El fin de semana de Brenda Uliarte y el grupo de vendedores de copos de nieve
Después del atentado, la novia del atacante de Cristina Kirchner se refugió con amigos, que dijeron que ella no les contó la verdad; un mensaje de WhastApp los habría advertido de que ella, a sus espaldas, decía estar orgullosa del ataque
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Brenda Uliarte decidió escapar. Parada en la esquina de Uruguay y Juncal, vio pasar a su novio, que había sido arrestado por militantes kirchneristas después de gatillarle a la vicepresidenta. Hasta ese día vivía con él en una habitación a la que sabía que no podía volver. Esa madrugada buscó refugio entre quienes vendían copos de nieve con ella, lo más parecido que tenía a un grupo de amigos.
Eran las 5 de la mañana cuando Nicolás Gabriel Carrizo recibió su mensaje. Estaba asustada. Él le dijo que fuera adonde estaban ellos, la casa de Sergio Eduardo Orozco, en la avenida Montes de Oca, en Barracas. Así lo relató Carrizo este lunes en los tribunales, en una declaración conjunta con otros tres hombres que se identificaron como del mismo grupo, al que también pertenecía hasta la semana pasada Fernando Sabag Montiel, el agresor de Cristina Kirchner. LA NACION reconstruyó ese testimonio de dos fuentes de la causa que tuvieron acceso a lo declarado. También ayer testificó, más tarde y por separado, Orozco, otro de ellos.
Los hombres contaron que, como Uliarte, habían tenido una noche larga ese jueves y no habían podido dormir. Que los cinco entraron en pánico cuando las imágenes del tirador y el contenido de sus redes sociales empezaron a circular por los canales de televisión. “Nos preocupamos. Caímos realmente que era Nando. Temíamos que nos asociaran con la situación”, dijeron en los tribunales. Relataron que recibieron amenazas por las redes y que decidieron entonces salir y mostrarse. El primer intento, explicaron, fue Crónica TV, a la 1 de la madrugada. “Lo primero que se nos ocurrió fue ir al canal de Crónica, pero no nos atendieron porque era muy tarde”, dijo Carrizo.
Él es el jefe del grupo, afirmó. “Cuando le preguntaron jefe de qué, contestó que era el dueño de la máquina de hacer algodón de azúcar y de la garrafa que alimenta la máquina”, relató a LA NACION una de las fuentes que accedió a la declaración. Según el grupo, la novia de Sabag Montiel nunca les contó lo que había pasado. Les dijo que no lo veía a “Nando” desde “hacía como dos días”.
El viernes, Uliarte llegó a lo de Orozco cerca de las 13. Hicieron entonces gestiones para aparecer, esa noche, en Telefe. El canal les mandó un remis y allí dieron una entrevista todos juntos. Dijeron ser víctimas de amenazas y juraron que no tenían “nada que ver” con el ataque.
Esa noche, Uliarte se presentó como Ámbar. Sostuvo que se enteró “por la TV” de lo que había hecho su novio y juró que nunca había visto la pistola Bersa que Sabag Montiel gatilló en Recoleta, algo que con el paso de los días se probó falso, cuando apareció una foto de ella posando con el arma. En otro momento insistió, incómoda: “No la vi. Tal vez la tenía escondida. No estoy todo el tiempo con él”.
Al lado de ella, se sentó Carrizo (que se identificó como Nicolás en la entrevista). “No somos cómplices de lo que pasó. A ella la amenazaron de muerte. Nos amenazan todo el tiempo. Nos dicen que somos un grupo terrorista. Nazis. Le voy a ser sincero. Los tatuajes son tatuajes. Ese tatuaje ni siquiera es nazi. Nosotros nos vinculamos con una cierta amistad. Hola, ¿cómo estás?, ¿todo bien? Estábamos a full, laburando. Si hablamos de política no me acuerdo. Nosotros no tenemos nada que ver”, dijo Carrizo.
Uliarte contó entonces que conoció a su novio en una fiesta. Y que en otra les presentaron al grupo de Carrizo, que los invitó a trabajar con él. “Empezamos una cierta amistad”, acotó él, que trataba de ordenar el discurso de Uliarte.
Esa noche la pasaron todos en lo de Orozco, según la declaración judicial, pero el hermano del dueño de casa los echó. Se fueron entonces, con la máquina de copos a cuestas, a lo de otro amigo, en Bernal. Siempre según el testimonio que brindaron, regresaron a Barracas después, cuando Orozco supo que su hermano ya no estaba.
“El jefe quería que estuvieran todos juntos para cuidarse”, reconstruyó una fuente de la causa.
Los miembros del grupo insistieron en que no tienen pertenencia política. Contaron que iban juntos a Requiem -según su página, un “club nocturno de culto”- que queda en Avenida de Mayo, y que viven de vender algodón de azúcar a 600 pesos “el palo”, donde se clavan varios copos.
Uliarte se separó del grupo el sábado. Carrizo contó que trató de contactarla. Después, a él le llegó un audio de WhatsApp de una amiga de ella que cambió el escenario. Esa joven le dijo que Uliarte le había contado que estaba orgullosa de lo que había hecho “Nando”. Ese mensaje lo tiene la Justicia.
El lunes, después de que Uliarte fue arrestada, Carrizo y sus amigos decidieron presentarse en los tribunales. Fueron al Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista (DUIA) y de allí los trasladaron a Comodoro Py, donde declararon todos juntos. La jueza María Eugenia Capuchetti los tomó a los cinco hombres como testigos, no como imputados, y todos ellos accedieron a entregar sus teléfonos celulares. Su contenido ya está en poder de los investigadores.
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