El Gobierno enfrenta un escenario complicado en una nueva pulseada regional
Se elige al nuevo presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y Sergio Díaz-Granados, el candidato del presidente de Colombia, llega con ventajas sobre Christian Asinelli, el postulante de Alberto Fernández
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Este mediodía de Buenos Aires, un par de horas más que en la Ciudad de México, el gobierno de Alberto Fernández intentará anotarse una victoria política y económica en la votación por la presidencia de la Corporación Andina de Fomento (CAF), para la cual sostiene la postulación de Christian Asinelli, hombre de confianza del Presidente y de su secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.
El horizonte, horas antes de la compulsa de la que participarán representantes de 19 países y con Beliz y Asinelli ya instalados en tierras mexicanas, parece cargado de nubarrones, ya que su oponente, el colombiano Sergio Díaz-Granados, parece contar con una mínima ventaja, en un final “cabeza a cabeza” por el manejo de la entidad, que tiene a su cargo la distribución de fondos para infraestructura en el continente por cerca de US$15.000 millones.
Luego de semanas de reuniones y mucha “rosca” con los referentes de los distintos países, Asinelli tiene asegurados los obvios respaldos de Bolivia y Venezuela, sede actual de la CAF. A esos apoyos (cuyo voto es doble por ser dos de los cinco países fundadores del organismo) se les suman los de España y Portugal, “abrochados” por el Presidente durante la gira europea realizada a principios de mayo, más los de República Dominicana. Enfrenta una dura oposición en Díaz-Granados, hombre de confianza del presidente colombiano, Iván Duque, quien además del respaldo de Ecuador se anotó los de los socios de Fernández en el Mercosur, Uruguay y Brasil. Ni Luis Lacalle Pou –quien se fotografió días atrás con el candidato colombiano– ni Jair Bolsonaro ocultan su distancia con Fernández, un frío que la votación –a realizarse en México– dejará en claro.
El cuarto integrante del Mercosur, Paraguay, no se ha manifestado al respecto, y su voto es para el Gobierno el centro de las controversias, al igual que el de Panamá y, sobre todo, el de Perú, con validez doble, al igual que Ecuador y la propia Colombia.
Desde la Casa Rosada aseguran que la situación de Perú es, a la vez, “anómala y compleja”, ya que el virtual presidente electo, Pedro Castillo, prometió su apoyo a la Argentina en diálogos con Beliz, Asinelli y el propio Presidente. El problema es que la Justicia Electoral en Perú aún no lo ha declarado ganador en el ballottage con Keiko Fujimori y, a la vez, que el gobierno actual –que se irá el 28 de este mes, encabezado por Francisco Sagasti– adhirió por escrito a la propuesta de Colombia.
“Es complejo que la administración saliente vote una decisión que implicará todo el mandato de Castillo”, afirmaron desde la Casa Rosada, dejando abierta la posibilidad de un voto favorable. Lo contrario piensan en Colombia, donde aseguran que el gobierno saliente no entregará una postura sostenida con anterioridad, cuando la victoria de Castillo aún no está confirmada. “Va a ser una votación de 10 a 9. Todo se va a resolver en el momento”, confían fuentes oficiales en Balcarce 50.
Mercosur complicado
Además del voto de Perú, Díaz-Granados parece cerca de asegurarse también el de Panamá. Medios de comunicación de Colombia dieron cuenta de la “promesa” de trasladar la sede central de la CAF de Venezuela a la capital panameña, una propuesta que habría inclinado la balanza de ese país en favor del candidato de Duque. El semanario web colombiano Las Dos Orillas asegura que Díaz-Granados también tiene en el bolsillo el voto del presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez.
Termine como termine la votación, no será una semana fácil para el Gobierno en materia internacional. El jueves, Brasil asumirá la presidencia pro tempore del Mercosur de manos de Argentina y, de no mediar negociaciones de última hora, avanzará con su idea de bajar de manera drástica el arancel externo común (AEC), una medida apoyada por Lacalle Pou y resistida por la Argentina, que envió una contrapropuesta de rebaja sectorizada (dejando a salvo rubros que considera esenciales, como automotores y textiles). Esa propuesta aún no recibió respuesta positiva de Bolsonaro.
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