Una foto no necesariamente explica una historia . Pero puede ser un símbolo. Y servir para confirmar hechos. Es el caso de la imagen del día en que Juan Domingo Perón conoció a Jorge Rafael Videla. Antes de tomar un rumbo equivocado, es importante aclarar: que se hayan conocido no significa que hubo una relación entre ambos. Simplemente coincidieron en al menos dos reuniones protocolares. Aunque eso no permite saber siquiera si conversaron alguna vez.
El 13 de octubre de 1973, un día después de asumir la presidencia, Perón ofreció un banquete en la Casa de Gobierno para mandatarios del exterior, funcionarios y autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Los invitados desfilaron uno por uno para saludar al presidente argentino y a su esposa, la vicepresidenta María Estela Martínez. Videla era por entonces Jefe de Brigada.
La imagen es llamativa porque no hay demasiados registros de Perón y Videla juntos. También porque, tal como se desarrollaron los hechos, el destino quiso que en ese mismo instante quedaran reunidos en el mismo cuadro tres personajes que estuvieron al mando del país en diferentes momentos de la historia argentina. Isabelita reemplazó a Perón, que murió el 1° de julio de 1974, mientras que Videla encabezó el golpe militar del 24 de marzo de 1976 y asumió la presidencia de facto cinco días después.
La historia de la foto
En los 70, tras una cobertura, los fotógrafos revelaban sus negativos y seleccionaban dos o tres imágenes que se llevaban al papel. Los editores elegían luego la que se publicaba. Podían ser algunas más, si el suceso era muy importante. El resto se guardaba en un sobre.
En el "descarte" quedaban fotos que no tenían mucho valor en ese momento. Ya sea porque no había un contenido valioso para mostrar en aquel contexto o, como también resulta en este caso, porque la foto era mala: la imagen en cuestión está fuera de foco y, aunque se supone que Perón y Videla se están dando la mano, no puede verse, porque otro militar, Alberto Numa Laplane, se cruza delante de ellos. Lamentablemente tampoco quedó registrado en el sobre correspondiente el nombre del fotógrafo.
¿Pudieron tener alguna relación Perón y Videla?. "Ninguna", se apura a decir Julio Bárbaro cuando se le pregunta por un posible vínculo. Y aclara: "El personaje fructifica mucho después. En ese momento nadie sabía qué lugar ocupaba ese hombre", dice en referencia a Videla.
El peronismo era un partido político que como tal se exhibía, pero estaba impregnado de un sentimentalismo que su líder, su jefe Perón, un demagogo, le insufló
"En absoluto. Yo te diría que nunca se reunieron, ni antes ni después", reafirma el periodista e historiador Rosendo Fraga , autor del libro Ejército: del escarnio al poder.
Bárbaro, que era diputado en 1973, también señala: "Los contactos (a nivel militar) eran con Anaya y alguna vez con Massera". Leandro Anaya era el comandante en Jefe del Ejército en 1973 y Emilio Massera fue designado comandante en jefe de la Armada durante el mandato de Perón.
En el libro El Dictador (2001), de María Seoane y Vicente Muleiro, Videla contó que había visto a Perón en su etapa en el Colegio Militar. "Perón tenía evidentemente su atractivo, muy particular, más allá de las ideas que uno tuviera y de que uno se acorazara. Pero todo mi contacto con él fue en el Colegio Militar, cuando yo estaba destinado ahí. Lo veía desde lejos, mezclado en el grupo de oficiales, por supuesto, cuando él mencionaba todas sus arengas", cita el libro.
Además, en el mismo libro se indica que se negó a subir en el chárter que trajo a Perón de regreso al país, en 1973. Otra vez, se cita a Videla: "En el 55 yo estuve en el bando contrario. Y después está lo que ya se sabe, cuando me negué a ir a buscarlo en el chárter. Pero yo no he sido gorila, nunca me consideré antiperonista".
Guido Braslavsky, autor de aquellas entrevistas, recuerda que para argumentar que no era "antiperonista", Videla le habló de su amistad con el mayor Máximo Renner, un oficial peronista que había sido su jefe en el pelotón del Colegio Militar. "Él (por Renner) era peronista y, ya retirado, había sido edecán de Perón", le contó Videla a Braslavsky.
¿Tuvo aquel vuelo del 20 de junio de 1973 vínculos con el desarrollo político del país? Al igual que en la primera vuelta de Perón, la de 1972, se decidió enviar como compañía un grupo de personas del mundo del arte, del deporte y, también, de las Fuerzas Armadas. El comandante Jorge Carcagno designó a Videla, pero éste se negó y puso la renuncia a disposición de su jefe. En el comando consideraron que esa decisión no debería significar el final de su vida militar y nombraron en su lugar a Numa Laplane, justamente el cuarto integrante de la foto de esta historia. Sobre esa situación, Videla agregó: "Cuando uno es teniente quizá lo piensa. Pero yo ya había llegado a general, las expectativas estaban plenamente cumplidas".
Hay quienes creen que esa situación tuvo una relación directa con lo que ocurriría en agosto de 1975. Luego de una dura interna militar, María Estela Martínez firmó el decreto que nombró a Videla a cargo de la Jefatura del Ejército, el máximo mando militar, en reemplazo de Numa Laplane. Para Rosendo Fraga el hecho no fue decisivo: "Entiendo que la anécdota sobre la decisión de Videla es real. Era una decisión importante, el retiro. Pero creo que si él viajaba no hubiera cambiado la historia. Videla no era un tipo de doble juego. Era directo. Esa idea es ahistórica. Es mirar la historia desde hoy y no ubicarse en el momento".
Otra vez, frente a frente
La segunda vez que Perón y Videla estrecharon la mano fue en una ceremonia realizada en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno el 27 de diciembre de 1973. Ese día fueron comunicados los ascensos en las Fuerzas Armadas. Leandro Anaya fue promovido a comandante general del Ejército, el cargo principal por entonces, y Videla pasó a ser Jefe del Estado Mayor Conjunto.
"Si un día yo no siento que se me acompaña en el Gobierno y que todos luchamos por los mismos objetivos, seré el primero en decir que no sirvo más y me voy", le dijo Perón a los altos mandos en un breve discurso aquel día.
El periodista Jorge Conti, que viajó en el primero de los vuelos de regreso de Perón, en 1972, dice: "Todas esas promociones se manejaban internamente en las Fuerzas Armadas, que tenían el verdadero poder. Perón recién llegaba, no conocía a nadie. Nada de lo que pasó después fue casual".
No piensa lo mismo Fraga, que aclara: "A Carcagno lo nombró Cámpora, y a Anaya lo designa Perón. Tampoco a Laplane lo designó el ejército. Si querés, puede considerarse como autodesignación lo de Videla, en agosto de 1975 - María Estela Martínez firmó el decreto- porque fue una interna: los mandos militares desconocieron la jefatura de Laplane, que quería alinear al ejército con el proyecto del gobierno. Otra parte del ejército, estaba con Videla".
Un tercer contacto, frustrado
Mario Rotundo fue colaborador durante los últimos años del exilio del ex presidente en Madrid y es su heredero, como presidente de la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos (Funpaz). Cuando se le pregunta si pudo existir alguna reunión anterior entre Perón y Videla, dice: "Lo veo muy difícil. El único contacto con algún militar que recuerdo antes del regreso fue con (Roberto Marcelo) Levingston. Quiso hacer un acuerdo a espaldas de Lanusse. Mandó a España un emisario con un papiro con 20 puntos que le proponía al general. El primero era la restitución de su grado militar".
"El segundo, la devolución de los bienes que habían sido incautados por la Libertadora. Perón lo rechazó. Le contestó uno por uno los puntos en un cassette. Me acuerdo lo primero que le dijo: 'Para llegar a ser general sólo tuve que dejar caer las hojas del calendario. A mí lo que más me costó es llegar a ser Perón. ¿Eso quién me lo devuelve?'. Además, le dijo que la petición hablaba de los intereses de Levingston y de los de Perón, pero que se había olvidado los intereses más importantes, los del pueblo", añadió. Según Rotundo, la información de ese contacto se filtró más tarde y le costó la presidencia a Levingston, a quien le pidieron la renuncia el 23 de marzo de 1971.
El mismo Rotundo sugiere que pudo haber un tercer encuentro entre Perón y Videla. "Fue en abril del 74. Lo recuerdo bien porque el general me había mandado a Brasil. Yo tenía que traer documentación importante. Fuimos en un avión chico, de la empresa Halcón, que era de gente conocida de López (por López Rega). Tuvimos un accidente, nos caímos cuando volvíamos de Porto Alegre. El ejército brasileño nos atendió muy bien. Apenas pude, llamé para tranquilizar al general y decirle que todo estaba bien. Pero no se encontraba en ese momento. Fueron a pasar unos días en Bariloche por Semana Santa y en la comitiva estaba Videla. Todos viajaron con sus esposas".
El viaje a Bariloche ocurrió, tal como lo recuerda Rotundo, pero los registros de la época demuestran que en realidad Perón decidió no ir a último momento. En el diario que se publicó el 11 de abril de 1974 se cuenta que en el sector militar del Aeroparque metropolitano, el presidente fue a despedir a su esposa. Y cuando un periodista le pregunto si no tenía pensado viajar, Perón le respondió: "No, tengo que trabajar. Alguien tiene que cuidar el negocio". La crónica del aquel día decía: "La Vicepresidenta viajó acompañada por el ministro de Economía y la señora de Gelbard; el ministro de Bienestar Social, señor José López Rega, y una comitiva integrada por veintiún funcionarios".
La foto del día que Perón conoció a Videla es apenas un registro. Como dice Jorge Conti: "Es una imagen que muestra a Perón dándole la mano a una persona, como le habrá dado la mano a miles de personas".
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