El embajador Laborde, entre su “afinidad” con el chavismo y los contactos con la oposición “aceptada” de Venezuela
Coincidió con Maduro en calificar de “secuestrado” el avión retenido en Ezeiza y evita criticas a la política de derechos humanos; también afina sus vínculos con dirigentes opositores reconocidos por el régimen
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Promediaba aquel agitado 2001 cuando Oscar Laborde, entonces intendente de Avellaneda por la tambaleante Alianza, organizaba en su municipio la presentación del libro “el Presidente que no fue”, del escritor y antiguo militante montonero Miguel Bonasso. Como invitado especial estuvo allí Néstor Kirchner, en aquel momento gobernador de Santa Cruz y aspirante, con escasos adherentes, a llegar a la Casa Rosada. “Venite a Cascos Blancos”, le retribuyó el ya entonces presidente por teléfono dos años después, y así comenzó Laborde –lejos de su pasado juvenil en el Partido Comunista y despegado también de su experiencia junto a Carlos “Chacho” Alvarez y el Frepaso– su larga militancia en el kirchnerismo.
Una militancia que lo tuvo en distintos cargos, todos vinculados de una u otra manera a la política exterior, y que la última semana –ya en la piel de embajador argentino en Venezuela– volvió a ubicarlo en el centro de la escena, cuando coincidió con el presidente Nicolás Maduro al afirmar que el avión de Emtrasur retenido en Ezeiza está “secuestrado” y que entiende la “sensación de injusticia” del “pueblo venezolano” ante el caso, hoy en manos del juez federal Federico Villena.
“No hice más que repetir lo que dice la causa judicial. El juez ordenó el secuestro del avión”, se defiende el embajador cuando le preguntan por el caso. Haciendo gala de un pragmatismo que antiguos y actuales compañeros le reconocen como principal atributo, Laborde pasó en la misma semana de rechazar en duros términos y en protesta formal las declaraciones del diputado chavista Pedro Carreño, quien llamó “títere” y “jalabolas” al presidente Alberto Fernández, a coincidir con Maduro y centrar sus críticas en el accionar de la Justicia y la supuesta influencia de Estados Unidos en el caso, destinada a “arruinar” un vínculo bilateral que la invasión rusa en Ucrania ayudó a normalizar y que, hoy por hoy, beneficia a ambas partes aunque es mirado con recelo por Washington.
Aceptado por Caracas como embajador luego de seis años de gestión del encargado de Negocios, Eduardo Porreti, (a quien el chavismo identificaba con el opositor Juan Guaidó), Laborde no necesitó más que mostrar su foja de servicios para ser aceptado por el chavismo. No reniega de su paso por el PC, sobre todo de la etapa de aquel cambio generacional comandado por el entonces secretario Patricio Echegaray, que llevó al partido de su lealtad absoluta a Moscú a su etapa “guevarista”, con cercanía a la Cuba de Fidel Castro y al sandinismo en Nicaragua, a donde Laborde llegó en 1988 para colaborar, por espacio de tres meses, en la cosecha de café junto a jóvenes internacionalistas.
Tampoco oculta que fue secretario de prensa del Frepaso, en el que descollaba la figura de “Chacho”, al que se sumó desde el Frente Grande luego de ser echado del PC por proponer, junto a otros dirigentes de su generación, como Eduardo Sigal o Alejandro Mosquera, su “disolución” para sumarse a un frente con vocación de poder.
Poder al que llegó en 1999 en Avellaneda, ya con caja para administrar y posibilidad de dar vuelo a una carrera que, durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner lo tuvo luego en distintos cargos: vicepresidente de Cascos Blancos (junto a Gabriel Fuks, hoy embajador en Ecuador), embajador para la integración económica durante ocho años, coordinador del denominado consejo consultivo de la sociedad civil y presidente del Parlasur. Desde allí comandó la ofensiva contra el legislador Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, amigo personal de Mauricio Macri, y a la vez trabó vínculos con diputados chavistas y también de la oposición al régimen.
Con la oposición
Con la orden presidencial y de Cancillería de aceitar el vínculo político y económico con Maduro, que lo recibió con elogios en el palacio de Miraflores, Laborde también se jacta de tener vinculación con la oposición venezolana, con la oportuna excepción de Guaidó.
Así, en su agenda reciente figuraron entre otros el gobernador de Nueva Esparta, Morel Rodríguez, el diputado Óscar Ronderos (jefe de bancada de la oposición), la cúpula de la opositora Fedecámaras y el mismo Henrique Capriles, principal opositor “aceptado” por el régimen chavista. “La oposición ve en mí a un tipo cercano al chavismo, pero también con ellos, porque desde el Parlasur hice informes críticos de las elecciones estaduales de noviembre”, deja trascender el embajador.
“Oscar [Laborde] tiene la camiseta puesta del Gobierno, conoce bien a los venezolanos y no es Alicia Castro, que era la embajadora de [Hugo] Chávez para Argentina, cuando debería haber sido al revés”, lo elogian desde la Cancillería. A Laborde lo alegraron las declaraciones de la portavoz Gabriela Cerruti, que el jueves lo calificó de “excelente embajador” luego de las durísimas críticas que desde Juntos por el Cambio le prodigaron por su “escandalosa cercanía” con Maduro. Desde la oposición, además, aún recuerdan cómo Laborde evitó condenar de manera directa las violaciones a los derechos humanos en Venezuela en junio pasado, cuando defendió su pliego en el Senado.
Entusiasmado con una Venezuela que, de a poco, parece estar saliendo de su endémica crisis económica (aunque la gigantesca salida de venezolanos del país no se detiene), Laborde insiste en su idea de acordar con Maduro un intercambio energía por alimentos y aliviar las reservas internacionales del país. “Ellos muestran así que no están aislados, nosotros podemos obtener ventajas económicas a cambio”, dicen desde la flamante delegación argentina en Caracas.
Según aseguran fuentes oficiales, Laborde fue clave en el acuerdo de una estrategia común con Maduro, que con Maximiliano Rusconi como abogado de Venezuela se centra en culpar a la Justicia y a Estados Unidos (no al Gobierno) por el escándalo del avión.
De todos modos, el embajador sabe que no puede estar del todo tranquilo. Como dijo en un reportaje, los venezolanos “son desmesurados” y otro incidente verbal con el Gobierno puede ocurrir en cualquier momento, sobre todo si la aeronave de Emtrasur y su tripulación continúan en Argentina.
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