El giro ideológico de la región ilusiona al kirchnerismo, pero el regreso de la "Patria Grande" aún parece lejano
El Gobierno cree que soplan nuevos vientos ideológicos en América Latina, pero aún ve lejano el regreso de la Patria Grande, aquel conglomerado de países gobernados por presidentes de centroizquierda durante la década pasada.
Las aspiraciones de Alberto Fernández no se sostienen solamente por la el regreso de Evo Morales a Bolivia junto a su delfín y flamante presidente, Luis Arce, tras casi un año de inestabilidad institucional. La lista se completa con el desconcierto de Jair Bolsonaro al confirmarse la derrota de Donald Trump, su principal aliado; el interrogante que se abrió tras la destitución de Martín Vizcarra, en Perú; y el resultado por amplísima mayoría a favor de reformar la constitución en Chile.
El oficialismo ve ahora una nueva ventana para posicionar a la Argentina como un actor de mayor peso regional tras un año en el que el país pareció quedar aislado y rodeado de gobiernos de ideologías opuestas al Frente de Todos. La primera prueba será el intento de concretar el demorado ingreso de Bolivia al Mercosur como miembro pleno.
Sin embargo, aunque el escenario cambió, en el Gobierno también hay consciencia de que los nuevos vientos todavía no confirman un giro hacia una alianza similar a la que conformaron Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, Hugo Chávez de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador y los Kirchner de Argentina.
Si bien con Arce ya instalado La Paz el kirchnerismo sumó un nuevo aliado y mantiene un buen vínculo con el mexicano Andrés Manuel López Obrador, en la región todavía gobiernan Bolsonaro, el chileno Sebastián Piñera y el uruguayo Luis Lacalle Pou, el colombiano Iván Duque y el ecuatoriano Lenin Moreno, todos exponentes del retroceso regional de la izquierda en los últimos años.
Fernández tiene un buen trato con Piñera y Lacalle Pou, al que visitó esta semana. Pero ambos, al igual que el resto, asumieron una postura dura frente a la crisis en Venezuela, que se convirtió recientemente en una de las pocas varas que define las alianzas y rupturas en la región.
"Vamos a buscar que exista una nueva conciencia de integración en Sudamérica, que no vemos todavía plenamente en la región, por eso valoramos el triunfo de Bolivia, y al mismo tiempo queremos tener la mejor relación posible con Estados Unidos", dijo la semana pasada el canciller Felipe Solá, quien estos últimos días habló de trabajar en una "nueva etapa política del continente para recuperar la unidad perdida".
La victoria de Joe Biden en las elecciones de Estados Unidos puede no garantizar un giro brusco en las relaciones de Washington con la Argentina y el resto de América Latina, pero sí dejó un mensaje claro para la disputa política entre nuestro país y el Brasil de Bolsonaro, que regocijó a más de un diplomático oficialista.
En lo que hasta ahora parece ser el comienzo de una relación conflictiva, el presidente de Brasil ya tuvo su primer roce con Biden y hasta usó retórica bélica. "Tenemos pólvora", dijo tras conocerse que Biden podría implementar sanciones económicas a Brasil si no se toman medidas para controlar los incendios y desforestación en la Amazonia. Un cruce inesperado que hasta provocó comparaciones del poderío militar de ambos países en la prensa brasileña.
El rol de la Argentina ante el final de la sintonía extrema entre Estados Unidos y Brasil es material de análisis para los expertos en política internacional. "La duda es cómo impactará una presidencia de Biden en la gestión de Bolsonaro. Con su presidencia, Brasil estuvo abdicando de su tradicional rol de coordinador regional y en Brasilia había fuertes expectativas en una alianza bilateral con Trump.
Washington siempre apuesta a la relación con Brasil, y seguramente eso no cambiará. No obstante, sí hay entre los demócratas sectores que desconfían de Bolsonaro y es probable que el gobierno argentino pueda ser visto con otros ojos por parte de la diplomacia norteamericana", dijo a LA NACION Julio Burdman, profesor de Geopolítica de la UBA.
En ese sentido, el eventual regreso de Estados Unidos al multilateralismo y a una agenda más liberal en el continente, dice Burdman, puede generar que la Argentina "deje de ser mirada de reojo por muchos sectores de la política exterior de Estados Unidos".
Por su parte, el economista y doctor en relaciones internacionales Pablo Kornblum bajó las expectativas por el giro en parte de la región debido a que se mantendrá "un ala más conservadora" con Bolsonaro, Piñera o Duque, aunque crece el "renacimiento del nacionalismo latinoamericano que quiere llevar adelante Fenández con Arce y López Obrador".
"Pasamos de la época de decepción neoliberal de los 90 al viento de cola internacional que vino con un halo progresista, a gobiernos más conservadores. La sociedad volvió a desencantarse y dice que no estaba tan mal con los gobiernos progresistas", señaló, para explicar el giro regional.
El rol de Estados Unidos, sin embargo, todavía no está claro. "El patio trasero de EEUU va a seguir siendo trasero y por lo menos en el corto plazo no va a tener super injerencia. Lo que sí va a haber es intentar contener a China y otras potencias que hace muchos años se han adentrado en la región", concluyó.
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