El factor Milei, en la disputa entre Larreta y Bullrich
El jefe de gobierno porteño y la presidenta de Pro, con sus equipos, ajustan propuestas y narrativas con la mira puesta tanto en la gobernabilidad futura como en las diferentes etapas electorales
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La disputa interna de Juntos por el Cambio no tiene visos de apaciguarse, sino de profundizarse, tras el retiro electoral de Mauricio Macri. Y esto, a pesar de que en el diagnóstico de los problemas de fondo y en los tratamientos por aplicar las diferencias son escasas y en muchos casos, como en lo económico, imperceptibles. Las disidencias resultan muchas veces insalvables cuando se trata el cómo y el con quién. Con ese marco referencial se empieza a delinear la campaña de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Una carrera en la que larretistas y bullrichistas encuentran en “el factor Milei” un elemento disruptivo que, en forma creciente, obliga a calibrar las acciones.
La mayor complejidad radica en que la competencia no transitará por un camino de mano única y con una sola gran disputa por dirimir. Se trata de una carrera por etapas, todas muy diferentes, signada por las PASO, la primera vuelta de la elección general, un eventual ballottage y el aún más eventual ejercicio de gobierno, con audiencias y equipos más que diversos por enfrentar.
La consolidación del postulante antisistema en el trío de opciones con alguna probabilidad de éxito electoral en la elección general, según la mayoría de las encuestas, genera un cambio sustancial en el clima así como en el análisis estratégico de cada comando. Más allá de que esas previsiones de voto solo podrán constatarse tras atravesar el rasero de las urnas, cuando, tal vez, ya sea demasiado tarde. Los cada vez más falibles sondeos de opinión solo dan indicios volátiles.
En la configuración de escenarios, el jefe de gobierno porteño y la presidenta de Pro, con sus equipos, ajustan propuestas y narrativas con la mira puesta tanto en la gobernabilidad futura como en las diferentes etapas electorales, en función de ese condicionante que resulta el candidato de La Libertad Avanza.
La magnitud de su electorado (potencial o real) y el número de legisladores nacionales que pueda cosechar Milei son variables que ya resultan insoslayables en los análisis cambiemitas. También una fuente de preocupación en ascenso.
Para los oficialistas la cuestión es más sencilla (aunque más dramática): solo les preocupa si los libertarios antisistema pueden llegar a dejar al perokirchnerismo fuera del ballottage. Por eso, todos sus análisis, dosificación de energías y asignación de recursos (de todo tipo) en relación con Milei se circunscriben a las probabilidades electorales y a la evaluación del daño que podría causarle al Frente de Todos.
Advertidos de que el libertario ya penetró en algunos de sus bastiones, varios referentes territoriales del oficialismo evalúan cómo ecualizar su relación. Por lo pronto, estudian mapas del voto para facilitar (de muchas formas) el proselitismo libertario y, llegado el momento, cuidar la boleta de Milei en las mesas en que más votos podría sacarle a Juntos por el Cambio y para “descuidarla” en las que afectaría al FDT, con la premisa de que la capacidad de fiscalización de La Libertad Avanza será limitada. Ya se advierten ensayos y sobra expertise en la materia, aunque ninguna ingeniería electoral es perfecta.
Para los cambiemitas se trata, en cambio, de un rompecabezas complejo, que exige de mucha motricidad fina y precisión. Para cada etapa del proceso electoral en marcha y para después del 10 de diciembre se requieren estrategias particulares.
Esa inquietud se advierte con claridad en el espacio de Rodríguez Larreta, donde buscan dar con la sintonía fina necesaria para cada estación, con la ayuda del candidato, que se especializa en eludir definiciones demasiado tajantes, salvo excepciones, y aun a riesgo de la falta de identidad que pueda derivarse de ese atributo estructural.
Bullrich, el equilibrio inclinado
En el campamento de Bullrich, en cambio, es donde se registran menos dudas sobre cómo afrontar el fenómeno. Decididamente el burllrichismo no está dispuesto a pararse enfrente, sino a consolidar los puentes privados y públicos que tienen con el postulante de la cabeza enmarañada.
El complejo ejercicio dialéctico que debió ensayar la propia Bullrich la semana pasada para justificar y al mismo tiempo no quedar pegada a la extrema posición de Milei a favor de la libre portación de armas fue una demostración cabal de su estrategia.
Más en evidencia dejó su posicionamiento cuando defendió al economista antisistema luego de que Alberto Fernández trazara un paralelismo entre el surgimiento de Hitler y el ascenso de Milei. “¿Sabrá nuestro presidente quién fue Hitler? No puede ser tan poco serio para comparar a Javier Milei con uno de los peores genocidas de la historia de la humanidad”, tuiteó la precandidata presidencial, sin contemplar matiz alguno entre la aparición política y, luego, el gobierno criminal del genocida alemán.
Bullrich y su equipo están dispuestos a correr riesgos sobre la base de que los seguidores y potenciales electores pueden ser finalmente votantes suyos si Milei queda fuera de carrera presidencial en la primera vuelta. También, apuestan a que los legisladores nacionales que podría lograr sean los aliados para aprobar y darles respaldo político a los proyectos de reformas más radicales que la precandidata considera imprescindible adoptar en los primeros meses de un eventual gobierno suyo.
“¿Vos con quiénes creés que se podrá contar como socios para hacer la transformación que se necesita? ¿Con los peronistas (sean kirchneristas o no) o con los diputados y votantes de Milei?”, es la pregunta retórica que formula un alto dirigente del comando de campaña de Bullrich, que expresa como pocos el pensamiento de su jefa y, sobre todo, que lo conceptualiza aún más acabadamente que ella misma.
Ante el interrogante que despierta el impacto que ese posicionamiento puede tener en muchos votantes moderados de JxC, los bullrichistas minimizan las prevenciones.
“Primero, con el correr de la campaña ella puede ir suavizando las aristas más duras de su perfil, porque es más fácil moderarse cuando siempre fuiste duro que al revés. Y eso sin defraudar a los más radicalizados, a los que, por otra parte, no les quedarían mejores opciones tanto en las PASO como en un ballottage. También, influirá quiénes serán sus socios en la interna de JxC. Las fotos durante la Fiesta de la Vendimia con una parte muy importante del radicalismo, que incluyó a Facundo Manes, ya hicieron su aporte, y seguiremos en esa línea. Hay que tener en cuenta que el votante radical ya no es mayoritariamente el socialdemócrata de los ochenta y noventa”, añade una fuente que es parte del comando estratégico de Bullrich.
En el entorno de la presidenta de Pro agregan a todo esto el claro posicionamiento de Mauricio Macri sobre la profundidad de los cambios que deben realizarse, la consideración que siempre manifiesta hacia Milei y su anunciada decisión de convertirse en el garante de ese norte para su partido.
El retiro electoral de Macri no es político, como lo demostró en las 48 horas posteriores a su anuncio, que de tan febriles parecieron ser expresión de algún síndrome de abstinencia. Una percepción que consolidó un estrecho allegado al expresidente, que dice haberle escuchado preguntarse en esas horas: “¿No me habré apurado”. Antes que responder a esa duda existencial, Bullrich y los suyos lustran y se reflejan los lados más agudos del fundador de Pro.
De todas maneras, para reforzar la construcción bullrichista sin quedar presa de su condición de halcona y cercana al liberalismo antisistema ya se da por hecho no solo que el compañero de fórmula de Bullrich será un radical, sino que se busca un gobernador pragmático para compensar déficits de la candidata, como la propensión al dogmatismo o la falta de experiencia en gestión.
Así es que a los nombres ya conocidos de posibles compañeros de fórmula (como el correntino Gustavo Valdés) la mesa chica de Bullrich empieza a sumar el del mendocino Rodolfo Suarez. Su perfil mesurado y los cuatro años de gestión provincial entusiasman a la precandidata. El único casillero en el que Suarez todavía no despejó alguna duda es respecto de su carácter para manejar el Senado.
Alertas de Larreta
Desde el lado de Larreta no solo consideran peligrosos los gestos amigables y, a veces, complacientes de Bullrich y Macri con Milei para las chances electorales de Juntos para el Cambio, sino también para la gobernabilidad futura y para la democracia. Una posibilidad de unir en la misma narrativa la conveniencia con la eficacia y los nobles propósitos. “Es muy riesgosa la liviandad con la que se trata a alguien como Milei, que va contra la política y, sobre todo, contra principios básicos del sistema democrático republicano. Pero, además, desde nuestra perspectiva es errónea la consideración de que hay que trabajar para llegado el caso de ser gobierno contar con los votos en el Congreso de los legisladores de Milei. No solo en el mejor de las casos no van a ser más de una veintena, sino que, además, solo podrían servir en Diputados, pero no en el Senado, y siempre y cuando nosotros podamos sostener la cohesión de los representantes de JxC y no la dinamitemos por pactar con los libertarios”, explican al lado de Rodríguez Larreta.
La posibilidad cierta de recuperar el poder y la supervivencia del kirchnerismo favorecen la unión cambiemita, pero no estaría asegurada si la deriva hacia Milei se terminara por profundizar. Eso no solo espanta a una parte considerable del radicalismo. También eriza a Lilita Carrió y sus seguidores.
La situación se torna aún más compleja en el armado del proceso electoral por las múltiples derivaciones que cualquier definición tendrá entre los socios mayores de la coalición y por el impacto que podría causar en los diferentes distritos.
En eso van algunos de los desafíos principales que debe afrontar por estos días Larreta. Al hecho de que su figura ha venido retrocediendo desde su originaria posición de candidato cantado para convertirse en otro postulante más, al que varias encuestas dan en posición de paridad con Bullrich o por debajo, se le suman algunos otros déficits reales o de percepción muy arraigada.
Entre estos se cuentan la falta de nitidez de su posicionamiento en algunos temas así como la militancia antigrieta que sus rivales internos utilizan para instalar con algún éxito cierta desconfianza respecto de la relación con sectores con los que, a juicio de ellos, no se puede transigir y casi ni siquiera dialogar. El corrimiento de Macri lo expone aún más al escrutinio de los votantes cambiemitas, después de que el expresidente se pronunciara por los cambios radicales sin concesiones. La resolución de la interna por su sucesión en la Jefatura de Gobierno porteña será crucial.
Allí aparece la cuestión de cómo y con quién hacer esas transformaciones.
“Patricia corre con la ventaja de que solo piensa en el 14 de agosto (día de las PASO). Y tiene preparado un solo discurso. Es para el caso de ganar, porque si pierde se va a la casa. Por eso, y no solo porque está en su naturaleza, es tan radicalizada. De ahí no tiene retorno. Solo le queda apostar a todo o nada y después ver cómo y con quién gobierna si llega. Su voluntarismo es todo. En cambio, Horacio cree que hay que ir creando desde ya las condiciones políticas e interpersonales para poder gobernar y hacer cambios que sean sustentables. Aunque la emergencia explosiva y sostenida de Milei altere los análisis y diagnósticos”, dicen al lado de Larreta. El análisis y la justificación se dan la mano.
La respuesta a cómo y con quiénes no es unívoca, como se ve, dentro de Juntos por el Cambio. Y no bastan las muchas coincidencias fundamentales que hay sobre la naturaleza de los problemas que deberá afrontar el próximo gobierno y hasta sobre las medidas que deberían adoptarse. Por eso, las disonancias marcarán el eje de la campaña y en su administración y resolución estará una clave fundamental del éxito o el fracaso de las candidaturas y de un eventual nuevo gobierno cambiemita. Convendría estar muy atentos.
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