El Gobierno apura el acuerdo con el FMI, apremiado por el desplome de las reservas
En una semana, Guzmán presentará el “plan plurianual” y aguarda una señal del organismo; la reaparición epistolar de Cristina Kirchner confirmó, a su estilo, que se aceleró la negociación
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“As soon as possible”. Con esa frase, pronunciada en el idioma en que se llevan adelante las negociaciones, definió un funcionario la intención del gobierno de Alberto Fernández de avanzar cuanto antes en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en momentos en que el Banco Central está apremiado por el desplome de las reservas líquidas, a juzgar por las restricciones a la venta de pasajes y la orden a los bancos para que vendan sus propias divisas.
La celeridad que le imprimió la administración del Frente de Todos a las conversaciones con el staff técnico del FMI se debe, además, a que la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda consideran que se abrirá en los próximos 20 días una “ventana de oportunidad” para conseguir un aval del organismo que, aunque no sea completo, les permita sacarse de encima la espada de Damocles que pende de los “impagables” vencimientos de deuda programados para 2022.
El apuro del Gobierno para sellar el acuerdo con el Fondo fue confirmado ayer por la reaparición epistolar de Cristina Kirchner, quien repartió advertencias tanto para Fernández como para la oposición que tendrá que sentar una postura en el Congreso. La actitud de la titular del Senado volvió a sorprender al Gobierno, pese a que en la Casa Rosada no la tomaron como un veto: “El texto ratifica el apoyo al Presidente en la negociación con el FMI”, remarcaron voceros oficiales.
Diálogo avanzado
De acuerdo a fuentes gubernamentales consultadas por LA NACION, el contenido de los mensajes entre Buenos Aires y Washington debería corporizarse en el plazo máximo de una semana –con tope el lunes 6 de diciembre- en la presentación del “plan plurianual” que anunció el presidente Fernández la noche de la elección y cuya redacción está a cargo del ministro de Economía, Martín Guzmán. En forma paralela, el Gobierno aguarda una declaración de “beneplácito” del Fondo.
El plan incluirá una “recopilación de asuntos ya saldados” con el FMI, aseguraron a este diario en un despacho del Ministerio de Economía, invirtiendo la lógica que indicaba que el Gobierno buscaría primero el aval del Congreso –donde requerirá del apoyo clave de una oposición fortalecida por su victoria electoral- para luego iniciar una ronda de negociaciones presenciales en Washington, antes de la reunión del board del Fondo previa al receso de fin de año.
El calendario apretado que debe afrontar el Gobierno en procura de un acuerdo con el FMI provocó en los últimos días una confluencia en Buenos Aires de todos los funcionarios implicados en las negociaciones. Así, se sucedieron las reuniones entre Fernández, Guzmán, el secretario Gustavo Beliz; el representante argentino en el organismo, Sergio Chodos; y el embajador en Washington, Jorge Arguello, clave para la relación con Estados Unidos.
Si bien el FMI cuenta con 189 países que se sientan en el directorio, entre ellos la Argentina, lo concreto es que Washington dispone del 16,5 por ciento de los votos y sin su anuencia, resulta prácticamente imposible reunir el 85 por ciento de las voluntades establecido para cualquier acuerdo que firme el organismo. “Estados Unidos es clave en esta etapa”, sostuvo un funcionario involucrado en las negociaciones y agregó: “También lo son Alemania y Japón”.
Por eso Fernández y el canciller Santiago Cafiero buscaron denodadamente emitir señales de acercamiento al presidente norteamericano, Joe Biden, durante la cumbre del G-20 que se reunió en Roma e inmediatamente después en la COP-26 de cambio climático que sesionó en Glasgow, según pudo constatar LA NACION en ambas ciudades europeas. La comitiva argentina anhelaba una invitación para una reunión bilateral en la Casa Blanca este fin de año.
Pero eso no sucedió y en cambio, Washington hizo llegar a Buenos Aires un mensaje claro, a través del embajador designado Mark Stanley, quien en la audiencia de confirmación ante el Senado estadounidense dijo que el Gobierno argentino debería “presentar un plan” si lo que pretendía es un acuerdo con el FMI. Tras una reacción marcada por la incomodidad, en la Casa Rosada apelaron al pragmatismo y alumbraron el “plan plurianual” que cocina Guzmán.
La directora del Fondo, Kristalina Georgieva, hizo otro pedido concreto en el encuentro cara a cara que tuvo en Roma con el presidente Fernández: que se involucrara también al sector privado argentino. De ahí las reuniones con empresarios en cuyo bordado participó el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y los mensajes pro-acuerdo que vienen emitiendo en los foros el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro del Interior, Eduardo De Pedro.
“¿Hoy tenemos un acuerdo con el FMI? Aun no, pero lo que sí tenemos es una única posición en todo el Gobierno”, aseguró una fuente oficial en contacto con este medio. Así, se refirió al ruido político y económico que provocaba el persistente silencio de Cristina Kirchner, antes de la nueva que en el Frente de Todos decodificaron como un aval al plan negociado con el Fondo. “Hay una coincidencia estratégica con el discurso del Presidente el Día de la Militancia”, señalaron.
¿En qué consiste el plan?
El Gobierno busca acceder a un programa del FMI denominado Servicio Ampliado (SAF), que tiene un plazo de 10 años de refinanciación de la deuda –Cristina y Máximo Kirchner plantearon 20 años durante la reciente campaña electoral- como una forma de afrontar el Stand By que firmó la administración del expresidente Mauricio Macri en 2018, por un monto total de 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron U$S 44.500 millones.
En las reuniones con el staff del organismo –integrado por Julie Kozack y Luis Cobeddu, a quienes se sumará próximamente Ilan Godfajn-, los funcionarios proyectan “senderos” en materia fiscal, de recaudación, tipo de cambio y crecimiento de la actividad económica, con números que ya están incluidos en el Presupuesto 2022 y que se repetirán en el plan plurianual. “Está todo ahí, hay que leer con atención”, advirtió una fuente de Hacienda.
Por caso, establece que este año la inflación cerrará en el 47,3 por ciento, que descenderá al 34,6% en 2022; al 28,4% en 2023 y al 22,2% en 2024. En cuanto al tipo de cambio, el plan proyecta que el valor nominal del dólar subirá 23,9% en 2022, a 131,10 pesos; otro 25% en 2023, hasta 161,30 pesos; y un 19,6% en 2024, con tope en 189,10 pesos. Con la misma lógica, el programa señala un crecimiento del PIB de 4% en 2022, de 3% en 2023 y de 2% en 2024.
Un capítulo aparte, por su dimensión política, será el referido a la reducción del déficit fiscal, que según se descuenta, exige el FMI para firmar el acuerdo con la Argentina. Se trata de un asunto sensible en la interna del Gobierno: el antecedente más fresco era -hasta ayer- la carta de Cristina Kirchner en la que reprochó un “ajuste” al ministro Guzmán. En Economía estiman que el rojo fiscal irá en descenso, concluirá 2022 en el 3,3% del PIB y será inferior al 3% hacia 2023.
Aunque Guzmán sostiene que no se trata de un recorte del gasto porque subió la recaudación, lo cierto es que ya está haciendo los deberes: el último viernes recalibró el déficit fiscal primario al 3,5% del PIB, un punto debajo de lo proyectado en el Presupuesto 2021, pese a que el gasto del Estado aumentó 20% en términos reales por efecto de la campaña electoral. Esa línea se profundizaría en 2022 con una segmentación de las tarifas de servicios públicos.
A diferencia del Gobierno anterior, que generalizó la suba de tarifas en toda la población, la administración del Frente de Todos focalizaría los incrementos en la clase media alta. Alguna señal en ese sentido ya dio en los últimos días, cuando restringió la posibilidad de comprar pasajes para viajar al exterior con financiamiento de tarjetas de crédito. La falta de dólares también se evidenció en la orden del Banco Central a los bancos para que vendan sus propias divisas..
La relación entre Guzmán y el titular del BCRA, Miguel Pesce, no está exenta de encontronazos por el rumbo de la política monetaria. “Son generaciones distintas, con formaciones diferentes, pero llegaron a un acuerdo de trato”, dijo un funcionario que los conoce a ambos. En los hechos, el Banco Central le está haciendo frente a la escasez de dólares mientras el ministro de Economía negocia el acuerdo con el FMI, ahora con un apuro objetivo.
“Estamos trabajando intensamente en la negociación. No ocultamos nuestro objetivo de hacer un acuerdo rápido y conveniente. ¿Cuál es el escollo? Hay un conjunto de puntos, como dice el principio no escrito: ´Nada está resuelto hasta que todo está resuelto´”, deslizó uno de los negociadores, mientras ingresaba a la Casa Rosada para una reunión con el Presidente. El camino emprendido implica, para Fernández, completar su mandato bajo el paraguas del FMI.
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