El destino del gremialista que se convirtió en empresario
A José Angel Pedraza le generó tanto pudor la irrupción de la policía en plena madrugada como que quedara tan en evidencia que vivía en Puerto Madero, en un departamento en el que sólo las expensas superan los 3000 pesos mensuales.
El secretario general de la Unión Ferroviaria siempre se acomodó cerca del poder. "No sé cómo hizo, pero siempre cayó parado y se supo acomodar", lo describió ayer un compañero del consejo directivo de la CGT.
Así es que Pedraza barnizó su virtud camaleónica: fue marxista en su juventud y menemista en los años 90, además de declarar, tiempo después, su devoción al kirchnerismo.
Cruzó la línea de la ambigüedad también en el plano gremial: dirige desde 1985 un sindicato que desde la privatización de los ferrocarriles ha mezclado gremialismo con negocios.
Un ex empleado ferroviario que trabajó en el sindicato casi dos décadas recordó ayer cuando Pedraza contaba en ronda de amigos su añoranza por la época en que los trenes estaban en manos del Estado. Sin embargo, fue el mismo Pedraza el que tuvo un papel determinante cuando soplaron los vientos de privatización.
"Se subió a la ola privatizadora y firmó el acuerdo con Domingo Cavallo y Roberto Dromi", criticó el ex empleado ferroviario, que ahora trabaja activamente para el kirchnerismo en el conurbano bonaerense.
En 1990, Pedraza obtuvo una gerencia en Ferrocarriles Argentinos y enseguida su gremio fue beneficiado con la concesión privada del Belgrano Cargas, donde ubicó estratégicamente como presidenta a su segunda esposa, la contadora Graciela Coria, que se mantiene firme en la conducción junto con Gabriel Bran.
Actualmente la Unión Ferroviaria conserva sólo una pequeña parte de esa empresa, junto con el gremio de La Fraternidad (maquinistas) y el sindicato de los camioneros, que conduce Hugo Moyano.
Belgrano Cargas SA administra un presupuesto mensual de unos 120 millones de pesos, según revelaron miembros de la empresa a LA NACION.
El año pasado, el diputado de la Coalición Cívica Horacio Piemonte denunció a Pedraza en una causa en la que se investiga el supuesto pago indebido de subsidios del Estado por diez millones de pesos a esa empresa ferroviaria sobre la base de facturas falsas y empresas fantasma.
Otro frente abierto que atormenta a Pedraza es la causa que se inició en la Cámara del Crimen porteña "por la retención indebida de dinero de los trabajadores ferroviarios para pagar futuros servicios fúnebres".
De un día para el otro, los obreros ferroviarios fueron obligados a pagar por adelantado su sepelio, a través de un descuento de cinco pesos de sus salarios. En la recaudación, hubo unos 30 millones de pesos que tuvieron un destino incierto, lo que complicó al líder gremial.
La investigación descubrió empresas fantasma, supuestos proveedores que, en realidad, eran familiares de los directivos ferroviarios y dudosas tercerizaciones con firmas cercanas a la conducción del sindicato.
Cordobés, de 65 años, y de origen humilde, Pedraza desembarcó en Buenos Aires sin haber cumplido los 18. Desde entonces, su vida estuvo ligada al mundo ferroviario, a pesar de haber tenido un paso por la UBA como estudiante de derecho. Entonces combinaba la militancia estudiantil en la izquierda y la gremial en las organizaciones cercanas el peronismo.
Desde su tiempo de estudiante, ya le gustaba enfrentarse con las patotas. "Solíamos agarrarnos detrás de la facultad", dijo alguna vez.
Vinculado ahora a la muerte del militante de izquierda Mariano Ferreyra, Pedraza vuelve al centro de la escena, en una historia que reúne política, gremios y patotas.
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