El escribidor: la vida secreta de Centeno, custodiado y lejos de su mundo
El hombre que con su puño y letra revolucionó el país por haber expuesto un aparato montado para recaudar dinero de pagos ilegales vive hoy en un sitio seguro a casi 12 horas de viaje de la ciudad de Buenos Aires. El paradero de Oscar Centeno es un secreto de Estado.
"Dentro de las limitaciones a la libertad y las obligaciones que presupone encontrarse sometido al programa de Protección de Imputados Colaboradores, Centeno está bien", cuenta su abogado defensor, Gustavo Kollmann. Centeno está custodiado por el grupo de élite Los Lobos, que depende del Servicio Penitenciario Federal. Tiene contacto con sus familiares de forma segura, para que no se conozca su lugar de residencia. El chofer jujeño, de 63 años, tiene 13 hijos y 19 nietos, pero ellos no están en el programa de protección.
Este sistema le garantiza la posibilidad de permanecer fuera de la cárcel -tras haber declarado como "arrepentido" y aportado información a la causa-, tener una nueva identidad si se considerase necesario, una nueva vivienda y dinero provisto por el Estado para mantenerse por seis meses.
Apenas unas horas después de haber sido detenido en su domicilio en Olivos, Centeno cambió su estrategia para defenderse: le revocó la representación a Norberto Frontini, un abogado cercano al kirchnerismo, y optó por tener un defensor oficial. Los intereses de Frontini, se sospechó, podían ser cercanos a los del hombre a quien Centeno había respondido hasta antes de ser detenido: Roberto Baratta.
Asombrado por el volumen de dinero que transportó durante años en su Toyota Corolla, anotó detalles en sus ocho cuadernos y registró incluso material audiovisual.
Centeno pasó de ser un ignoto chofer a protagonizar los temas de conversaciones y las preocupaciones de muchos de los involucrados en la megacausa que hoy investiga la Justicia por el pago de sobornos para la adjudicación de obras públicas. En apenas una mañana, cuando se efectuó un operativo de detención que involucró a exfuncionarios y empresarios, Centeno ganó decenas de enemigos de alto calibre.
"Se encuentra muy contenido, tanto por la gente del programa como por su defensa. Está informado de todo y tiene conocimiento de todos los aspectos técnicos de la causa", explica Kollmann. El defensor oficial dice que no conoce el domicilio donde está Centeno, a quien consulta de todos modos antes de tomar cualquier decisión en su representación.
El viernes pasado Kollmann apeló el procesamiento de Centeno "por no encontrarse debidamente fundada la participación que se le atribuye en la asociación ilícita que según el juez lideraba la expresidenta, como también la prisión preventiva que le dictó".
Según el defensor, la medida de la prisión preventiva que dispuso Bonadio en su resolución es nula porque no puede hacerse efectiva, dado que Centeno está excarcelado por el propio juez y porque "ningún riesgo procesal puede existir al encontrarse dentro del programa de protección del Ministerio de Justicia ". También sostiene que es "desproporcionado" el embargo que le dictaron a Centeno por 4000 millones de pesos.
En su declaración ante el fiscal Carlos Stornelli , Centeno dijo que le entregó los 8 cuadernos a Jorge Bacigalupo. "Esos cuadernos se los entregué a un amigo policía, Jorge Bacigalupo, para resguardarlos por mi exmujer cuando yo presentí que ella leía los cuadernos y empezaba a andar mal la relación. Yo no se los mostraba pero los tenía en el ropero y temía que ella los hubiera leído", declaró.
Luego reveló la tensión entre ellos y continuó su relato: "Se los pedí porque desconfié, porque cuando se los pedí para verlos me dijo que los había mandado a lo de un amigo en Córdoba, entonces le digo: 'Vamos a Córdoba', y le insisto diciéndole 'vamos ya'. Ahí Jorge me habla por teléfono y me dice que mañana los tendría disponibles. Cuando los paso a buscar al día siguiente veo que la caja estaba abierta y Jorge me responde que cuando le entregás algo a alguien tiene que saber qué hay adentro y ahí discutí con él".
Bacigalupo había entregado el material al periodista Diego Cabot, que investigó las irregularidades de los exfuncionarios del Ministerio de Planificación durante años.
Desde 1998 hasta 2003, Centeno y Bacigalupo se vieron diariamente. Ambos trabajaban como remiseros y eran compañeros de una agencia de viajes en Martínez. En una entrevista con LA NACION, Bacigalupo contó que cuando Centeno dejó la agencia de viajes para trabajar para el Ministerio de Planificación, su amistad continuó y mantuvieron el vínculo durante años.
Ahora, según pudo reconstruir LA NACION, Centeno y Bacigalupo permanecen distanciados y el vínculo no se recompuso. Tampoco hubo contacto entre ellos desde que estalló el escándalo.
Centeno ofició como suboficial del Ejército y por eso, según su abogado, tenía el hábito castrense de llevar una bitácora o un cuaderno de novedades. También por su oficio de remisero, ya que anotaba en detalle los viajes que hacía para luego facturárselos a la agencia para la que trabajaba. Aquellas anotaciones, que comenzaron a modo de conteo de los kilómetros, el origen y el destino para luego hacer un simple cálculo de costo, devinieron en registros cuasiobsesivos de hechos delictivos que sucedieron frente a sus ojos durante días, meses y años.
"Como remisero estaba siendo testigo directo de hechos que le preocupaban, y no quería perder su trabajo", explica Kollmann.
Los cuadernos que fueron un "resguardo" para Centeno terminaron siendo el motivo por el cual quedó procesado como miembro de una asociación ilícita.
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