El día de Trump en el G20: fastidios, un acto histórico y la obsesión con el Rusiagate
Empezó el día de mal talante, descargando su furia en Twitter, antes de ser recibido en la Casa Rosada por el presidente Mauricio Macri. Donald Trump, protagonista central de la cumbre del G20, cargó de nuevo la investigación que lo atormenta, el Rusiagate, a la que llamó, una vez más, una "caza de brujas".
Llegó tarde a su primera cita del día. Ya en el Salón Blanco de la Casa Rosada, frente a las cámaras, Trump recibió un auricular y un dispositivo de traducción de manos de Macri para escuchar la traducción de su mensaje. Mientras Macri hablaba a las cámaras, y le agradecía su fuerte respaldo, Trump miró una y otra vez al aparato, y le dio un par de vueltas, como si quisiera comprobar que funcionaba.
"Creo que te entendí mejor en tu idioma que en esto. Pero está bien", dijo, una vez que Macri terminó. Fastidiado, tiró el aparato al piso. Un empleado de la Casa Rosada se movió rápido por el escenario, agachado, para levantarlo. Macri sonrió con las manos tomadas.
De la Rosada, Trump partió de regreso al Palacio Duhau para una ceremonia largamente esperada, que le permitió estampar su firma en una de sus principales promesas de campaña: larúbrica del nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá. Trump llevó a casi toda su delegación a ese acto, en el que se paró entre el presidente de México, Enrique Peña Nieto , y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Fue un momento histórico. Impensado hace poco, los tres mandatarios intercambiaron elogios, sonrisas, apretones de manos y buenos deseos tras más de un año de batallas diplomáticas.
Hubo, eso sí, un momento tenso. Atado por el protocolo, Trump leyó su mensaje, y dejó la mirada perdida y apretó los labios cuando Trudeau, parado a su lado, volvió a reclamarle una solución para los aranceles al acero y al aluminio que le impuso a México y Canadá, entre otros países.
Trump dejó esa ceremonia y se trasladó a Costa Salguero para el inicio de la cumbre del G20. Poco afecto a estos encuentros internacionales, siguió de largo delante de Macri antes que llegaran todos los presidentes a la foto de familia. Macri lo llamó, pero Trump lo ignoró. Regresó casi al final, y eludió un momento incómodo: pasó junto al príncipe heredero saudita, Mohammed ben Salman, conocido por sus siglas, "MBS", y el presidente ruso, Vladimir Putin, sin detenerse para charlar o estrechar la mano. Luego, sin embargo, cruzó "comentarios en la sesión de líderes" con el príncipe heredero, según un alto funcionario de la Casa Blanca.
La amenaza latente del Rusiagate lo distrajo de la cumbre. Trump mandó a su vocera, Sarah Huckabee Sanders, a redoblar la ofensiva con un comunicado contra la trama rusa. La Justicia le deparó un nuevo dolor de cabeza al magnate antes de volar a Buenos Aires: su exabogado personal, Michael Cohen, se declaró culpable de haberle mentido al Congreso sobre un proyecto inmobiliario en Moscú que nunca se concretó, y aceptó cooperar con el fiscal Especial, Robert Mueller.
"La Farsa Caza de Brujas Rusa, que esperemos esté llegando a su fin, está andando muy bien. Desafortunadamente, probablemente socava nuestra relación con Rusia. Sin embargo, la razón de nuestra reunión cancelada es Ucrania. Con suerte, eso se resolverá pronto para que puedan comenzar conversaciones productivas", afirmó la vocera.
Los periodistas que se movieron con el presidente le preguntaron por qué había cancelado su encuentro con Putin. "Ucrania, es puramente Ucrania", respondió Trump. También le preguntaron qué había hablado con MBS, acusado por la CIA de haber ordenado el asesinato del columnista del Washington Post, Jamal Khashoggi.
"No discutimos de nada. Puede ser que lo hagamos, pero no discutimos de nada", respondió.