El extenso programa nazi de Juan Perón
Newsweek: el penalista Bianchi dijo al semanario que, en 1945, se proveyeron entre los nazis documentos argentinos en blanco.
BUENOS AIRES (Newsweek).- Los historiadores la denominan "línea de los soplones": se trata de la red internacional de partidarios nazis que ayudaron a miles de criminales de guerra alemanes a escapar hacia la América del Sur después de la Segunda Guerra Mundial. Apañados por solidarios clérigos católicos romanos e intermediarios del gobierno, asesinos nazis como Josef Mengele obtuvieron pasaportes de parte de la Cruz Roja o del Vaticano y, desde Italia, se embarcaron con destino a Buenos Aires, donde desaparecieron para vivir cómodamente en el exilio.
Durante mucho tiempo los historiadores pensaron que el ex presidente argentino Juan D. Perón "un ferviente profascista" respaldó activamente ese plan clandestino de inmigración.
Hace unos días, un ex miembro del gobierno de Perón formuló nuevas e interesantes declaraciones que dan sustento a esa sospecha. "El gobierno de Perón -denunció el ex funcionario- envió secretamente a Europa, en 1945, cédulas de identidad y pasaportes argentinos en blanco para ser distribuídos entre los nazis que trataban de huir al extranjero.
Idea reforzada
Esa denuncia refuerza la idea de que la Argentina fue la principal nación que protegió a los nazis después de la Segunda Guerra Mundial. Y fue planteada por Pedro Bianchi, un destacado abogado que defendió al ex capitán de la SS Erich Priebke en Italia el año pasado y dio sus primeros pasos como diplomático en la Cancillería argentina entre 1946 y 1948. "Fue una operación clandestina dirigida por el Canciller", comentó Bianchi al semanario norteamericano Newsweek. "Pero allí todos sabían lo que pasaba", añadió. Bianchi sostiene que 8000 cédulas de identidad y 2000 pasaportes argentinos fueron emitidos por la Policía Federal Argentina y enviados por correo diplomático a Viena, desde donde fueron repartidos a los nazis. Los probables motivos de Perón, a juicio de los historiadores, fueron su deseo de contar con invetigación tecnológica nazi, cierta afinidad ideológica, y una retribución multimillonaria en dólares.
El Centro Simon Wiesenthal, en París, exhortó al gobierno a investigar acerca de las denuncias de Bianchi.
Habrá más revelaciones con la publicación, prevista para abril próximo, del libro "Project Testimony". Un equipo de tres investigadores pasó cuatro años revisando más de 22.000 documentos anteriormente secretos en los archivos de la Cancillería argentina, que fueron abiertos por el presidente Carlos Menem en 1992. Los documentos muestran una "trama de cooperación", según la frase utilizada por la jefa de la investigación, Beatriz Gurevitch.
Los consulados argentinos en Nápoles y Génova y la embajada argentina en Roma regularmente sellaban los pasaportes de conocidos criminales de guerra nazis. En 1949 se permitió que los nazis fugados que habían ingresado en la Argentina con una identidad falsa -Mengele incluído- volvieran a usar su nombre original y también se les otorgó derechos legales plenos en la Argentina.
Los documentos también dan sustento a las acusaciones de que el gobierno argentino encubrió a los criminales de guerra nazis para evitar su extradición.
En cierta oportunidad, después de que el Departamento de Estado norteamericano recibió un informe que daba cuenta de la presencia del jefe del Partido Nazi, Martin Borman, en "Posadas, provincia de Misiones" y pidió al gobierno argentino que investigara, los funcionarios ordenaron a la Policía Federal que fuera tras los pasos de Borman en "Posadas, provincia de Mendoza". La policía informó que esa ciudad no existía, y rápidamente abandonó la investigación.
Habida cuenta del esquema de segundas intenciones del gobierno de Perón, es difícil creer que se trató realmente de un error.
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