El demorado viaje del Papa a la Argentina quedó fuera del diálogo, pero sigue en pie
ROMA.- A fines de noviembre pasado, durante el vuelo de 11 horas que lo llevó hasta Bangkok, capital de Tailandia, cuando, como siempre, pasó a saludar, uno por uno, a los periodistas que lo acompañan en sus giras, un reportero norteamericano le hizo al Papa la pregunta del millón. ¿Cuándo viajará a la Argentina? "Pregúnteselo al Padre Eterno", le respondió, irónico, el exarzobispo de Buenos Aires, que con su dedo índice apuntó al cielo, causando risas y demostrando que su humor porteño sigue más que intacto.
A la luz de la audiencia que el Papa tuvo ayer con el nuevo presidente argentino, Alberto Fernández, algunos en el Vaticano creen que, quizás, Jorge Bergoglio podría haber recibido algunas señales desde el cielo. "La decisión es del Papa, es una cuestión de calendario y al momento no hay ninguna indicación, pero no es imposible un viaje", dijo a LA NACION una fuente, que reiteró que cayó bien que Fernández hubiera obviado, en sus 44 minutos cara a cara con el Pontífice, la tan trillada cuestión de la demorada visita a su madre patria. Un tema demasiado manoseado en los últimos años, tal como el propio Fernández destacó en la conferencia de prensa que concedió después de su audiencia.
"El Papa sabe que siempre invito y que siempre quiero que vaya, pero no quiero que se sienta ni presionado, ni sienta como una imposición de mi parte. Creo que los argentinos como lo teníamos al Papa a media cuadra de la Casa de Gobierno perdemos noción de lo que es el Papa. El Papa es una figura trascendental, que está mucho más allá de los argentinos. Y lo que yo quiero es que al Papa no lo disputemos", dijo. "El Papa en los últimos años entró en un terreno de disputa de ver de quién es el Papa y el Papa es de la humanidad. No es de ningún sector de la gente. Por ese motivo él sabe que el día que me llame y me diga 'voy para allá', me ocuparé de que lo recibamos como corresponde, como uno de los mayores líderes morales que la humanidad reconoce", agregó.
Cuando un periodista le preguntó al Presidente qué tendría que cambiar entre los argentinos para hacer posible la visita del Papa, Fernández respondió sin titubear. "Respetarnos. Y terminar con la locura de no respetarnos. En la Argentina todos es blanco o negro, se está con uno o se está con el otro, el que está en la vereda de enfrente no merece respeto. No hay nadie en la vereda de enfrente, hay alguien que piensa distinto. Respetarnos y darnos cuenta de que tenemos que ir juntos, caminar para el mismo lado, con nuestras diferencia", contestó.
Este intercambio no pasó desapercibido en el Vaticano, donde en los últimos años se consideró imprudente un viaje del Papa a su tierra en medio de una exacerbada crispación.
El año pasado algunos obispos se ilusionaron con un viaje para celebrar los 500 años de la primera misa que se celebró en territorio argentino, en la localidad de San Julián, en abril. El propio Papa en noviembre pasado explicó en un video enviado a la diócesis de Río Gallegos a través del obispo de esa localidad, Jorge García Cuerva, que hubiera querido ir, pero que no podía por una agenda ya comprometida de viajes.
Aunque aún no fueron oficialmente confirmados por el Vaticano, se espera que este año el Papa viaje a Irak, Sudán del Sur, Chipre y Grecia, el Líbano, Indonesia, Timor Este y Papúa Nueva Guinea. Normalmente hacen falta entre 6 y 3 meses para preparar un viaje del Papa, que más allá de un calendario complicado, podría encontrar algunas "ventanas" para cruzar el Océano Atlántico y finalmente visitar a sus compatriotas, en una gira que casi seguramente incluiría Uruguay, país tampoco pisado en los últimos años y que, por cuestiones geográficas, quedó pegado a los vaivenes originados por la "grieta" argentina. Podría ocurrir en el segundo semestre de este año o en el primer cuatrimestre del próximo, ya que en octubre de 2021 habrá elecciones legislativas de medio término que el Pontífice no querrá influenciar.
"El Papa y yo tenemos una suerte de obsesión que es terminar con la disputa entre los argentinos. Es hora de que los argentinos nos pongamos todos a tirar para el mismo lado", dijo Fernández en la conferencia de prensa, en otra frase que, subrayaban en el Vaticano, dejó claro un "pragmatismo no ideológico" del Presidente que podría desbloquear el tan demorado viaje papal a su tierra.
La despenalización del aborto — un proyecto que por supuesto es rechazado por la Iglesia Católica que lucha por la defensa de la vida desde su concepción, como le recordó el cardenal Pietro Parolin al Presidente-, pero que seguirá adelante, como confirmó Fernández ¿podría significar un freno a esta asignatura pendiente? Seguramente no lo facilitará.
Pero en el nuevo clima de sintonía fina, química y coincidencias entre el Papa y el Presidente en otros grandes temas que preocupan como pobreza, hambre y urgencia de unidad para superar conflictos, las señales desde el cielo parecen abrir un nuevo escenario, más propicio.
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