Un exmarino argentino juzgado en Miami por la Masacre de Trelew admitió: “Disparé a todo lo que se movía”
Roberto Guillermo Bravo enfrenta desde el lunes un proceso civil en EE.UU. acusado del fusilamiento de prisioneros políticos en la base naval patagónica, en 1972
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MIAMI (AP).— El exmarino argentino Roberto Guillermo Bravo declaró en el juicio que enfrenta en Miami por su papel de la denominada Masacre de Trelew, un hecho en el que fueron asesinados 16 miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda, presos en el penal de Rawson, capturados tras un intento de fuga y ametrallados. Bravo admitió este martes que él fue uno de los militares que disparó y el que ordenó iniciar los tiros.
“Recuerdo que había una masa de personas que se nos venían encima”, declaró Bravo refiriéndose al grupo de prisioneros. “Dije ‘disparen’ dos veces... y disparé a todo lo que se movía y venía hacia nosotros”, manifestó tras explicar que él fue el primero en hacerlo y que tiró unas 30 balas.
Fue la primera declaración pública de Bravo. De 79 años, vive en Estados Unidos desde 1973 y es ciudadano estadounidense desde 1987. Enfrenta en Miami una demanda civil en busca de un resarcimiento económico que promovieron en octubre de 2020 familiares de las víctimas.
De acuerdo con la querella, el exmarino y otros militares “dispararon y mataron a 16 prisioneros políticos desarmados e hirieron de gravedad a otros tres” que luego desaparecieron, y participaron en torturas y ejecuciones extrajudiciales que violaron leyes internacionales y de Estados Unidos. Un jurado de siete miembros ofrecerá un veredicto al final del juicio.
Pese a que la masacre fue en Argentina, la Ley de Protección de Víctimas de la Tortura permite acciones judiciales si los acusados están en Estados Unidos.
Bravo fue interrogado por uno de los abogados de los demandantes, Ajay Krishnan; y luego por su propio defensor, Steven Davis. Su testimonio fue en inglés y duró cerca de tres horas.
En varias ocasiones dudó y se desdijo con respecto a un testimonio anterior que había ofrecido en 2021 frente a los abogados, y varias veces dijo que no recordaba bien los hechos.
En la misma audiencia, Eduardo Cappello, uno de los demandantes, trató de explicar por qué a casi 50 años de la llamada “Masacre de Trelew” él y otros tres familiares de las víctimas aún buscan que Bravo sea declarado responsable por los daños. “Decididamente el asesinato de mi tío marcó un antes y un después en mi familia”, expresó Capello, que lleva el mismo nombre de su tío. “La muerte de Eduardo fue el inicio de una serie de tragedias que incluyeron la desaparición de mi padre, mi madre y mi hermano”.
La defensa de Bravo alega que han pasado ya muchos años, más de los previstos por las leyes estadounidenses para poder presentar este tipo de demandas. Capello y los demandantes aseguran que no pudieron presentar antes la demanda por varios motivos, entre ellos, que hasta 2008 no sabían dónde estaba Bravo.
Las autoridades argentinas pidieron la extradición de Bravo en 2009, pero un juez de Florida la negó poco después. En 2019 se presentó una segunda solicitud de extradición que aún está pendiente.
Su relato de los hechos
Bravo dijo que la noche de la masacre estaba cenando en la base naval y había tomado unas dos copas de vino cuando llegó un marinero a avisarle que dos guardias que custodiaban las celdas estaban preocupados y lo querían ver. Según Bravo, fue Sosa -que está muerto- quien al llegar a las celdas ordenó que se quitaran las trabas de las puertas y que los presos salieran y formaran una fila.
Sosa -siempre según el relato de Bravo- caminó ida y vuelta por el estrecho pasillo que separaba las celdas y en un momento se cayó de rodillas. Uno de los presos, Mariano Pujadas, agarró su arma y efectuó dos disparos, dijo Bravo, que justificó así la orden que dio para disparar.
“Todo pasó tan rápido que lo único que recuerdo es que mi adrenalina estaba en un nivel muy alto. No tuve tiempo para pensar”, declaró. “Tenía que parar eso”, dijo y sostuvo que los presos avanzaban hacia él y los otros militares.
Bravo vive en los Estados Unidos desde 1973, se nacionalizó estadounidense y desarrolló una vida empresarial que lo convirtió en millonario.
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