El Gobierno busca reconstruir su vínculo con Bolsonaro y normaliza relaciones con Nicaragua
Alberto Fernández y el presidente brasileño se encontrarán el mes próximo en la reunión del Mercosur; el Gobierno “festeja” las elecciones en Venezuela y dispuso el regreso del embajador Capitanich a Managua
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En menos de un mes, y luego de dos años de desconfianza y desencuentros virtuales, el presidente Alberto Fernández y su par brasileño, Jair Bolsonaro, compartirán su primera reunión presencial.
El encuentro de presidentes del Mercosur, programado en Brasilia para el 16 y 17 de diciembre, servirá para intentar reflotar no solo una relación bilateral que tuvo choques directos y posturas divergentes y hasta antagónicas en distintos temas, sino además el destino del bloque común, dividido en temas centrales como el Arancel Externo Común y la posibilidad de autorizar acuerdos extra zona sin necesidad del consenso absoluto de sus cuatro miembros originales.
“La sintonía política con Brasil se está afinando entre las cancillerías”, afirman cerca del canciller Santiago Cafiero, que a poco de asumir el cargo pudo anunciar un “acuerdo” con Brasil para la suba general del 10 por ciento en el AEC, acelerado de modo unilateral por Bolsonaro hace dos semanas y causa de acaloradas discusiones durante largos meses. Desde la cancillería elogian a Daniel Scioli, a quien califican como un “embajador muy activo y productivo”, y agregan que “eso es muy bueno para esta etapa de la pospandemia donde hay que acelerar todos los mecanismos de promoción comercial”, dentro y fuera del Mercosur.
Con el estilo audaz y desacartonado que ya es su marca registrada como diplomático, estilo que lo llevó a festejarle el cumpleaños al presidente brasileño con torta incluida, Scioli tiene en agenda para el 1 de diciembre un homenaje al expresidente José Sarney, puntal de la fundación del Mercosur junto a Raúl Alfonsín, evento al que prometieron asistir “los empresarios más importantes de Brasil” y del poder político de la principal potencia sudamericana. “Si va Bolsonaro sería un golazo en la previa”, se lo escuchó decir a un colaborador de Scioli con su habitual lógica futbolera, la misma que llevó al exgobernador bonaerense, semanas atrás, a homenajear al astro futbolístico Romario, hoy senador por Río de Janeiro.
Dos meses consecutivos con superávit comercial y el mayor nivel de exportaciones en siete años son dos de las cucardas que el embajador argentino se cuelga por estos días. “Nadie de Brasil nos preguntó por la derrota en las elecciones”, agregan en el Gobierno, más allá de las públicas simpatías de Fernández y de todo el kirchnerismo de paladar negro por Luiz Inácio Lula da Silva, probable adversario de Bolsonaro en la búsqueda de su reelección, el año que viene. “Bolsonaro tiene su público, y no es seguro que Lula se presente a elecciones”, se ataja otro funcionario cercano a Scioli, intentando tomar prudente distancia de los deseos del ala “progresista” del Frente de Todos, que ya ve un eventual regreso de Lula al poder como punta de lanza de un revival de la primacía de gobiernos “de la Patria Grande”, hoy reducido a Bolivia, Perú y México.
En Brasilia también volverán a verse Fernández y Luis Lacalle Pou, el presidente de Uruguay que insiste con la necesidad de que cada país del Mercosur pueda celebrar acuerdos bilateral extra zona. “No son amigos, pero la relación personal no es mala. ¿Con cuántos presidentes Fernández comió dos asados?”, se preguntaron en diálogo con LA NACION desde la diplomacia uruguaya, aunque puntualizaron que “las visiones sobre los intereses que cada país tiene frente al bloque parecen no estar en sintonía” y que Uruguay “insistirá” en la reunión del Mercosur (donde Paraguay asumirá la presidencia pro témpore) en la necesidad de “modernizar” el bloque común con los acuerdos extra zona, resistidos por Argentina.
Venezuela y Nicaragua
Más allá de intentar reconstruir los vínculos con sus vecinos, el Gobierno y la cancillería siguen proponiéndose como “intermediarios” entre los Estados Unidos y gobiernos cuestionados como Venezuela y Nicaragua, hoy con distintos niveles de aislacionismo y mirados de cerca por Washington.
En relación al régimen de Nicolás Maduro, en el Gobierno ven como un “triunfo de la política exterior” la realización este domingo de elecciones regionales, con la participación de dirigentes opositores aunque sin Juan Guaidó, y la presencia del centro Carter, la ONU y la UE como garantes de la legitimidad de los comicios. En representación del Observatorio Democrático del Parlasur estará su presidente, el diputado kirchnerista Oscar Laborde, mientras desde Cancillería afirmaron a LA NACION que no hay una “representación formal” del Gobierno en Caracas, más allá del viaje de grupos de izquierda y kirchneristas “por las suyas”.
El Gobierno espera, también, que la “ola democrática” alcance pronto a Nicaragua, que hace dos semanas celebró elecciones fuertemente cuestionadas, con opositores exiliados o presos, en las que Daniel Ortega obtuvo una nueva reelección. “Si se acomoda todo y bajan el nivel de agresión, los vínculos van a mejorar”, aseguran desde el ala kirchnerista del Gobierno. Desde el Gobierno y fuentes diplomáticas reconocen que luego de cuestionar aquellas elecciones en la OEA dispusieron el retorno a Managua del embajador Daniel Capitanich, llamado a consultas en junio, en una decisión consensuada con México. El propio Capitanich confirmó a LA NACION este domingo que ya está en la capital de Nicaragua y que retomará funciones a primera hora del lunes.
“A ellos les conviene tenernos de aliados”, razonan fuentes diplomáticas y niegan de modo enfático que la presidencia de la Celac, pretendida por el Presidente para enero, sea el motivo central por el que el Gobierno estudia una vuelta a la normalización de relaciones con Nicaragua, que se opuso a la presidencia argentina de la Celac durante la reciente reunión del bloque común.
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