El Gobierno niega haber invitado al canciller ruso, que está en Brasil y se mostrará con el eje bolivariano
El enviado de Putin está en Brasil y buscará más apoyo en Venezuela, Nicaragua y Cuba; para la oposición, “Rusia no sabe cuál es la postura argentina” ante la guerra en Ucrania
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Con veinte años como jefe de la diplomacia rusa sobre sus espaldas, y la misión de salir del cerco político al que lo someten Estados Unidos y la Unión Europea, el canciller Serguei Lavrov llegó ayer a Brasil como parte de una gira que lo llevará también a tres países amigables para el presidente Vladimir Putin en tiempos de guerra: Venezuela, Nicaragua y Cuba.
El triunfo político para Moscú, que representa la imagen de su canciller con su par brasileño, Mauro Vieira, con comunicado conjunto incluido, no tuvo correlato en la Argentina. Desde la Cancillería, que encabeza Santiago Cafiero, que por estos días está en Cabo Verde en la reunión ministerial de la zona de paz y cooperación del Atlántico Sur (Zpcas), negaron que haya existido alguna gestión reciente de la diplomacia de Putin para que el país forme parte de la recorrida, pensada para conseguir apoyos en momentos en los que la invasión a Ucrania pareciera haber entrado en una etapa de estancamiento.
“Ni ellos pidieron venir, ni estuvo en sus planes”, contestaron cerca del canciller Cafiero ante la consulta de LA NACION. Las mismas fuentes advirtieron que el intercambio económico con Rusia es hoy “muy bajo”, más allá de las “históricas” relaciones con la ex Unión Soviética, que apoyó el reclamo soberano sobre las Islas Malvinas. Durante la pandemia, y en el contexto de un vínculo que se hizo muy fuerte en 2020, la Federación Rusa fue el primer proveedor de vacunas Sputnik V, para combatir el coronavirus.
“Las conversaciones que tenemos con Rusia y con Ucrania, son para encontrar un alto el fuego y que se inicie un proceso de negociación y paz. Lo hacemos con todas las partes involucradas”, agregaron muy cerca del canciller, que conversó por teléfono con Lavrov, a fines de diciembre, sobre la posibilidad de armar una mesa de negociación internacional que pusiera fin al conflicto, una iniciativa que hasta el momento no prosperó.
En aquel diciembre, una eventual visita de Lavrov que estaba al menos prevista por la Cancillería, fue suspendida por la diplomacia rusa luego de sondeos preliminares sobre fechas tentativas, que en el caso argentino fueron transmitidos al Gobierno, según fuentes diplomáticas, por el embajador en Moscú, Eduardo Zuaín.
En la Cancillería evitaron pronunciarse sobre la estrategia del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que en medio de una fuerte retórica anti-norteamericana viajó a China y recibió al canciller ruso. “No opinamos sobre la diplomacia de otros países, eso se lo dejamos al Pro”, sostuvieron, tajantes, desde el Palacio San Martín.
El exembajador en Rusia Ricardo Lagorio dijo a LA NACION: “En Rusia se preguntan cuál es el verdadero Gobierno. ¿Es el que le propuso a Rusia ser puerta de entrada para la región, o el que condena la invasión a Ucrania? No podían arriesgarse a un paso en falso y por eso no vinieron”. Lagorio forma parte hoy de los equipos de política exterior de Horacio Rodríguez Larreta.
“Nos une el deseo común de contribuir a la formación de un orden mundial multipolar más justo y verdaderamente democrático, basado en el principio de igualdad soberana de los Estados”, dijo Lavrov luego de su reunión con Vieira.
Necesitado del apoyo de Washington para salir del tembladeral financiero que generan la inflación y la devaluación constante del peso, el Gobierno optó por no promover la visita del jefe de la diplomacia rusa, que se verá por estas horas con el presidente venezolano Nicolás Maduro, y en los próximos días con el nicaragüense Daniel Ortega y el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, aliados en la guerra contra Ucrania y enemistados desde hace décadas con Estados Unidos.
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