El Gobierno acumula conflictos con vecinos y aliados internacionales que alteran la política exterior
Israel, Colombia, Brasil, Uruguay y los Estados Unidos, ejes de controversias políticas e ideológicas
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Israel esta semana, Colombia la anterior. Brasil y Uruguay como ejes de disidencias regionales permanentes; Estados Unidos y Gran Bretaña como muestras de oscilantes variaciones, entre el diálogo y la rispidez. Algún tropiezo incluso con aliados incondicionales, como Rusia y México, de quienes dependen en parte la provisión de vacunas contra el coronavirus.
El gobierno de Alberto Fernández acumula, desde el comienzo de su mandato, una serie de conflictos con distintos países, algunos de los cuales son protagonistas de negociaciones del país para resolver sus crónicos problemas de endeudamiento. Más allá de las disidencias de tipo ideológico, desde la oposición hablan de una política exterior “no sólo errática sino también poco inteligente” que derrumba puentes con eventuales aliados estratégicos, en consonancia con las consignas del kirchnerismo duro que responde, sin medias tintas, a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Israel, del amor al desencuentro
En una decisión sorpresiva, Alberto Fernández eligió a Israel como primer destino internacional de su mandato, a fines de enero de 2020. Poco a poco, la fraternidad se transformó en distancia, y así llegaron la declaración de la Cancillería que consideró “desproporcionada” la respuesta de Israel ante las protestas por los desalojos de familias palestinas de sus hogares en los barrios de Sheikh Jarrah y Silwan, previas a los misiles lanzados por el grupo terrorista Hamas; y el voto en favor de una investigación sobre supuestos crímenes de guerra a propuesta de los países árabes en Naciones Unidas.
“Hacemos lo que hace (Michelle) Bachelet”, contestaron en Cancillería en relación a la expresidenta chilena, que recomendó la investigación sobre Israel y al grupo palestino financiado por Irán que atacó a población civil israelí con más de 4000 misiles. “Es inaceptable”, dijo el secretario para Asuntos Latinoamericanos de la cancillería hebrea, Modi Ephraim, al embajador argentino Sergio Urribarri, a quien citó hoy para evidenciar su enojo con el apoyo argentino a esa resolución. Si bien se estima que el entredicho diplomático no escalará, Israel y su principal aliado mundial, Estados Unidos, tomaron nota de este voto, sobre todo en momentos en los que la Argentina busca aire para sus vencimientos de deuda con el Club de París y el FMI.
Colombia, distancias infranqueables
Los graves conflictos sociales y políticos que vive Colombia dispararon una escalada diplomática entre el gobierno de Fernández y el de Iván Duque, un centroderechista que no goza de la simpatía de la Casa Rosada. “Es una interferencia arbitraria que busca polarizar”, contestó la cancillería colombiana a los dichos del propio Presidente, quien condenó la “violencia institucional” que se vive en ese país por la respuesta de la seguridad colombiana a las protestas de distintos grupos sociales y económicos del país caribeño. La deportación del dirigente social hipercristinista Juan Grabois, que integraba una delegación cuyo objetivo era “denunciar” la “feroz represión” y presuntas violaciones a los derechos humanos en ese país, motivó un nuevo contrapunto entre la Cancillería argentina-que lo defendió´-y la de Duque, que adujo problemas con su pasaporte para justificar la prohibición de su entrada.
Bolsonaro, un socio incómodo
Los esfuerzos del embajador en Brasil, Daniel Scioli, por acercar a las partes no terminan de alcanzar: Fernández y Bolsonaro-que nunca se reunieron en vivo y en directo-no disimulan sus diferencias, y añoran tener otros interlocutores: a Fernández le gustaría un retorno de Luis Inacio Lula da Silva, y así lo hizo público, mientras Bolsonaro reitera cada vez que puede que la Argentina “se equivocó” al no permitir la reelección de Mauricio Macri.
La actual disidencia con el principal socio comercial del país pasa por el Arancel Externo Común del Mercosur, que Brasil intenta bajar todo lo que se pueda, a lo que Argentina se opone en defensa de industrias nacionales como automotores o textiles. Desde la Cancillería afirmaron que en la reunión de cancilleres, prevista para la semana que viene, las disidencias comenzarían a ceder, pero las diferencias de fondo continuarán de modo evidente.
Uruguay, con reparos
Del otro lado del río de La Plata, el gobierno de Luis Lacalle Pou insiste con la necesidad de “flexibilizar” el Mercosur y permitir acuerdos de sus países miembros con terceros países, sin un tratado que englobe a sus cuatro socios.
Aliado de Brasil en la pelea para bajar los aranceles, Lacalle Pou tiene, según la cancillería argentina, una postura “ideologizada” que no contribuye a lograr acuerdos, como cuando habló de “lastre” en la reunión del Mercosur y su socio argentino lo “invitó” a “abandonar el barco” común. Lo paradójico es que desde Uruguay aseguran exactamente lo mismo, en referencia a la actitud “proteccionista” que adjudican al gobierno argentino, que cada vez que puede homenajea al antecesor de Lacalle Pou, el frenteamplista José “Pepe” Mujica.
Estados Unidos, aliado con condiciones
La relación con los Estados Unidos, principal accionista del Fondo Monetario Internacional (FMI), pasa por un momento de vaivenes e inestabilidad. El diálogo se mantiene, pero el voto de Argentina en la ONU y, sobre todo, sus posturas en defensa del régimen chavista de Venezuela, encienden las alarmas en la principal potencia mundial. El retiro de la Argentina en la demanda ante la Corte Penal Internacional por los crímenes en Venezuela, efectivizados luego de su retiro del Grupo de Lima, contradice la búsqueda de Washington de “socios comprometidos por la democracia” en ese país y fue eje de quejas reservadas del gobierno norteamericano, que sigue reclamando un “plan económico consistente” a la Argentina como requisito para resolver su deuda, como lo expresaron fuentes de la embajada de ese país en Buenos Aires a LA NACION, la semana pasada. Desde la Cancillería prefieren puntualizar que la semana pasada la embajadora norteamericana en Naciones Unidas Linda Thomas-Greenfield agradeció, en presencia del canciller Felipe Solá, los “continuos esfuerzos por la estabilidad regional y los derechos humanos” en Venezuela y Bolivia.
Gran Bretaña, frialdad con el estigma Malvinas
El embajador británico en el país, Mark Kent, regresa a su país en los próximos días luego de cumplir con su misión diplomática. Sus recientes encuentros con la ministra de Salud, Carla Vizzotti, y de Educación, Nicolás Trotta, fueron verdaderas “islas” en un contexto de frialdad del Poder Ejecutivo apenas disimulada. La decisión de “incomodar” a Gran Bretaña y diferenciarse así de la política de Cambiemos; la denuncia de sus ejercicios militares en la zona de conflicto como ocurriera el mes pasado y la idea de forzar una definición futura de organismos internacionales en su condena a la “ocupación” británica de las islas Malvinas conviven con acuerdos puntuales como el de identificación de restos de soldados fallecidos en la guerra de 1982 a través de la Cruz Roja Internacional. Nada indica que el vínculo pueda mejorar en lo inmediato.
Algunas disidencias públicas con el México de su férreo aliado Andrés Manuel López Obrador, primera visita internacional de Fernández luego de ganar la presidencia, parecen haber quedado en el olvido por su postura común en la lucha contra el coronavirus. Las peleas verbales con Suecia y Chile por los números de casos y muertes que el Presidente exhibiera durante el inicio de la pandemia, las diferencias con el Papa Francisco por la despenalización del aborto durante su reciente gira europea y la queja de Japón, principal acreedor del Club de París, por los pagos ya efectuados a China, también forman parte de la colección de conflictos afrontados por la actual gestión, en su controvertida y muchas veces contradictoria relación con el mundo.
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