El Gobierno ratifica que abandonará las posturas de condena más duras hacia Venezuela
La abstención de la Argentina en la Organización de Estados Americanos (OEA) cuando se votó una condena a una decisión judicial que afectará el funcionamiento de los partidos opositores en Venezuela ratificó el giro diplomático de nuestro país, que abandonó las posturas de condena más duras frente al régimen de Nicolás Maduro.
Junto a México, la Argentina fue uno de los siete países que no votaron a favor ni en contra del repudio a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de suspender a las cúpulas de dos partidos opositores para reemplazarlas por dirigentes presuntamente aliados de Maduro.
El Gobierno volvió a manifestar así un alejamiento de la dureza que había adoptado la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri, alineado con los gobiernos de Donald Trump y Jair Bolsonaro, promotores de implementar sanciones para forzar la salida del mandatario.
La respuesta de la Cancillería a la pregunta de LA NACION sobre los motivos de la abstención hizo referencia a la premura con la que se planteó el proyecto que se votó el fin de semana. "El proyecto de redacción fue presentado en forma tardía con escaso margen para negociación lo que demuestra poco interés de los autores en buscar acuerdos. No contribuye, por otra parte, a avanzar la situación en Venezuela ni de los venezolanos. Aunque reconoce que corresponde a ellos llevar adelante su proceso institucional presume de fijar de qué modo es correcto que lo hagan", dijeron voceros del canciller Felipe Solá.
La votación de la Argentina se suma a una serie de posturas concretas que evidencian el giro político. Desde diciembre, el Gobierno condenó en la ONU las sanciones contra el régimen chavista, nunca reconoció a Juan Guaidó como el "presidente encargado" de Venezuela ni a la embajadora que el opositor nombró en la Argentina, Elisa Trotta Gamus. En su lugar, la Casa Rosada hace llamados reiteraos al diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición "para superar la situación política, social y económica" que atraviesa el país. Así lo indicó Solá en su reciente conversación con su par chileno, Teodoro Ribera.
Fernández propuso en la región, desde un principio, una postura equidistante frente a la extensa crisis institucional que atraviesa Venezuela, un rol que sumó más tensión al vínculo que mantiene con Brasil. Así, la Argentina se acercó a las posturas de México, gobernador por Andrés Manuel López Obrador, y de Uruguay cuando estaba gobernado por Tabaré Vázquez. La llegada de Luis Lacalle Pou reordenó el tablero en la región y Venezuela volvió a tener el foco de presión diplomática que había abandonado nuestro país.
Pese a la abstención argentina, la condena fue apoyada por el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, y por los gobiernos de Bahamas, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Santa Lucía y Uruguay.
Horas antes de la votación, el Presidente se había mostrado nostálgico con respecto a cuando América Latina tenía más peso de gobiernos de izquierda. En una conversación virtual organizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de la que participó el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, Fernández dijo que no contaba con el apoyo de otros exmandatarios, entre los que incluyó a Hugo Chávez. También mencionó a Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay) y a Néstor Kirchner, entre otros.
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