El contraataque del outsider empedernido
Después de varias semanas en los que perdió el control de la agenda pública, Milei bajó una batería de medidas; la economía da señales incipientes de rebote, pero la clase baja es la que menos lo percibe
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En un artículo sobre liderazgo político que publicó recientemente en la revista Postdata, el sociólogo Juan Carlos Torre dedica un fragmento a describir las características de los outsiders. Basado en un libro del politólogo inglés Anthony King, Torre enumera las características que los definen: “Rechazo a los consensos políticos pre-existentes, desdén por el acatamiento a las reglas de juego político, escaso interés por preservar las instituciones; sólo importan los resultados, un trato distante y con frecuencia hosco hacia el establishment político y económico”. Según el autor, los outsiders son un “eficaz promotor de cambios en momentos de crisis, cuando la política de gestión del statu quo amenaza con prolongar la zozobra colectiva”, y en esas circunstancias está dispuesto a correr riesgos y “estará más inclinado a confrontar que a contemporizar”. King lo escribió en 2002 para retratar la emergencia del fenómeno de Margaret Thatcher entre los tories de Gran Bretaña, y si bien Torre no hace ninguna referencia personal, es imposible no pensar en Javier Milei al trasladar ese párrafo al presente.
Esta semana el Presidente demostró que está dispuesto a honrar esa descripción y a redoblar la apuesta cuando se percibe acechado. Agosto y septiembre habían exhibido una caída notoria en las encuestas, en gran medida por el impacto de la suba de tarifas. Al mismo tiempo venía perdiendo la capacidad de definir el encuadre de la agenda pública, esencialmente en las redes, como consecuencia de los vetos y de la instalación del eje jubilaciones-universidades. Según el último informe de la consultora Ad-Hoc, que se dedica a monitorear las redes, si bien siempre se mantuvo como el gran protagonista de la tertulia digital, “Milei controla cada vez menos el encuadre de la agenda. Sus comunidades afines le ayudan a darle volumen a la conversación positiva, pero no logran instalar sus propios marcos en los temas que le son ríspidos”.
A partir de este diagnóstico, el Gobierno salió esta semana a colonizar la agenda con anuncios diarios. La reestructuración de la AFIP, la batería de medidas contra los medios (que si bien fueron presentados con un carácter fiscal, y por eso lo derivarán al debate presupuestario, en el Gobierno admiten que fue un intento por mostrarle los dientes al periodismo que perciben indócil), la intimación a 10.000 trabajadores públicos a iniciar los trámites jubilatorios, las restricciones a los empleos hereditarios y la puesta en venta de 400 inmuebles del Estado. “Deep motosierra” en cinco días.
Pero nada contribuye más a la resiliencia de Milei que las noticias económicas. Esta vez no se trató sólo de los indicadores financieros, como la caída del riesgo país por debajo de los 1000 puntos o la suba de los bonos, sino también la mejora en las reservas del Banco Central en un mes tradicionalmente adverso. Es cierto que todos estos logros tienen varios asteriscos con aclaraciones, pero también lo es que el mercado pasó de poner a Milei contra las cuerdas a mitad de año, a asumir que puede mantener su plan provisorio sin por ahora sacar el cepo ni devaluar. Aunque no haya un megaprograma de estabilización, con cronogramas y precisiones, parecería que por ahora al Gobierno le alcanza con exponer su férrea disciplina fiscal y el ordenamiento macro para convencer al establishment económico de su rumbo.
Algo de esto se percibió en las reuniones que Luis Caputo mantuvo esta semana con el FMI. El ministro mostró que no está urgido por un acuerdo porque entiende que está mejorando su situación objetiva para negociar con el paso del tiempo. “Como buen trader que es, Toto está buscando mejorar su credibilidad para estar en las mejores condiciones de convencer al Fondo de que esta vez es diferente”, resume el economista Javier Timerman, quien es testigo del entusiasmo de los fondos de inversión por la Argentina. Su colega Martín Rapetti incluso va más lejos al postular que “si cree que puede mantener la actual situación, el Gobierno estaría dispuesto a transitar todo el año que viene sin un acuerdo para evitar tener que hacer una corrección cambiaria”. Tampoco el FMI parece muy urgido, a la espera de que se resuelva la elección en Estados Unidos (en el establishment económico norteamericano empieza a consolidarse la idea de que Donald Trump será el ganador).
Algunos indicadores marcan que la euforia financiera empieza lentamente a permear en algunos sectores de la economía real. El dato del Indec respecto de una recuperación salarial del 5,7% respecto de la inflación, parece ser una señal incipiente. Este ligero cambio de clima es reflejado en el reciente informe de la consultora Moiguer, que detectó que “el humor social y el consumo muestran leves signos de recuperación”, a partir de que se atenúa la expectativa de una crisis económica (de 56% en el primer trimestre pasó a 42% en el tercero) y se reactiva la capacidad de compra (del 56% que decía que estaba peor que en 2023 se pasó al 48%).
Pero en el mismo trabajo hay una diferenciación que es clave para interpretar el cuadro general: esa percepción de alivio es mucho menos nítida en los sectores sociales más bajos. Ante la pregunta: “¿debió en los últimos 30 días reducir significativamente sus gastos en el hogar?”, en la clase alta el 51% dijo que no debió hacerlo, en la clase media el 36% y en la clase baja el 22%.
Esto puede ser un anticipo de que la recuperación no es pareja, no sólo en términos de rubros económicos (con el campo, la energía y la minería como grandes ganadores, y los sectores vinculados al consumo, el comercio y la construcción como perdedores), sino también en su impacto según el segmento social. En todo caso para el futuro el interrogante más profundo es si la Argentina no sólo se dirige hacia una economía en dos velocidades sino también en dos niveles, con sectores que se recuperan con rapidez y otros que pueden quedar crónicamente atrasados en su nivel de ingresos.
Un experto de consulta habitual del Presidente encuadra estos datos en la interpretación libertaria, según la cual habría una porción importante de la sociedad que entendió que el nivel de consumo que tenía el año pasado era ficticio y que “se adaptó a que ahora tiene menos plata, básicamente por el impacto de los servicios en el nivel de gasto. Para ellos el esfuerzo realizado se fue absorbiendo y empieza a cobrar sentido”. Los datos que llegaron a la mesa de Olivos muestran que el 61% de los consultados dice que “vale la pena el esfuerzo”, a pesar de que el 45% admite que todavía no ve los resultados.
Si esto fuera así, la sociedad argentina estaría exhibiendo un comportamiento inédito, después de décadas de una postura reactiva a compartir costos y hacer sacrificios tan profundos. ¿Se puede lograr una transformación tan medular en la conducta social en sólo diez meses? ¿O hay una población que lidia con sus penurias agazapada, al borde de la anomia? El presente muestra una tensión constante entre esas dos dinámicas, en una partida de resultado incierto. En el Gobierno admiten que el pasado sigue siendo el principal motor de la paciencia social, porque según los números que le acercan todavía el 53% entiende que la crisis es consecuencia de la gestión Alberto Fernández y el 29% de la administración Milei. “¿Cuándo pueden cambiar esos indicadores? No lo sabemos, pero sí sabemos que para mantener el poder y la gobernabilidad, antes de que cambie debería ser perceptible la recuperación económica”, resume un asesor.
Preludio electoral
Sea por las características de su liderazgo, por la batería de medidas, por los indicadores económicos o por las conductas sociales, Milei logró en las últimas semanas reconquistar parte del apoyo que había perdido el mes pasado. Así lo muestra el último informe de la consultora Poliarquía, que señala que la imagen del Presidente reflotó 6 de los 7 puntos que había resignado, y la del Gobierno creció 1 punto después de retroceder 4. El resumen señala que “se recuperan los indicadores tras la fuerte caída de septiembre”, que “Milei mantiene el saldo de aprobación positiva” y que rebota 4 puntos la evaluación general del país, después de una merma de 7. Estos indicadores hablan de la resiliencia del personaje, que parecería haber evitado un escenario de declive continuo.
Desde ese lugar de empoderamiento se sentó dos veces en cuatro días a comer con gobernadores, el lunes con los peronistas aliados y el jueves con los de Pro y compañía. “Hablen con Guillermo (Francos)”, fue la única respuesta que articuló cuando los mandatarios le desembolsaron su lista de reclamos. Los gobernadores que colaboran con el Gobierno en el Congreso sienten que no son debidamente compensados por sus servicios, pero al mismo tiempo reconocen que no tienen mucho margen para enfrentarlo. En todo caso se verá en el debate del presupuesto si están dispuestos a comprometer su aprobación por conseguir sus demandas.
La única razón que explicaría este acompañamiento bajo protesta es la expectativa electoral. A ninguno le conviene pelearse con un presidente que puede llegar fortalecido, ya sea para acordar listas o para que no les plante candidatos propios que le dividan el voto. Incluso cuando su hermana Karina esté dedicada a tiempo completo en la construcción de La Libertad Avanza (LLA) en todo el país.
Los libertarios necesitan una plataforma sólida desde donde negociar, y no el rejunte de sellos que los representó el año pasado (más allá de que sufrirán escisiones, como la que impulsa el senador Francisco Paoltroni, que con un guiño de Victoria Villarruel anda pasando la ambulancia por las provincias; o la que puede representar el legislador Ramiro Marra, dispuesto a renovar su banca de legislador, aunque Karina no le dé lugar en la lista oficial). En el Gobierno ratifican que en 2025 habrá estrategias distritales en función de la fortaleza que tengan en cada provincia. Entonces por ahora el juego es robustecerse para después ver hasta dónde pueden mantener la autonomía y hasta qué punto deberán pactar.
Este tema es particularmente sensible en la ciudad de Buenos Aires, donde la tensión llegó esta semana a un punto crítico. El gobierno de Jorge Macri venía elaborando en silencio una suerte de Ley Bases porteña, en diálogo con los libertarios, cuando la legisladora Pilar Ramírez, brazo ejecutor de Karina en el distrito, se anticipó y presentó por sorpresa su propia propuesta. En Uspallata se brotaron y la llamaron inmediatamente hasta que se desactivó el conflicto, pero quedaron las desconfianzas a flor de piel. El jefe porteño quiere dar una señal de austeridad en línea con la Casa Rosada, pero no está dispuesto a que le arrebaten esa bandera (¿tendrá algo que ver este objetivo con el análisis de una reforma constitucional que en forma incipiente se empieza a conversar en el gobierno porteño?).
Ante la admisión de que los libertarios piensan en una posible estrategia de ir en listas comunes con el Pro en la provincia de Buenos Aires, pero competir en la ciudad, Mauricio Macri hizo llegar un mensaje claro: o hay alianzas en ambos distritos, o no hay en ninguno. En el oficialismo todavía no hay una posición unánime sobre el tema, pero sí sacan cuentas sobre qué es lo que más les conviene para ganar espacios.
El politólogo Pablo Salinas hizo un interesante ejercicio de simulación que puede explicar la reticencia de la LLA para establecer acuerdos amplios. Si se repitieran los resultados de las elecciones del año pasado, los libertarios podrían sumar 32 diputados y 8 senadores en el peor escenario, y 50 diputados y 14 senadores en el mejor. Claro que la dinámica de una elección de medio término es diferente, y que la Boleta Única va a impactar. Pero en cualquier caso, LLA sería la única fuerza que sumaría bancas porque pone pocas en juego; el resto inevitablemente tendría un retroceso. Los gobernadores contraponen estas proyecciones con algunas encuestas que muestran que ellos están mejor evaluados que Milei, como el reciente sondeo de la consultora Zuban Córdoba, que señala que en ninguna provincia el Presidente supera al gobernador local en imagen positiva.
Milei ha logrado hasta ahora una centralidad dominante pese a su debilidad política. El enigma reside en adivinar cómo resultaría un Milei con un poder completo.