El diseñador chaqueño que eligió Juliana Awada para vestir los pies de Mauricio Macri
Gastón Greco, de 26 años, cumplió un sueño que tenía como emprendedor nato: que el Presidente le diera visibilidad a sus pares de zapatillas; cómo llegó a él y quiénes son los otros políticos que se sumaron a la tendencia
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“Mauricio, mi nombre es Gastón Greco, tengo 26 años, soy chaqueño, emprendedor y el futuro del país. Te vi muchas veces con zapatos Superga, marca italiana, otras con Nike, marca americana, y me parece que el presidente debería usar zapatos de marca nacional. Te mando un abrazo de bostero a bostero. Gastón”.
Con estas líneas de puño y letra, escritas con la lapicera de pluma que usó para la facultad, y un par de zapatos negros número 43 de Posco, su marca, Greco logró captar la atención de Juliana Awada. Ni bien el regalo llegó a sus manos, la primera dama lo seleccionó para el vestidor de Mauricio Macri y con él, el emprendimiento de Gastón llegó a la tapa de los diarios.
Consultado por LA NACION, Macri señaló a "Ju", en referencia a su esposa Juliana Awada, como la asesora del calzado. "Me encantaron cuando las vi. Es muy importante acompañar a los emprendedores, como Gastón, para que haya cada vez más trabajo en la Argentina", dijo a este medio Awada, quien hace dos semanas recibió un par de Posco por su cumpleaños.
Eran los últimos días de campaña y Macri concurría con asistencia perfecta a programas de televisión. Una mañana de octubre, cuando la campaña presidencial estaba encendida, Gastón prendió el televisor y encontró al candidato de Cambiemos, hablando de sus TOCs y sus fetiches. "Dijo que los zapatos eran su fetiche, que usaba hace 30 años los mismos, que le gustan marrones y que calzaba 43. Ahí, nomás, reaccioné y dije, tiene que tener unas Posco", dice.
Fuentes allegadas al presidente contaron a este medio que la primera vez que le vieron las zapatillas en un viaje por el interior, le hicieron una observación sobre el color, dado que Macri elige sistemáticamente calzar azul. "Son negras", aseguró el presidente al asesor que le marcó la ruptura de la costumbre. Los dimes y diretes en torno al color llegaron a tal punto que tuvieron que tomar una carpeta para contrastar las diferencias cromáticas.
Del local de Palermo a la Quinta de Olivos
La tarea de conseguir hacérselos llegar no fue simple. La madre de su ex novia conocía a alguien que conocía a alguien que trabajaba con una persona del entorno del, por entonces, candidato a presidente. Tuvo que lidiar con las apreciaciones de la cadena de personas que intervinieron, que según él cuenta, lo veían como un delirante. Pero a Gastón nada le importó: quería que Macri usara sus zapatillas: "Tenía esa ilusión típica del emprendedor. Si no te creés que puede pasar, no hacés nada".
No fue con el bastón y la banda, ni en el Congreso ni en la Casa Rosada. Fue en la quinta de Olivos, a los cien días de su asunción, cuando Gastón vio al presidente en la tapa de tres diarios, con el resultado del proyecto que había empezado siete años atrás. Exultante, ese domingo, se pasó la mañana en el bar de la vuelta de su casa contemplando sus zapatos, en los pies del presidente, en la quinta de Olivos y en las portadas.
De ese momento a esta parte, las cosas no volvieron a ser iguales en Posco. Las ventas crecieron exponencialmente y muchos funcionarios del Gobierno pasaron por el local de Palermo a llevarse un par de zapatillas como las del presidente.
La tendencia y los aliados de Macri
La moda de las Posco no termina con Macri y los suyos. El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey las inmortalizó en las primeras imágenes en las que se dejó ver con su actual novia, la actriz Isabel Macedo. "A él se las envió un cliente mío en el interior", cuenta Gastón.
La primera ayuda que recibió Greco cuando empezó con el proyecto vino de parte del artista plástico Milo Lockett: "Lo conozco desde que nací. Es muy amigo de mi papá. Cuando le conté del emprendimiento, me hizo un dibujo y me dijo que hiciera lo que quisiese con el. Lo estampé en lona e hice una tirada de zapatillas. Fue un gran impulso".
Otra gran oportunidad que no dejó pasar fue haberse cruzado -literalmente, corriendo en la calle- con el diseñador Martín Churba. "Lo conocía de las revistas pero tampoco es que sabía demasiado de él. Lo paré y le conté lo que hacía. Dos años después colaboré con una colección, Tramando by Posco que se vendió en Argentina y Dubai", relata.
En la lista de quienes contribuyeron a difundir su producto están el chef Fernando Trocca y el periodista Andy Kusnetzoff. "A Trocca le mandé un mail y tuvo muy buena onda. Fue muy generoso, vino al local e hicimos unas fotos. A Andy lo esperé en la puerta de la radio para darle unas zapatillas y me hizo salir al aire". Fito Páez las subió al escenario en su última gira.
Gastón es un fresco de los millennials. Se define como emprendedor por encima de todo. Lejos de hacer carrera en algún estudio de arquitectura, lo de él es el proyecto propio y apasionado. "A los 12, en el Chaco, me compré una maquina para estampar cds y hacía tarjetas personales y panfletos para la heladería de la esquina de casa".
Lo inquieta el medio ambiente y quiere generar con su compañía algún tipo de impacto social y sustentable cuyo objetivo es reactivar fábricas del norte y ya trabaja con la Asociación Abuelos en Acción del Chaco.
Se crió en el Chaco con algunos intervalos en Martínez. Su educación osciló entre la escuela pública de Resistencia, el San José de Martínez y la Universidad de Buenos Aires. "Soy hijo de una kinesióloga y un emprendedor desorganizado. Mi papá sigue viviendo en el Chaco. Tuvo lavaderos de autos y algunos bares. Yo salía del colegio estaba todo el tiempo ahí, me encantaba observar cómo era el negocio".
El emprendimiento
Greco empezó con Posco (Products of Simple Composition) en 2009, cuando vino a Buenos Aires a estudiar arquitectura: "Quería tener mi propio proyecto y no quería hacer lo que hacen todos entonces desarmé unas zapatillas que me quedaban cómodas. Creo que empecé con calzado masculino porque lo quería poder probar".
Para empezar con el proyecto, vendió un auto que le habían regalado para los 18, un amigo le sacó un crédito de 40.000, y delineó muy bien el concepto de lo que quería. "Es un zapato-zapatilla que tiene que ser funcional como ocurre con la campera Uniqlo o la cartera Longchamp. Es algo práctico", define.
Dos años le costó encontrar a los proveedores y al equipo que concretaran el zapato que tenía en mente. Ya pasaron siete años y Gastón sigue soñando: “Mi proyecto es expandirme como marca sudamericana al mundo”.
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