El desafío de Quilmes: en busca del territorio perdido
Macri y Vidal multiplicaron sus visitas al intendente Molina, que inaugura obras todos los días tras la derrota en las PASO; el kirchnerismo es fuerte en los barrios obreros y las villas
Mauricio . María Eugenia . Las mafias. El Presidente. La Gobernadora. Seguir dando las batallas. Es viernes al mediodía y estas palabras se repiten una y otra vez en boca del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich , y del intendente de Quilmes, Martiniano Molina . No están dando un discurso frente a militantes o fiscales de Cambiemos: inauguran el paso vehicular bajo las vías del tren Roca, en Ezpeleta.
Cuando Macri y Vidal no son invocados por Molina es porque ellos mismos están en Quilmes. Desde el 13 de agosto, cuando Cambiemos perdió la elección frente a Unidad Ciudadana, el Presidente y la gobernadora visitaron este distrito como ningún otro. Inauguraron obras, anunciaron el aumento de las jubilaciones y leyeron cuentos para niños junto a artistas. Los ministros nacionales y provinciales los siguieron. Cada ventana fue aprovechada para intentar dar vuelta la elección.
Molina hizo lo propio: organizó una maratón de doce inauguraciones de obras en 14 días. En esa lista entran los pasos bajo vías de Ezpeleta y Bernal, la renovación de un tramo del Camino General Belgrano y otro de la avenida Calchaquí, el Centro Único de Monitoreo de seguridad y emergencias, la nueva guardia del Hospital Iriarte, una red cloacal para 12.500 vecinos, además de nuevas plazas y aulas en escuelas y jardines. Entre inauguración e inauguración, el intendente anunciará el arranque de otras 13 obras.
¿Y Cristina? La ex presidenta aún no pisó Quilmes desde las PASO. Pero eso no parece haber disparado ninguna alarma en la tropa local de Unidad Ciudadana, donde predominan los rostros jóvenes y la convicción de que la diferencia en votos a su favor será mayor en octubre.
El 13 de agosto, Unidad Ciudadana se impuso sobre el oficialismo en todas las categorías: Cristina Kirchner obtuvo 131.486 votos, 16.078 más que Esteban Bullrich. En la elección de diputados nacionales, la diferencia fue de 7670 votos; en legisladores provinciales, de 6312; y en concejales, de 6270.
Y eso, pese a que el kirchnerismo quedó muy golpeado en Quilmes después de 2015, cuando sufrió la capitis deminutio máxima del poder: perdió la Presidencia, la gobernación y la intendencia, hasta entonces en manos de Francisco "Barba" Gutiérrez. Daniel Scioli ganó hasta en el ballotage, pero las críticas a la gestión de Gutiérrez y la caída de Aníbal Fernández cerraron la derrota.
La debilidad se acentuó cuando "el Barba", que alguna vez fue el más kirchnerista de los intendentes, decidió apostar por Florencio Randazzo. En las PASO, la lista de Randazzo obtuvo 21.682 votos, lejos de meter un concejal y muy por debajo de los 47.423 que cosechó Sergio Massa.
Los cascos y la herradura
Tanto Cambiemos como Unidad Ciudadana confían en llevarse la victoria en octubre. Sus argumentos y estrategias difieren diametralmente, salvo por la geografía en la que despliegan su juego.
Cambiemos espera estirar la diferencia en los cascos históricos del partido: los barrios de clase media y media-alta de Quilmes, Bernal, Ezpeleta y Don Bosco. El kirchnerismo apuesta por San Francisco Solano y la periferia de aquellas ciudades, donde los barrios obreros se alternan con asentamientos y villas.
Puesto sobre un mapa, ese coto peronista tiene la forma de una "herradura" que va desde los chaperíos de la rivera quilmeña y asciende hasta la villa Itatí, quizá la más poblada del país, para descender hacia el sudoeste por las barriadas que se crearon al costado de los arroyos San Francisco y Las Piedras.
En Quilmes existen cerca de 80 villas y asentamientos, con más de 200.000 personas en situación de vulnerabilidad. Casi un tercio de los 700.000 habitantes del municipio.
A la hora de buscar culpables por la multiplicación de villas, los peronistas y no peronistas acusan a Gutiérrez. Señalan que los quilmeños vieron cómo Lomas de Zamora, Almirante Brown y Avellaneda, pero sobre todo Berazategui, mejoraban sus servicios y atraían a las pymes, mientras las villas se expandían en Quilmes. "A diferencia de otros intendentes, nuestros valores nos impiden salir con palos a expulsar a los pobres. Les dimos agua y luz", se defienden cerca del ex intendente.
El planteo de Cambiemos es claro de cara a octubre: apostar a la obra pública y al empuje de la imagen de Vidal y Macri. Aunque esperan votos de quienes eligieron a Massa y Randazzo en las PASO, la clave de su estrategia pasa por quienes no fueron a votar: el ausentismo fue mayor en los "cascos" que en la "herradura". Para ir a buscar a esos votantes potenciales, el oficialismo cruza los padrones de ausentes con el big data: el sistema que georreferencia encuestas y los perfiles electorales de los votantes en las redes sociales .
"Yo no les hablo a los votantes de Massa o Randazzo: sí les pido a los vecinos que se comprometan, que no dejen de ir a votar", dice Molina LA NACION, a la salida del acto con Dietrich. Y niega que su gestión haya privilegiado los "cascos" antes que la "herradura". "El 70% de los recursos están al servicio de los barrios más postergados. Antes había 13 programas sociales, ahora hay 130", destaca. Agrega dos detalles: 60.000 microcréditos de Anses y 8000 créditos hipotecarios fueron a Quilmes.
La figura de Cristina Kirchner es el principal argumento de campaña de Unidad Ciudadana, junto a la situación económica que predomina en las barriadas de Quilmes, donde los brotes verdes que anuncia el Gobierno tardan en aparecer.
"Los funcionarios de Cambiemos no caminan fuera de los barrios céntricos y cuando van a la periferia es con actos armados", destaca Matías Festucca, primer candidato a concejal del kirchnerismo, mientras camina La Matera, uno de los asentamientos más extensos de Quilmes.
"En estos barrios, el que votó a Massa o a Randazzo en las PASO ahora sabe que sólo Cristina puede frenar el ajuste", agregan Diego Méndez y Eva Stoltzing, sus compañeros en la boleta municipal. Tienen 31, 29 y 36 años. Sin el paraguas del Estado que tuvieron durante años, hoy hacen rifas y peñas para conseguir colchones y ropa para los vecinos.
Eso no significa que olviden a los votantes de clase media de los cascos de Quilmes: frente a ellos, los candidatos locales del kirchnerismo se ofrecen como los únicos dispuestos a ejercer una oposición real frente a Molina, que controle la gestión municipal desde el Concejo Deliberante.
Durante la recorrida que LA NACION realizó por Quilmes, los vecinos de los cascos y la periferia repitieron esos abismos. "Retrocedimos en el tiempo. Tenemos chicos que llegan tarde porque comen en la parroquia antes de venir a la escuela, donde vuelven a comer. Lo hacen porque a la noche no cenan", alerta una docente de La Matera. Frente a su escuela hay una plaza con juegos de colores recién inaugurada por Cambiemos. Pero también "pibes perdidos" en las esquinas.
"Nunca vi que se hicieran tantas obras. Acá se rompía una calle y tardaban cuatro años en arreglarla", contrapone Alexis, detrás del mostrador de una tienda de mascotas del centro de Quilmes. No se explica por qué Cambiemos perdió en las PASO. En realidad, tarda en hacerlo: "la inseguridad", sentencia, y deja de sonreír. Lo mismo que hace la maestra de La Matera cuando mira a los pibes de la esquina.
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