El Gobierno le baja el tono a la controversia por la base de China en Neuquén: ya no habla de “inspección” sino de “visita”
Fuentes oficiales, además, aseguraron que no será inminente; las actividades en la estación habían sido cuestionadas por el embajador Stanley la general Richardson, que la semana pasada estuvo en el país
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Habrá visita. Pero no será “inspección” ni se desarrollará en las próximas horas. De ese modo, el gobierno de Javier Milei bajó el tono en relación con la estación espacial china en Bajada del Agrio, en la provincia de Neuquén. Se trata de una base a la que Washington mira con recelo, y que formó parte de las conversaciones que la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur, sostuvo en su reciente visita al país con funcionarios nacionales.
Altas fuentes oficiales aseguraron este domingo a LA NACION que “habrá una visita” a la base china, pero evitaron precisar fechas. “No va a ser mañana”, explicaron desde el Gobierno, en referencia a este lunes.
La supervisión de las actividades de la base corresponde a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que depende en la estructura del Estado de la jefatura de gabinete.
La polémica alrededor de la estación aeroespacial china retomó fuerza con las declaraciones a LA NACION del embajador de Estados Unidos en el país, Marc Stanley. En la previa de llegada de Richardson al país, el diplomático expresó su “sorpresa” ya que, a su criterio, “Argentina permite que las Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén, en secreto, haciendo quién sabe qué”. Stanley agregó que tenía entendido “que se trata de soldados del ejército chino que operan este telescopio espacial, no sé lo que hacen, creo que los argentinos tampoco lo saben, y deberían entender por qué los chinos están desplegados allí”. Casi de inmediato, la embajada de China en Buenos Aires rechazó las acusaciones, y afirmó que la base es “estrictamente científica”, dedicada a la “cooperación tecnológica”, y destacó que “en lugar de los llamados militares mencionados, los científicos tanto de Argentina como de China tienen acceso al uso de esta estación para investigación científica”.
Durante la semana que pasó, y en coincidencia con los encuentros que sostuvieron con Richardson, muy cerca del Presidente afirmaron que una “inspección” a la base estaba siendo estudiada. En su entrevista con la cadena Bloomberg, el propio Presidente afirmó que “se están iniciando las auditorías” y que se va a “estudiar la situación”, atentos al rechazo de Beijing a las sospechas del gobierno y la diplomacia norteamericana. No respondió a la consulta directa, sobre si el Gobierno pensaba o tenía pensado cerrar la base, que comenzó a construirse durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner y se inauguró en 2018, ya con Mauricio Macri y Cambiemos en el poder.
En tren de bajarle varios peldaños a la disputa entre las dos superpotencias, desde el Gobierno recordaron que la estación es fruto de un acuerdo entre la Agencia Estatal China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC), la Conae y el gobierno neuquino, en la modalidad de comodato, y por un período de cincuenta años.
En tren de despejar dudas, fuentes oficiales destacaron que “los equipos de la Conae visitan periódicamente la estación”, y que la última visita fue en septiembre del año pasado. También agregaron que “hay personal civil argentino que trabaja en la estación realizando mantenimiento general”.
En relación a la voluminosa antena de 35 metros de diámetro, en el Gobierno reiteraron que “se trata de una tecnología desarrollada para misiones interplanetarias, destinada a asegurar la conectividad y la transmisión de datos hacia las naves que se encuentran a distancias fuera de la órbita terrestre”. La Conae, abundaron, tiene acceso a la utilización de un tiempo de uso de la misma antena, para “desarrollo de proyectos nacionales y de cooperación regional e internacional”. Argentina participa, según esa explicación “en programas de exploración interplanetaria”, y la Conae “tiene acceso” a la información que recopila China por medio de un convenio específico. En cuanto al “secretismo”, denunciado por el embajador Stanley, desde el Gobierno destacaron que funcionarios y alrededor de 350 alumnos han estado dentro de la estación aeroespacial “conociendo en persona el rol que cumple la estación en exploración del espacio”, agregaron.
Claro que no es esta, precisamente, la opinión que Estados Unidos tiene sobre las actividades que allí se realizan. “Brinda al ejército chino capacidades globales de seguimiento y vigilancia espacial”, dijo la propia Richardson en su último informe ante el Congreso estadounidense. La general apuntó, además, al puerto que China proyectaba construir en Ushuaia, y que compite de modo directo con un proyecto de Estados Unidos. “Mejoraría drásticamente la capacidad de la República Popular China para acceder a la región antártica y la pesca, e impactaría la movilidad estratégica de Estados Unidos hacia un área reservada para la paz y la ciencia”, advirtió Richardson sobre el puerto en esa declaración.
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