El debate no alteró las estrategias de los candidatos para el cierre de la campaña
Los dos creen haber obtenido los objetivos que se habían fijado; Scioli insistirá en vincular a su rival con el ajuste y la devaluación; Macri buscará una menor exposición y se concentrará en la fiscalización en la noche del ballottage
Sólo tres días antes de la veda electoral, Daniel Scioli y Mauricio Macri buscan capitalizar los "logros" que cada uno cree haber obtenido en el debate y ratifican su estrategia para transitar el tramo final de una larguísima y extenuante campaña por la sucesión presidencial.
Después del balance puertas adentro, y cuando no se apaga todavía el fuego cruzado del duelo televisivo, los candidatos definieron cómo disparar sus últimas balas: ambos seguirán aferrados al mismo discurso, con pequeños ajustes de mensaje, pero mantendrán una exposición diferente. Mientras Scioli prevé recorridas y múltiples apariciones para cazar adhesiones, Macri optó por reducir su actividad proselitista y abocarse al operativo de fiscalización de los comicios.
En el sciolismo consideran que la apelación constante durante el debate a que "Macri es el ajuste" tuvo "penetración" entre los votantes indecisos de sectores medios, target casi exclusivo en el que se centró el gobernador para sumar adhesiones y dar vuelta una tendencia desfavorable. Conclusión: insistirá en el latiguillo.
El rumbo se terminó de ratificar anteanoche, cuando surgían los resultados de un focus group que el comando de campaña contrató para medir la evolución del debate en tiempo real. Había cierta satisfacción por las respuestas que en ese trabajo daban, según el sciolismo, personas que habían votado a Sergio Massa. Celebraban, a la vez, cuando los consultados utilizaban las expresiones de "soberbio" y "concheto" para catalogar a Macri en plena exposición.
Scioli, agotado al límite, decidió mantener en pie casi toda su gira por el interior del país. Ayer, visitó Salta y Santiago del Estero (ver aparte), y hoy tenía previsto viajar a Mendoza, un distrito esquivo, y estaban en la agenda Córdoba y San Juan. En su equipo, también le recomendaban intensificar sus apariciones en los medios hasta el último minuto.
Para el cierre de campaña, Scioli eligió finalmente Mar del Plata, ciudad en la que desarrolló su carrera deportiva y luego, como político, la convirtió en enclave para posicionar su figura durante los veranos. "Habrá un mensaje propositivo", anticipó a LA NACION un colaborador. Será un acto de estética moderna, para una platea de 500 personas sentadas al aire libre, en el Museo MAR.
Así, quedaron desestimadas otras ideas, como realizar un megaencuentro en La Matanza, poderoso bastión del conurbano; o una puesta en escena en Tecnópolis, un lugar con indeleble sello K. La impronta, aseguran, será sciolista-peronista, en un guiño para seguir separándose del gobierno de Cristina Kirchner.
El domingo ya no se congregarán en el Luna Park, como en las dos elecciones previas. Esta vez, montarán el búnker en el más sobrio hotel NH City, en la calle Bolívar, a media cuadra de la Plaza de Mayo. Allí, sin tribunas que llenar con militancia y banderas, el despliegue será más moderado.
Sin riesgos
Contentos por su participación en el debate presidencial, y sin ver en el horizonte la necesidad de jugadas audaces de última hora, en el equipo de campaña de Macri no quieren correr riesgos. De aquí al inicio de la veda electoral, el viernes, a las 8, el candidato presidencial de Cambiemos optará por una agenda menos cargada, sin viajes extensos, salvo el acto de cierre previsto para pasado mañana en el Monumento a los Héroes de la Independencia, en Humahuaca, Jujuy.
Un "mano a mano" con vecinos en algún rincón del conurbano o la ciudad de Buenos Aires era la opción que ayer por la noche manejaba el equipo de comunicación como actividad concreta para hoy o mañana.
"Sentimos que la de ayer (por anteayer) fue la última prueba que teníamos que pasar. Y a Scioli no le va a alcanzar el tiempo para recuperar terreno", afirmó a LA NACION uno de los dirigentes que ayer participaron de la habitual reunión de mesa chica ampliada, esta vez sin Macri.
En el almuerzo, donde estuvieron el secretario de Gobierno, Marcos Peña; el de Medios, Miguel de Godoy; el ministro porteño Francisco Cabrera, los diputados Federico Pinedo y Patricia Bullrich, entre otros, se respiró "tranquilidad", aunque nadie se anima a decir que todo está dicho. "Falta mucho, una eternidad", afirmó un funcionario porteño.
¿Cómo contrarrestar la campaña de Scioli, que insistirá en la posibilidad de que Macri devalúe de llegar al poder? "Esperábamos que dijera lo que dijo y que lo siga diciendo", contestaron desde la campaña Pro. Por las dudas, Rogelio Frigerio, uno de los voceros económicos de Pro, reiteró ayer que "Scioli hizo un ajuste salvaje para que le cierren los números. Y encima acusa a Macri de devaluador y ajustador cuando es este gobierno el que más devaluó", dijo el titular del Banco Ciudad. "Él no puede decir lo que vamos a hacer nosotros, no puede ser vocero nuestro", complementó la diputada Patricia Bullrich a LA NACION.
Otra de las prioridades de Cambiemos será ajustar los mecanismos para la fiscalización de los comicios, con especial énfasis en la provincia de Buenos Aires, aunque sin los cuidados extremos que se tomaron en la elección general. "Ellos tienen más problemas para fiscalizar que nosotros", confiaron cerca de Macri.
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