acercó al gobierno de Jair Bolsonaro. “Está claro que ahora lo podemos implementar”, comentaron fuentes diplomáticas cercanas al embajador, quien en diálogo con LA NACION se mostró entusiasmado por “el comienzo de una nueva etapa que será el impulso de una agenda de integración. La relación personal del Presidente y Lula va a facilitar las cosas”, afirmó el representante diplomático. San Pablo estuvo poblado de funcionarios argentinos que llegaron para asistir al ballottage y felicitar al ganador.
“Impulsaremos junto a Brasil el Mercado Sudamericano de Energía”, escribió Scioli en el texto compartido, y agrega que “existe posibilidad de complementación energética a través de la venta de gas en verano y compra de energía eléctrica en invierno”.
Si bien no habla de moneda común, el Gobierno-a través de Scioli-ve factible el regreso de un “sistema de pago en Moneda real”, que prevé el uso mutuo de reales y pesos para el comercio entre ambos países, lanzado en 2008 y olvidado años después. El sistema “permite a los exportadores realizar operaciones en pesos y reales, facilitando las operaciones (al no requerir dólares por parte de los comerciantes), reduciendo por lo tanto el costo de las transacciones para el acceso al comercio internacional”, reza el texto que Amorín puso en manos de Lula.
Otra de las innovaciones que promueve el Gobierno es un “Puente Aéreo del Mercosur”, entre Aeroparque y Congonhas, el aeropuerto de San Pablo que fue privatizado en agosto pasado. La idea es “aumentar las frecuencias” y también recuperar terreno. Según dato oficiales, en enero de 2019, 354 frecuencias aéreas unían Brasil y Argentina, y hoy las frecuencias son de aproximadamente 160.
“Argentina tuvo un intercambio mucho más intenso hace diez o quince años que ahora, en términos absolutos y en el porcentaje del total del comercio exterior de los país. Se prevé que Argentina exporta por USS12.000 millones e importe unos US$16.000 millones”, afirmó a LA NACION Marcelo Elizondo, experto en comercio internacional y titular de la consultora DNI.
Los bloques regionales
Al margen de los objetivos de mejora conjunta en lo económico (que también alcanzan a la minería y la economía del conocimiento, entre otros rubros), los objetivos políticos del nuevo panorama quedaron claros desde hace semanas. El Mercosur, trabado por la pelea por los aranceles a las importaciones-que Brasil buscaba bajar y la Argentina subir- y la idea de Uruguay de un acuerdo unilateral con China congeló el accionar del mercado común, que Lula pretende revitalizar, incluido el acuerdo UE-Mercosur, trabado en buena medida por la política ambiental de Bolsonaro.
“Lula va a fortificar el Mercosur, pero quien lo ha obstaculizado hasta ahora ha sido Argentina, que trabó las exportaciones con la brecha cambiaria y las retenciones, y los límites a las importaciones del Mercosur”, afirmó Elizondo.
Lo mismo ocurre con la Celac, un ámbito que nuclea a 32 países del continente y que Argentina preside por este año. Por orden de Bolsonaro, Brasil se autoexcluyó del foro, que integran Venezuela, Nicaragua y Cuba, cuestionados por su política de derechos humanos en los foros internacionales.
“Lula ya comentó que la idea es regresar a la Celac”, comentaron, entusiasmados desde el Gobierno, que ya hace gestiones para que Fernández presida la Celac por otro año más en 2023.
Un punto especialmente sensible es la presidencia del BID, entidad que provee de fondos frescos a los países de la región, actualmente vacante por la salida del norteamericano Mauricio Claver-Carone, hombre de Donald Trump y enemistado con el gobierno argentino. “Tenemos tiempo para presentar una candidatura conjunta”, susurran en el Gobierno, al filo del plazo de presentación, que vence el 12 de noviembre. Tal como publicó LA NACION, el exsecretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz podría ser el candidato de consenso entre Brasil y la Argentina para ese cargo, vital para la búsqueda de fondos que necesita el país para fortalecer su moneda.
De todos modos, no todos los sueños de integración podrían llegar a concretarse. “Argentina requiere un Brasil estable y que crezca. Pero por el resultado tan ajustado vamos a tener un Lula más moderado que antes, los tiempos han cambiado, Brasil y su fuerza requieren una mayor integración al mundo”, evaluó Dante Sica, exministro de Trabajo macrista y titular de la consultora Abeceb, en diálogo con LA NACION.
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