El custodio político de la Presidenta
Siempre fue su "oso", su "preferido", según ella misma reveló en público alguna vez (o quizá se le escapó). Un rol que, sin embargo, cambió violentamente, a partir de la muerte de Néstor Kirchne r.
En el círculo político endogámico que conformaron los Kirchner, donde las cuestiones de Estado siempre se resolvieron en la mesa familiar, la muerte del padre lo forzó a dejar de ser hijo para convertirse en el principal custodio político y afectivo de su propia madre. Suena lógico, entonces, que la Presidenta haya decidido ir a buscarlo personalmente a Río Gallegos y acompañarlo luego, durante toda la tarde ayer, mientras era intervenido en el hospital Austral.
La infección en la rodilla no parece guardar proporción con la preocupación que movilizó en Cristina, quien no dudó en subirse al Tango 01, de madrugada, para traer a su hijo mayor, de 35 años. No parece una intervención importante. Lo importante es, en todo caso, el lugar que fue asumiendo Máximo al lado de una Presidenta viuda, adicta a las teorías conspirativas y cada vez más sola, que sólo parece poder confiar plenamente, totalmente, en su hijo mayor, como antes lo hacía en Néstor.
Desde que murió Kirchner, Máximo es el gran "inoculador" de jóvenes, militantes de La Cámpora, en lugares sensibles del Estado, y no pasa una semana sin que se produzcan nuevos nombramientos con "cuadros" de su agrupación. Energía y Justicia fueron las últimas áreas en las que promovió el desembarco de sus muchachos, en un juego de pinzas que está provocando, prácticamente, la expulsión del veterano Julio De Vido, un histórico nestorista.
Axel Kicillof, viceministro de Economía; Julián Alvarez, viceministro de Justicia; Santiago Alvarez, al frente de la agencia Télam, son algunos de los funcionarios clave avalados por Máximo ante su madre.
Más aún: los ministros que logran "promocionar" en el nuevo poder son los que se llevan bien con él o, bien, los que le nombran amigos en el Estado. Ejemplo: Florencio Randazzo fue recientemente premiado en el área de Interior y Transporte. Pero antes pagó su peaje: volvió a poner en órbita el Instituto Nacional de Capacitación Política, que ahora manejará La Cámpora.
Juan Manuel Abal Medina fue el primero en darse cuenta del nuevo modus operandi y primereó en el nombramiento de los sub 35, en el área de comunicaciones.
En las sombras, lidera el área más "talibana" del Gobierno, el sector más paranoico y fundamentalista, que hizo de la "lucha contra las corporaciones" su bandera.
A medida que va procesando la muerte del padre, Máximo fue asumiendo sus rituales y sus peleas, como propias. La ruptura con Hugo Moyano se tradujo, en su nivel, en la pelea con Facundo Moyano. El cercamiento a Daniel Scioli, en la colocación de José Ottavis en la Cámara de Diputados bonaerense, como ladero de Gabriel Mariotto.
Empezó a tener contacto asiduo con los servicios de inteligencia que controlan los funcionarios patagónicos, a quienes conoce desde chico, desde la lejana Santa Cruz.
¿El objetivo? Cuidar a su mamá de esos "enemigos" internos y externos del "proyecto" Amado Boudou y los periodistas críticos suelen ser objeto de sus paranoias.
Ahora, se siente presionado para "salir a luz" pública con una candidatura. Asumir la herencia política de su apellido. Se niega; no quiere. Y se le nota: no tiene vocación de ser un "cuadro de superficie", como dicen en su entorno.
Quizás este traspié con su rodilla le otorgue ese paréntesis necesario para hacer una pausa ante tantas demandas.
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