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A continuación, la desgrabación de sus principales conceptos:
- Existe un debate antiguo respecto de dónde está la clave de un éxito histórico. Del suceso o del fracaso de una experiencia en la política. ¿Es el papel de los líderes? ¿Son los sujetos individuales los que mueven la historia? ¿O es un proceso impersonal, que tiene que ver con millones de decisiones individuales, que forman una sola corriente, donde lo individual ya no se distingue? ¿Son los vientos del mundo, el contexto internacional, el ciclo económico? ¿Dónde está la clave? ¿En el líder o en las circunstancias del líder? ¿En la voluntad del que manda o en el tiempo en el cual le toca mandar? Es una pregunta importante porque nos va a dar, según la resolvamos, la relevancia que tiene que un líder interprete bien el momento en el que ejerce su liderazgo.
- Maquiavelo decía que la clave de un éxito político depende de dos cosas: "virtù", que en el italiano de su tiempo significaba pericia, el saber hacer; y "fortuna", la suerte, el sintonizar con la historia. ¿Cuál es la clave? Empezamos hoy con estas preguntas porque este lunes Alberto Fernández, una vez más, dio una interpretación, que a mi juicio es sumamente significativa, del momento histórico en el que le toca operar. Festejó el cierre de la negociación de la deuda con los acreedores que tenían bonos en dólares con jurisdicción en Nueva York. Hubo un 95% de adhesión, que por las reglas jurídicas de esos bonos se transforman prácticamente en una adhesión absoluta.
- El Presidente dijo que había despejado a la Argentina del problema de la deuda. Es verdad, hasta el año 2028. El presidente que siga, que si se reelige puede ser él u otro, no va a tener tampoco problema de vencimientos importantes. Ahora, el que le sigue a ese que le sigue, es decir, de acá a dos presidencias, se vuelve a encontrar con la misma montaña de vencimientos que encontró Fernández. Quiere decir que hay un enorme desafío de mediano o largo plazo de la economía argentina para crecer de tal manera que esos vencimientos sean manejables. Si no, lo único que se hizo fue correr el elefante un par de metros hacia adelante. Ocho años son un par de metros.
- En este contexto, Fernández, por segunda vez en muy poco tiempo, porque lo había dicho ya el viernes en una entrevista, dijo: "Yo ahora estoy como en el año 2003, cuando con Néstor heredé un laberinto, y logramos salir del laberinto". Insistió: "Esto lo dije una vez en un acto con Cristina Kirchner en el Gran Buenos Aires y les prometí que íbamos a salir del laberinto porque nosotros, los kirchneristas, sabemos sacar a la Argentina de los laberintos". Bueno, ahora Fernández dice: "Acabo de sacar, con este arreglo de la deuda, a la Argentina de su laberinto". Y ahora lo que nos queda es una experiencia de recuperación económica prácticamente inercial, por el movimiento de una economía que se va a desplegar solamente porque le quitamos de encima el problema de la deuda.
- ¿Esta lectura es correcta? Importa muchísimo si lo es o no, porque las decisiones que tome el Gobierno, las cosas que haga, dependen de dónde cree que está parado. Cuál es el flujo de la historia, hacia adónde va. Las expectativas que vaya generando también dependen de eso. Hoy Fernández le dio un mensaje a la sociedad, que es que el laberinto quedó atrás. No vale mucho la pena discutir si esa lectura histórica, la que tiene que ver con 2003, es correcta o fidedigna. Cuando uno mira los números se da cuenta de que Néstor Kirchner llega al poder cuando el laberinto ya había sido superado, de buena o mala manera, con una megadevaluación. Se derrumbaron los contratos y compromisos que tenía la Argentina, sobre todo en materia de deuda. No había vencimientos porque estábamos en default. Se había hecho por esa gran devaluación, también por las retenciones, una gran reducción del déficit público. Kirchner llegó casi sin déficit, empezaba a haber superávit fiscal. Y superávit de comercio. Era un mundo que estaba a las puertas de una enorme generación de riqueza proveniente de la demanda asiática. Especialmente de China, que entraba en un ciclo de crecimiento que se agotó en algún momento de 2013 o 2014. Es incomprensible la experiencia Kirchner sin ese contexto internacional.
- El laberinto que supuestamente encuentra Néstor ya había sido superado por Duhalde, Remes, Lavagna y Prat-Gay, que son las figuras que tuvieron a cargo esa crisis. Tanto se había superado, que Kirchner conserva al mismo ministro de Economía, que era Lavagna, y no hace nada por reemplazar al presidente del Banco Central, que era Prat-Gay. Es decir, la economía ya estaba encaminada.
- ¿Qué va a pasar ahora con el riesgo país? ¿Qué va a pasar con la capacidad que tenga la Argentina de tomar crédito? No estoy hablando del Estado, sino de toda la economía. ¿Cuánto le va a costar a una empresa argentina el dinero para moverse? Bueno, hoy el riesgo país está en 2000 puntos, quiere decir que pagamos 20% de tasa de interés cuando en el mundo es cero. ¿Se irá a reducir de 20 a 13, 12, 10? Seguiría siendo un costo altísimo. ¿Por qué sigue siendo tan caro el crédito?
- ¿Por qué si se arregló el tema de la deuda y salimos del laberinto, el crédito, que es el combustible para la recuperación económica, sigue siendo inaccesible? ¿Cuál es la razón? ¿Por qué las acciones de las empresas argentinas están en un piso histórico? Los bonos reflejan la salud general de la economía y en el fondo la capacidad de pago que tiene un país. Las acciones, en cambio, reflejan qué entorno tienen las compañías para hacer negocios, es decir, si van a tener más o menos prosperidad.
- Las acciones de las empresas argentinas están en un piso histórico porque hay muchos actores económicos fuera y dentro de la Argentina que creen que todavía no salimos del laberinto. Que está por delante y no por detrás ¿Se podría decir, entonces, que quienes piensan esto son las corporaciones que desconfían del kirchnerismo? En realidad no, porque hay cuatro millones de personas que consideran una salida muy aceptable la compra de 200 dólares en el mercado oficial de cambios. Situación que ocasiona una fuga de capitales al Banco Central que hoy preocupa al Gobierno.
- Es gente que cree que el laberinto está por delante y es justamente en este punto que se observa un defasaje entre la percepción del pueblo y el mensaje del Presidente. Él no sólo no dice cuál es la salida al problema. Niega la existencia de ese laberinto. Claro, siempre en la Argentina detrás de la compra de dólares se esconde una enorme incertidumbre respecto del futuro. En este caso un futuro marcado por una cuarentena cada vez más incómoda, que convive prácticamente con una disparada del virus. Una cuarentena que se hace cada vez más insostenible en el momento en que debería ser más rígida.
- Este conflicto genera una enorme incertidumbre por el temor al desempleo, a la pobreza y al cierre o a la destrucción de todo tipo de empresas. Pero además hay una razón adicional por la cual estamos en este problema que genera tensiones cambiarias, y es la duración de la negociación de la deuda, que hoy se terminó de resolver con la aceptación muy exitosa de la última oferta que hizo Martín Guzmán. Este cierre debería haber ocurrido el 31 de marzo. Sin embargo, la excusa del Gobierno fue la pandemia. Cuando la pandemia probablemente tendría que haber acelerado, y no demorado la negociación, porque la pandemia y la cuarentena traen más incertidumbre e inestabilidad. Todo esto forma parte del laberinto del que el Gobierno dice que ya salimos y del que muchos operadores económicos creen que todavía estamos adentro.
- Dentro del Gobierno también hay incertidumbre, y están quienes para resolver el conflicto proponen desdoblar el mercado de cambios para que no haya tanta presión sobre el dólar oficial y el contado con liquidación o que no haya un dólar blue con semejante brecha, porque eso nos habla de una perspectiva de devaluación. Entonces la propuesta de este grupo es liberar el tipo de cambio para quienes quieren comprar dólares para ahorro, adquirir bienes en el exterior, o viajar. Y dejar un tipo de cambio oficial administrado por el Banco Central para las operaciones comerciales. Pero hay otro sector del Gobierno que dice: "No, no estamos en condiciones de hacer eso, porque vamos a desatar una gran puja entre sectores. Mejor apliquemos más restricciones". Pero ¿qué quiere decir esto? La suspensión inclusive de esa compra de 200 dólares por mes.
- El problema de los dólares se inscribe en uno más amplio que está afrontando el Gobierno por estos días, al que se refirió Fernández el viernes, que es la iniciación de una negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto también agrega incertidumbre. El Presidente dice que él habla con Kristalina Georgieva y que ella va a entender el problema de la pobreza en la Argentina porque es húngara. En realidad, es búlgara. Pero Fernández dice que como húngara vivió en la pobreza del régimen comunista. No sé cómo le caerá esto al Partido Comunista, que forma parte del Frente de Todos.
- Más allá de ese detalle, Fernández supone que el diálogo con Georgieva va a aliviar a la Argentina, que va a tener respuestas para varias preguntas que le va a formular el FMI. Y estos interrogantes reparan sobre los niveles de inflación, de tipo de cambio e intervención en el mercado cambiario. Recuerden que, durante el gobierno de Mauricio Macri, los que tenían que renunciar eran los presidentes del Banco Central, porque el gran problema estaba ahí, y no en el Tesoro. No era un tema del déficit fiscal, sino la política monetaria y cambiaria las que llevaron a la Argentina al desastre que terminó con la gran recesión que heredó Fernández. El conflicto estaba y sigue estando ahí, en el régimen cambiario y monetario, y las preguntas del FMI van a ser por este problema. Es una cuestión relacionada con la magnitud del déficit público. Fernández hoy hizo una gran condena del endeudamiento público. Bueno, démosle la derecha al Presidente sobre este punto y admitamos que la deuda es mala. ¿Cómo se va financiar el déficit si no es con deuda? ¿Con emisión o con más impuestos? Esta es una pregunta que va hacer el FMI y que también nos estamos haciendo todos.
- Pero, ¿qué estoy describiendo? El laberinto. Este es el laberinto del que todavía no salimos. Y el Gobierno no nos explica muy bien cómo vamos a salir. Ahora Martín Guzmán tiene que mandar el presupuesto al Congreso y seguramente alguna de las preguntas formuladas se van a responder allí, aunque no sabemos con qué nivel de consistencia o credibilidad.
- ¿Cuánto va a durar la conversación con el Fondo? No sabemos ¿Va a cerrar el Gobierno un acuerdo con el FMI en pleno año electoral? Tampoco sabemos. ¿Va a asimilar los ajustes que le van a pedir mientras estén compitiendo en las elecciones? No se sabe.
- Ahora hay un problema al que ya nos referimos. A la Argentina le vuelven a faltar dólares y sin estos dólares no se puede crecer. Cómo hacer para que esta economía, que está sumida en la depresión, se recupere rápidamente sin dólares es la gran pregunta. A esa pregunta está ligado el resultado electoral del año que viene. En este punto es donde falta una hoja de ruta para salir del laberinto. Un discurso, una explicación. El Gobierno carece de una que sea contundente.
- El otro día escuché al canciller Felipe Solá en una exposición que hizo con otros funcionarios de la Argentina delante del Council of the Americas, que es una institución radicada en los Estados Unidos. También estaban Horacio Rodríguez Larreta, Santiago Cafiero, Matías Kulfas y Ginés González García. Solá ofreció una explicación de cuál es el lugar de la Argentina en el mundo y cuál es el camino que tiene que tomar para salir: hizo un gran elogio a las exportaciones y al sector agropecuario; una convocatoria a ser disponibles a la inversión de las empresas norteamericanas, que son el primer inversor externo del país; una crítica a la presión tributaria; y una critica a las retenciones. Era el canciller de Chile o de Uruguay.
- Ese era el discurso, muy aceptable, del canciller de la Argentina para alguien que lo está escuchando en Nueva York, pero también acá. No había posibilidad de preguntar sobre lo que estaba diciendo. Porque si uno tuviera la posibilidad de consultar a Solá, a Cafiero o a González García cómo convive todo eso con el decreto que interviene el sector de las comunicaciones transformándolo en un servicio público, y todo para saldar una pelea política con el diario Clarín. O cómo explicarían el caso Vicentin. O el giro hacia una posición mucho más nacionalista, mucho más estatista de la política energética, como la que adoptarán Darío Martínez y Ariel Kogan, dejaría en evidencia un problema de orientación. Ese problema es el que está detrás del riesgo país, de la caída del precio de las acciones o de la falta de perspectivas que ven las empresas argentinas. También de los cuatro millones de personas que compran todos los meses 200 dólares para poder zafar.
- Esta visión del ciclo económico, que supone que ya salimos del laberinto, implica no tener que hacer ningún acuerdo político para encarar algún tipo de reformas. "Nos bastamos como Gobierno a nosotros mismos". Hoy se demostró eso en el discurso de Fernández. Solo agradeció a los propios: a Cristina Kirchner, a sus bloques en el Congreso, suspendió el agradecimiento a Roberto Lavagna --hay quienes creen que por pedido de Sergio Massa, que estaba celoso--. Ahora le agradeció a Massa, pero no a Lavagna. Misteriosamente, le agradece siempre al papa Francisco, que no se sabe cuánto tuvo que ver en las negociaciones con BlackRock.
- Alberto Fernández podría haberse ubicado en el momento en que anuncia algo tan importante para el país, como el haber despejado un enorme problema sobre el crédito público, como jefe de la Nación. Pero prefirió presentarse como jefe de una facción. La idea de "vengo a cerrar la grieta" pierde cada vez más vigencia. Sigue la Argentina en el laberinto de la grieta y pareciera que el Presidente está cada vez más cómodo en ese lugar.
- Hay una lógica para esto, que está en la cabeza de Cristina Kirchner. Es una lógica muy aceptable a la que ella tiene todo el derecho del mundo de adherir. ¿Qué piensa la vicepresidenta? Voy a tratar de interpretar lo que hay dentro de su subjetividad. Piensa: "Soy la líder de un movimiento político; soy muy exitosa; goberné con mi esposo durante 12 años; volví cuando nadie suponía que iba a volver; puse un presidente sacado de la manga; represento un grupo de ideas, de gente, y tengo que velar por ese legado y por ese capital. No lo puedo entregar a las piruetas políticas de Fernández, mucho menos a las de Massa". Se siente la custodia de una representación, de un grupo de ideas, de un grupo de gente y, sobre todo, de un grupo de conflictos.
- Fernández no se puede mover de los conflictos de Cristina. Porque la identidad del kirchnerismo está dada más por sus conflictos que por sus ideas. Pasa algo que pasó siempre en el peronismo: política solo hace el líder. Política solo hacía Perón. Fernández tiene una falta de derecho a hacer política. Por eso soñó con cerrar la grieta y no puede. A Massa le pasa muchísimo más. Lo vemos todos los días tratando de diferenciarse un poco, pero mañana tiene que ir a pelearse con la oposición en la Cámara de Diputados. Debe ser una de las primeras veces que el presidente de la Cámara baja, que es el garante de los acuerdos, resulta ser el líder del conflicto. Ahí está Massa, cada vez más absorbido por Cristina Kirchner, igual que Fernández.
- Se refleja en las relaciones con la oposición. Y en la última novedad que es el incipiente conflicto con Larreta, cuya manifestación más evidente se produjo el otro día, en el Litoral, cuando Fernández habló de que le da culpa vivir "en la opulenta Buenos Aires". Anticipó también algo que había quedado pendiente cuando empezó la cuarentena, que es la posibilidad de que se le quiten recursos a la ciudad en beneficio de las provincias. Porque Fernández nos dice que "es el más federal de los porteños".
- Felipe Solá, porteño; Losardo, porteña; Trotta, porteño; Frederic, porteña; Moroni, porteño; Lammens, porteño; Kulfas, porteño; Vitobello, porteño; Vilma Ibarra, porteña; Béliz, porteño; Cabandié, porteño; Cafiero, de San Isidro; Gómez Alcorta, de San Isidro; De Pedro, de Mercedes; Guzmán, de La Plata; Salvarezza de Lanús; Tristán Bauer marplatense, con una vida en la ciudad de Buenos Aires; Katopodis, de San Martín; Meoni, de Junín; Arroyo, de Castelar; y González García, de San Nicolás. Un gabinete metropolitano. En todo caso, con mucha generosidad, bonaerense. Agustín Rossi es santafesino, igual que María Eugenia Bielsa y Basterra es chaqueño. Dicen que Dylan es jujeño y que eso sí le pone una dosis de federalismo al "porteño más federal de la Argentina".
- Lo que hay es la necesidad de un conflicto al que lo está llevando la dinámica política del Frente de Todos que sigue siendo conducido, con una claridad indiscutible, por Cristina Kirchner. El problema es: con esta lógica, ¿ganan las elecciones del año que viene? Porque Cristina en un momento necesitó de Fernández, de Massa, y de todo el resto del peronismo que necesita, a su vez, ubicarse en el centro. Balance: esta estrategia política fortalece muchísimo el liderazgo de Cristina hacia adentro del grupo, ¿le permitirá el año que viene ganar las elecciones? Esta es la gran pregunta que Fernández debe contestar. Es su propio laberinto.
Por Carlos Pagni
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