El Gobierno explora fórmulas urgentes con el FMI para evitar caer en el default
El Presidente, en Escocia, y Martín Guzmán, en Roma, evalúan con el Fondo la exención de la cesación de pagos hasta concluir las negociaciones por el pago de la deuda
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GLASGOW (De un enviado especial).- El presidente Alberto Fernández utiliza la última jornada de su gira europea para profundizar en el “monotema” de su discurso ante los líderes mundiales: la necesidad de que países como la Argentina puedan refinanciar sus deudas para conseguir financiamiento y ponerse en la senda del desarrollo, que a escala global empieza a requerir la utilización de energía verde como condición sine qua non.
El pedido de Fernández, que hoy volvió a realizar aquí en Glasgow pero que ya lo había planteado en Roma, en la cumbre del G-20, parte de la base de que la Argentina no está siquiera en la línea de largada para apuntalar el desarrollo. Primero necesita, imperiosamente, arreglar las cuentas pendientes con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París, antes de que ejecuten un nuevo default del país.
Por eso Fernández pasó los dos últimos días en esta ciudad escocesa y la cercana Edimburgo –donde se hospedó la delegación argentina- con un ojo puesto en lo que sucedía en Roma, donde quedó el ministro de Economía, Martín Guzmán, para afilar la negociación con Julie Kozack, la responsable del departamento del Hemisferio Occidental del FMI. Ayer estuvieron reunidos durante más de diez horas en la embajada argentina de la capital italiana.
Ante la inminencia del “deadline” que fijó el Club de París para el 31 de marzo de 2022, el plazo que impuso a la Argentina para llegar a un acuerdo con el Fondo, el Gobierno empezó a explorar la posibilidad de que el organismo otorgue un “waiver” que, en los hechos, suspende la ejecución de la cesación de pagos de la deuda por un plazo determinado, a la espera de que concluyan las negociaciones. En criollo, sería un permiso para que la Argentina incumpla el contrato.
Fernández se anotició de esta posibilidad en Roma, durante el encuentro con Georgieva, según trascendió anoche en el hotel donde se hospeda en Edimburgo. La extensión de la reunión de Guzmán con Kozack –de la que también participó Gustavo Beliz, mano derecha del Presidente- hace prever que el Gobierno argentino y el organismo ya están afinando los detalles técnicos para decretar el “waiver”. Otra posibilidad es un recurso denominado “stand still”, una suerte de paraguas bajo el cual el FMI no ejecuta el default ni el país inicia los pagos.
Pero esa exploración no depende solo de la voluntad política de Georgieva, a quien en el Gobierno consideran “flexible” y propensa al acuerdo, sino especialmente de lo que empiece a definir el directorio del Fondo en su reunión anual de diciembre próximo. La burócrata búlgara habría dado media palabra para avanzar allí con la eliminación o la moderación de los sobrecargos que cobra el organismo a los países excesivamente endeudados como la Argentina.
Por eso, el Presidente festejó aquí en Europa que el documento final del G-20 incluyera una alusión a la “continuidad de la discusión” en torno a los sobrecargos, ya que si bien no fue una recomendación directa al FMI, al menos “no se cayó del documento”, admitieron fuentes oficiales, lo que hubiera significado un duro traspié para la diplomacia nacional. La activación de un “fondo de resiliencia” para apuntalar la salida de la pandemia en países pobres y de renta media también fue celebrada por la delegación argentina.
“Viene a pedir”
De todos modos, aquí en Europa circula una idea sobre la Argentina respecto de sus constantes problemas financieros y tanto los líderes políticos como los empresarios tienen claro que el Gobierno de Fernández “viene a pedir”. Lo que no les queda claro, en cambio, es qué está dispuesto a dar el Presidente –y en un sentido más amplio el propio país- para recibir algo a cambio.
En materia climática, Fernández dejó en Glasgow algunos compromisos concretos, pero nada dijo de la Ley de Humedales que sigue frenada en el Congreso. En cambio, tomó como propia una iniciativa de Máximo Kirchner para considerar la deforestación como un “delito ambiental”, que en términos políticos enfrenta el corrimiento de la frontera agrícola y vuelve a azuzar el conflicto histórico entre el kirchnerismo y el campo argentino.
Sin embargo, el papel de la Argentina en una cumbre de escala global como la COP-26 es absolutamente secundario. La cadena BBC inglesa no reportó la presencia de Fernández aquí, pese a que el Presidente tuvo varios intercambios –algunos de tono amistoso- con el primer ministro Boris Johnson. No obstante, el Gobierno pareció más interesado en dar gestos de acercamiento al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cuya administración será clave para encarrillar –si es que esto sucede- el tren descontrolado de la deuda.
Este martes, Fernández dio otra señal en ese sentido al participar en Glasgow de un evento sobre emisión de gas metano organizado directamente por la Casa Blanca. “La República Argentina celebra esta iniciativa sobre el Compromiso Global del presidente Biden, que renueva desde los Estados Unidos su liderazgo en materia de ambiente y cambio climático”, sostuvo Fernández, como para que no quedaran dudas de su intencionalidad política.
A su regreso a Buenos Aires, Fernández deja en su representación en cumbre de cambio climático a los ministros Juan Cabandié (Ambiente) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), quien ayer capitalizó el anuncio de inversión de 8400 millones de dólares de una corporación australiana que quiere producir hidrógeno verde en la Patagonia argentina. El Gobierno se aseguró que los primeros 3000 millones se desembolsen en los próximos dos años, justamente los que le quedan de mandato a Fernández.
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