El Frente de Todos sumaría bancas pero conservaría su condición de primera minoría en Diputados
Además, se reduciría el espacio de diputados aliados, claves para votar las leyes de la Casa Rosada; la obsesión de Juntos por el Cambio es preservar la unidad para retener las 60 bancas que pondrá en juego
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El resultado de las elecciones primarias, además de definir qué candidatos competirán en las elecciones generales de noviembre, ofrecerá una primera aproximación sobre cómo quedará conformada la Cámara de Diputados en lo que resta del mandato de Alberto Fernández. Todo indica que la relación de fuerzas no va a cambiar demasiado respecto de la situación actual, salvo que el Frente de Todos logre una victoria o sufra una derrota por un margen amplio, alternativa que por ahora no aparece probable según las encuestas.
Según las estimaciones preliminares del oficialismo y de la oposición, con un triunfo ajustado a nivel nacional la bancada que conduce Máximo Kirchner incrementaría en un puñado su número de integrantes con la próxima renovación parlamentaria, pero no le alcanzará para reunir 129 diputados propios para llegar al quórum y entronizarse como mayoría. Es decir que el bloque del Frente de Todos se conservaría como primera minoría, pero con un agravante: a partir de diciembre próximo se vería reducido el heterogéneo mosaico de diputados aliados que, hasta ahora, fueron su salvavidas para sancionar varias de las leyes claves del Poder Ejecutivo.
El oficialismo hace cuentas: debe superar el 40% de los votos en todo el país para controlar la Cámara de Diputados ya sea con diputados propios o con el aporte de un puñado de fieles aliados. Su objetivo de máxima es renovar las 51 bancas que este año pone en juego y sumar otras 10; para ello necesitaría alcanzar el 42 o 43% de los votos a nivel nacional, una meta que ni siquiera las encuestas más optimistas de la Casa Rosada anticipan.
Menos ambicioso aunque más realista, el objetivo de mínima del oficialismo es, además de renovar las bancas en juego, sumar otras 6; así, con 125 integrantes, alcanzaría el quorum con el apoyo de diputados aliados que espera poder cosechar en distintas provincias. Para ello debería arañar el 40% de los votos.
Los aliados claves
Desde que asumió Fernández la presidencia, el oficialismo se valió de una decena de legisladores aliados que, con sus matices, acompañaron las iniciativas del Gobierno. Sin embargo, la mitad de ellos finalizará su mandato en diciembre próximo, entre ellos el mendocino José Luis Ramón –que saltó a las filas del oficialismo de su provincia-, el bonaerense Eduardo “Bali” Bucca y la neuquina Alma Sapag.
Sólo dos diputados permanecerán en sus bancas hasta 2023, Luis Di Giacomo (Juntos somos Río Negro) y Diego Sartori (Frente para la Concordia Misionero). El oficialismo confía en sumar al menos otros dos misioneros y la banca que deja vacante Sapag para acercarse al escenario dorado de la mayoría.
Sin embargo, no todo se presenta tan sencillo pues la fidelidad de los aliados, sobre todo en contextos económicos y políticos complejos, suele ser lábil y costar demasiado cara. Ya no le será tan fácil al oficialismo buscar votos en el redil de los diputados que se ubican en el medio de la grieta entre el oficialismo y la oposición, no sólo porque este espacio será más pequeño sino porque se anticipa más opositor y crítico del Gobierno con debutantes como Javier Milei, Florencio Randazzo y José Luis Espert, si finalmente son electos.
Ante este panorama, tanto el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, como Máximo Kirchner se preparan para seguir lidiando con una relación de fuerzas adversa en el cuerpo en los próximos dos años. Un desafío por demás complejo si se considera el fuerte desgaste que ha sufrido en el último año la gestión de Fernández, la frágil situación de la economía y las pujas internas que tensionan a la coalición gobernante.
Aun así, ambos lugartenientes de Fernández en la Cámara de Diputados confían en la posibilidad de avanzar en acuerdos tácticos y estratégicos con un sector de la oposición de Juntos por el Cambio tras las elecciones de noviembre próximo. Así lo planteó Massa hace pocas semanas en el Consejo de las Américas.
“Hay que pensar la Argentina después del 10 de diciembre y después de la pandemia”, sostuvo el presidente de la Cámara baja, quien resaltó como “fundamental” encontrar un mecanismo “que nos permita pensar 10 consensos básicos para la construcción de la Argentina de los próximos veinte años”.
Massa confía en que su buena relación con Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y aspirante a presidir la UCR a partir de diciembre próximo, favorezca la tarea de asegurar la gobernabilidad en los dos años que restan de mandato del presidente Fernández. Cree, además, que con la llegada a la Cámara baja de Rogelio Frigerio, María Eugenia Vidal y de Diego Santilli -con quienes supo mantener un contacto fluido- el ala dura de Juntos por el Cambio quedará relegada y que el diálogo será más sencillo que con las actuales autoridades de la bancada.
Las autoridades de la mesa nacional de Juntos por el Cambio rechazaron la posibilidad de un acuerdo político con el Gobierno; en plena la puja electoral, su obsesión es preservar la unidad para retener las 60 bancas que pondrá en juego en las próximas elecciones. Para ello debería reeditar el triunfo que obtuvo la gestión de Mauricio Macri en 2017, una meta tan difícil de alcanzar como la del oficialismo de obtener quórum propio.
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