El Gobierno espera un “gesto” de Ortega antes de retirar a su embajador en Nicaragua
Alberto Fernández aguarda una reacción ante la presión internacional por la detención a dirigentes opositores; Mateo Daniel Capitanich, el representante argentino en Managua, está en Buenos Aires
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Con el embajador Mateo Daniel Capitanich ya en Buenos Aires luego de su vuelo de regreso desde Managua, la consigna desde el gobierno de Alberto Fernández y la Cancillería es una sola: esperar y verificar si la presión internacional sobre el presidente nicaragüense Daniel Ortega da resultados. Si ello ocurre, el embajador argentino en Nicaragua volverá a su puesto, aunque el escepticismo ronda por ahora en los despachos oficiales. No son pocos quienes creen que el llamado a consultas de Capitanich por la “preocupantes acciones políticas-legales realizadas por el gobierno nicaragüense” contra candidatos de la oposición podría transformarse en una cuestión permanente.
En principio, cerca del canciller Felipe Solá -que llegó hoy a New York para participar el jueves de la reunión del Comité de Descolonización de la ONU- aseguraron que resulta “prematuro” aventurar el devenir del vínculo con Nicaragua, luego de la abstención argentina en la votación de la OEA que condenó la persecución a dirigentes de la oposición. Recién en los próximos días, y junto con el informe que Capitanich dará ante el vicecanciller Pablo Tettamanti (una formalidad, según coinciden fuentes diplomáticas), llegará una evaluación más formal de los pasos a seguir. En tanto, se conoció hoy que la Argentina no firmó hoy en la ONU un documento que exige elecciones libres en Nicaragua.
La evaluación de los próximos pasos de Ortega, que volvió a gobernar Nicaragua junto a su esposa Rosario Murillo en 2007 y ha profundizado su estilo autoritario desde entonces, se tomará “en conjunto con México”, afirmaron fuentes del Gobierno. El llamado simultáneo a sus embajadores en Nicaragua fue la vía que encontraron ambos gobiernos para salir de la “soledad política” luego de la abstención en la OEA. Según pudo saber LA NACION, el embajador mexicano en Nicaragua, Gustavo Alonso Cabrera Rodríguez, será recibido hoy por el canciller de ese país Marcelo Ebrard, que durante el fin de semana estuvo “en contacto permanente” con el Presidente para definir los términos del llamado a sus embajadores.
Alternativas en estudio
Más allá de la mesura y el silencio de Capitanich en torno a sus pasos futuros, las opciones que se manejan, en caso de falta de resultados, van desde el retiro definitivo del embajador, y que la sede diplomática quede a cargo de su encargado de Negocios, hasta la ruptura diplomática lisa y llana, una hipótesis que hoy se considera “lejana” para el Gobierno.
“Hay cosas que son discutibles, pero meter presos a los opositores ya no es tolerable”, dijeron por lo bajo desde el Gobierno, a modo de justificación del llamado a consultas, un paso que enojó a los sectores más radicalizados del Frente de Todos, los mismos que aplaudieron la abstención argentina en la OEA.
Más allá de la búsqueda de equilibrio interno, el Gobierno mantendrá la línea crítica en relación a las denunciadas violaciones a los derechos humanos en el país centroamericano. El embajador en el Consejo de Derechos de la ONU con sede en Ginebra, Federico Villegas, tiene instrucciones de apoyar la actualización del crítico informe de ese organismo sobre la situación en Nicaragua, mientras Ortega ordenó el lunes pasado el allanamiento de los domicilios particulares de dos reconocidos periodistas, afianzando un camino que parece no tener freno a pesar del rechazo y la presión internacional.