El discurso de Javier Milei en el Congreso | Una asamblea atípica con un clima frío en el recinto, pero caliente en los palcos
Las barras jugaron un papel clave para apoyar las palabras del Presidente; incomodidad y malestar en la oposición durante varios tramos del discurso
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Fue una Asamblea Legislativa atípica. No sólo por el inédito horario nocturno o el atril desde el que Javier Milei dio su discurso sobre el estado de la Nación, sino porque como nunca antes una apertura de sesiones ordinarias del Congreso mostró a tantos legisladores incómodos e incrédulos que prefirieron seguir en silencio las palabras presidenciales.
El contraste del clima glacial del recinto estuvo en las barras, en particular las del tercer piso, que acompañaron con ovaciones, gritos, arengas y hasta interrupciones al jefe del Estado. Un escenario copado por seguidores libertarios que en los pasajes de mayor entusiasmo de la noche hizo recordar a los palcos militantes de La Cámpora y los discursos de Cristina Kirchner.
El clima de las barras llegó a rozar el desafío a los legisladores presentes. “¡No aplaude, la casta no aplaude!”, arrancaron los militantes de la tercera bandeja en el momento de mayor tensión en el hemiciclo y de regocijo para los seguidores de Milei.
Claro que también hubo reacciones favorables en el recinto, pero estuvieron impulsadas en su mayoría por los pocos legisladores libertarios, que aplaudieron cada vez que el Presidente hacía silencio para recibir apoyo, y que en su mejor momento mereció el apoyo de una parte de la bancada de diputados de Pro.
En el resto de los bloques políticos imperó el desagrado y el rechazo a las palabras presidenciales, aunque sin entrar en confrontaciones con el jefe del Estado. Kirchneristas y radicales estuvieron a la cabeza de los más incomodados por el clima generado por las barras libertarias y las palabras presidenciales.
El ingreso del jefe del Estado al recinto anticipó el clima de euforia militante que iba a dominar la Asamblea. Los palcos estallaron en una ovación cuando, en una situación inédita desde el retorno de la democracia, Milei entró al recinto desde la primera puerta de la derecha de la presidencia de la Cámara y bajó los ocho escalones hasta ubicarse en el atril que lo esperaba en el centro del hemiciclo. A sus espaldas, en el estrado de conducción de la Diputados, quedaron la vicepresidenta Victoria Villarruel y el presidente de la Cámara baja, Martín Menem.
La ovación llegó a su clímax cuando el Presidente alcanzó el atril. “¡Viva la libertad, carajo!”, gritaron en dos oportunidades desde los palcos. Milei respondió levantando el brazo derecho. Se reservaría la frase, que popularizó durante la campaña presidencial, para el remate de su discurso, más de una hora después, cuando la repitió en tres oportunidades antes de abandonar el recinto.
Más allá de sus palabras contra la clase dirigente, Milei pudo hablar sin interrupciones por parte de legisladores de la oposición. El de los intentos por desconcentrar al Presidente fue uno de los temores que habían circulado en la previa a la Asamblea. Muchos recordaron la queja contras “los tosedores de Massa” que lo distrajeron en uno de los debates de la campaña presidencial.
El cambio de época inaugurado el 10 de diciembre pasado quedó reflejado en los palcos. Muy pocas caras conocidas en los lugares reservados para los invitados. De hecho, entre los poco destacados estuvieron dos funcionarios como Eduardo “Lule” Menem, flamante subsecretario bajo la órbita de la Secretaría General de la Presidencia que conduce la hermana presidencial, Karina Milei, que se sentó al lado de Zulemita Menem. Unos lugares más allá y aplaudiendo cada vez que el discurso presidencial así lo indicaba, estuvo Santiago Caputo.
Sentido saludo
La expectativa por la cita se empezó a sentir más de dos horas antes del inicio de la asamblea, cuando los primeros legisladores se ubicaron en el recinto. En animada charla esperaron con paciencia los diputados macristas Patricia Vázquez y Martín Ardohaín. El podio de madrugadores lo completó el libertario José Luis Espert.
El recinto fue poblándose poco a poco, pero recién se completó cuando faltando 15 minutos antes de las 20, hora de inicio de la Asamblea Legislativa, entraron senadores y diputados kirchneristas para ocupar el ala izquierda del hemiciclo.
Milei llegó al Congreso quince minutos antes de las 21 y fue recibido por Villarruel en la explanada del Congreso. Se dieron un extenso y sentido abrazo, como dos personas que llevan tiempo sin verse, lapso en el que se dijeron algo al oído. La vicepresidenta siguió de atrás al jefe del Estado durante el saludo con los legisladores de las comisiones interior y exterior, pero lo tomó del brazo para acompañarlo en el Salón Azul a firmar al libro de visitas y saludar a la Constitución.
Un capítulo aparte de la Asamblea merece las condiciones impuestas por el equipo de Presidencia en el armado de la sesión. Por ejemplo, por primera vez desde que se instalaron en el recinto se impidió que se proyecte la transmisión oficial de la cadena nacional por las pantallas gigantes del recinto de Diputados.
Además, entre las extravagancias exigidas figuraron la erradicación de fotógrafos de medios privados en el recinto, algo que se suele permitir en los primeros cinco minutos de la alocución presidencial, y se ordenó reducir al mínimo la dotación de los fotógrafos de ambas cámaras legislativas. La prevención llegó al extremo de que se solicitó a los que ocupaban los palcos ubicados detrás de la presidencia que “no se tomen fotos de Milei de espaldas”.
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