El Gobierno, en piloto automático a la espera de la transición
En la Casa Rosada aseguran que aún no recibieron llamadas del Frente de Todos
La línea directa que inauguraron el 28 de octubre no se usó. Nadie llamó. Sin contacto con el presidente electo, Alberto Fernández, ni su equipo, el Gobierno está dedicado a "cerrar temas". Cuando restan poco más de cuatro semanas para que Mauricio Macri le entregue la banda y el mando a su sucesor, la transición no avanzó ni un paso.
"¿Hay alguna reunión? ¿Llamó alguien?". Las respuestas son siempre las mismas: silencio. Los habitantes de la Casa Rosada abren las manos y levantan los hombros. Nadie entiende por qué aún no comenzaron los encuentros para dejar la administración de forma ordenada.
Mientras tanto, el Gobierno solo gestiona la crisis económica. Casi sin actividad oficial, solo hay dos decretos en evaluación: traspasar el programa de testigos protegidos, que depende del Ministerio de Justicia, al Poder Judicial -según adelantó LA NACION el último miércoles, el Presidente firmaría un decreto de necesidad y urgencia (DNU) con la transferencia del sistema de protección, que alcanza a 225 testigos y 97 familiares, a la Cámara de Casación Penal, máximo tribunal penal- y otro que estipule los "términos y condiciones" del traspaso de mando.
Mientras tanto, los equipos técnicos de Fernández están trabajando con la información que tienen disponible en un informe sobre la herencia que recibirá de Macri. Sin precisiones sobre cuándo se sentarán a una mesa para poner en marcha la transición, cerca del presidente electo "esperan poder hacer las reuniones con el Gobierno".
Hasta ahora, los cuatro encargados de la transición por el kirchnerismo, Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, Gustavo Beliz y Eduardo "Wado" de Pedro, no establecieron conversaciones formales ni informales con los ministros de Macri.
Macri, que ya decidió y anunció a sus íntimos que permanecerá y buscará liderar a la oposición a partir del 10 de diciembre, aprovecha cada día para reunirse con colaboradores y agradecerles el trabajo de estos años. Las reuniones con su equipo serán una constante. Anteayer, por ejemplo, almorzó en la quinta presidencial de Olivos con todos sus custodios, fuerza que comanda Alejandro Cecati, el jefe de la custodia presidencial.
Sin sobresaltos
El Presidente y sus colaboradores ya se resignaron, saben que lo importante pasa por las definiciones que surgen de la calle México, búnker de operaciones del albertismo. Y están convencidos de que no habrá sobresaltos económicos de acá al 10 de diciembre. La decisión del Banco Central (BCRA) de reforzar el cepo -se impuso un límite de US$200 mensuales para la compra de dólares para personas físicas con cuenta bancaria-, con el fin de terminar con la pérdida de reservas, contener el precio del dólar y proteger los depósitos bancarios, tuvo el efecto que esperaba la Casa Rosada.
Para las últimas cuatro semanas al frente del Poder Ejecutivo, Macri prepara una serie de gestos para consolidar su figura. En ese sentido, viajará a algunas provincias, como Córdoba -el Presidente bromeó los últimos días ante algunos de sus colaboradores con que estaba evaluando irse a vivir a la provincia que mayores alegrías electorales le trajo-, Santa Fe y Jujuy.
Pero también aprovechará la agenda internacional que tiene por delante, que incluye una cumbre del Mercosur, que se realizará en Río Grande do Sul, Brasil.
Si bien tiene previsto participar para realizar un balance de la política exterior que desarrolló durante su mandato, en el Gobierno siguen con atención el enfrentamiento cada día más complicado entre Fernández y el presidente brasileño, Jair Bolsonaro.
"Es un problema", reconoció una alta fuente oficial.
El cierre de su presidencia, en el que ya trabaja el equipo de comunicación que lidera el jefe de Gabinete, Marcos Peña, será el 7 de diciembre. El Gobierno espera para ese día una gran movilización a la Plaza de Mayo. "La plaza de la despedida", ironizó un hombre con diálogo fluido con el jefe del Estado.
En medio de la discusión por el liderazgo en la nueva etapa que comienza, sobre todo con el radicalismo, cerca de Macri consideran que una Plaza de Mayo colmada será suficiente para desactivar cualquier intento de rebelión. Al igual que la expresidenta, hace cuatro años, Macri aspira a ser el garante del 40 por ciento de la sociedad que lo votó el 27 de octubre.
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