El conflicto que pone a prueba a Kicillof, atravesado por la interna del PJ y la desconfianza de las empresas
Debe afrontar una pelea entre los intendentes Ferraresi, Mayra Mendoza y Julián Álvarez por recursos del estratégico puerto de Dock Sud; tanto el peronismo como el sector privado auscultan la postura del gobernador
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El conflicto del puerto de Dock Sud irrumpió en el escritorio del gobernador. Axel Kicillof hubiera preferido mantenerlo lejos de La Plata, en su intento por aplacar la interna peronista y que no le complique la gestión, pero los intendentes que llegaron hasta su despacho le hicieron ver que hay intereses contantes y sonantes en juego. Su aliado Jorge Ferraresi y los camporistas Mayra Mendoza y Julián Álvarez, enfrentados entre ellos, buscaron días atrás una mediación política, que a su vez siguen de cerca poderosas empresas del sector.
Pese a que en la ciudad de las diagonales lo consideran un conflicto menor, el enfrentamiento entre los jefes comunales y la necesidad del sector privado de contar con mínimas garantías para seguir operando en la terminal de Dock Sud, ponen a prueba a Kicillof. Por un lado, el mundillo peronista lo está midiendo para ver si cederá a la presión de La Cámpora o bancará a su partidario Ferraresi; por el otro, las compañías lo miran con desconfianza, sobre todo después que perdió la mega-inversión en otro puerto, el de Bahía Blanca.
Ferraresi, que gobierna Avellaneda, el distrito donde se emplaza el puerto de Dock Sud, tomó como un ataque mal intencionado que los intendentes de Quilmes y Lanús plantearan un reclamo conjunto para que sus municipios reciban una compensación económica por el uso de sus calles y avenidas por parte de los camiones que entran y salen de la terminal. En su entorno interpretan que Álvarez y Mendoza iniciaron una acción tendiente a castigarlo por haber sacado los pies del plato después de haber sido un cruzado kirchnerista.
Avellaneda tiene una silla permanente en el directorio del consorcio público-privado que controla el puerto y mantiene una relación de décadas con Exolgan, la multinacional que busca renovar el contrato de concesión, con magra recepción de la gestión kicillofista, que solo le habilita un permiso de uso de 10 años, prorrogables por otra década. Lanús y Quilmes, por su parte, comparten otra silla en representación de la región circundante al puerto. Y ahora, que están enfrentados con Avellaneda en la interna del PJ, sus caminos se bifurcan.
Kicillof, que viene recibiendo elogios de Ferraresi en la misma proporción que críticas de La Cámpora, recibió el jueves pasado al intendente de Avellaneda en la Gobernación. “A Jorge le fue bien”, susurró un dirigente del distrito que vibra con el fútbol de Racing e Independiente, pero no pudo dar más precisiones. El viernes, en tanto, fue el turno de Mendoza y Álvarez, a quienes escuchó el mandatario provincial en compañía de Augusto Costa, su ministro de la Producción y alter ego económico.
Por si fuera poco, un alto ejecutivo de Exolgan llegó a La Plata para reunirse con el asesor general del Gobierno bonaerense, Santiago Pérez Teruel, el funcionario al que Kicillof le confía su firma en la esfera pública y su propia defensa en el plano judicial. La compañía de capitales suizos y de Singapur advierte que si no se resuelve su contrato, levantará la operación en Dock Sud y se mudará al puerto de Montevideo. También sostiene, en ámbitos reservados, que Álvarez quiere bloquear una obra clave para la terminal. Y argumenta que a la terminal entran mil camiones por día, el 85% de ellos desde la zona norte del Gran Buenos Aires.
Según pudo saber LA NACION, Kicillof y sus funcionarios le dijeron a los actores en pugna -palabras más, palabras menos- que resuelvan sus conflictos en el ámbito correspondiente, que no es La Plata sino el directorio del consorcio que maneja el puerto de Dock Sud. “Es un tema menor, casi irrelevante, no es ni siquiera un conflicto”, minimizaron desde la mesa chica del gobernador. La frase, apresurada, pareció destinada a ningunear el reclamo de los intendentes camporistas, ambos alfiles de Máximo Kirchner.
La versión de los jefes comunales fue distinta: “Fue una buena reunión, larga, donde se pudo charlar sobre todo. Y nos llevamos la voluntad del gobernador para poder solucionar el tema y que los vecinos y vecinas de Quilmes y Lanús tengan más recursos para poder solucionar los daños ocasionados por el tránsito pesado”, remarcaron fuentes cercanas a Mendoza y Álvarez. Ambos llegaron juntos a la sede gubernamental bonaerense, para dejarle en claro a Kicillof y sus funcionarios que el reclamo es compartido.
Mendoza y Álvarez llevaron la controversia a los concejos deliberantes de sus distritos, que aprobaron un proyecto que “respalda y acompaña” el reclamo de los intendentes “ante el Consorcio de Administración del Puerto de Dock Sud a los fines de que proceda a la creación de un Fondo de Reparación por los daños sufridos en las redes viales de los municipios y la creación de una red de tránsito pesado que satisfaga la deuda histórica que el puerto tiene con las comunidades”.
Antes, los jefes comunales habían encabezado operativos de control para el transporte de carga, durante los cuales se fotografiaron, como una manera de enviar un mensaje directo a Avellaneda y también a La Plata. Ferraresi recogió el guante y enseguida le hizo saber a la mesa chica de Kicillof que tendrían que optar entre su apoyo y mantener la actividad portuaria tal como está, o ceder a la presión camporista, con las lecturas internas que eso provocaría para un dirigente que, como Kicillof, busca un liderazgo propio.
De hecho, lo que Ferraresi le propone a Kicillof es forjar un armado paralelo al del kirchnerismo en el territorio bonaerense. “Nosotros creemos que no hay 2027 sin 2025″, comentó a este diario un colaborador directo del intendente de Avellaneda, que tiene despacho en La Plata pero que, en rigor, pulula por toda la Provincia en la búsqueda de sumar a dirigentes heridos por La Cámpora y el kirchnerismo. “Coincidimos en que el gobernador tiene que tener un rol más decisivo en el armado de las listas”, conceden cerca de Kicillof.
La ecuación política es evidente: los partidarios del gobernador no parecen dispuestos a aceptar que Máximo Kirchner digite las listas de candidatos desde el PJ bonaerense, sin participar al gobernador y a algunos intendentes que lo acompañan, como Ferraresi y Mario Secco (Ensenada), otro que supo ser un soldado kirchnerista pero que se alejó tras las elecciones de 2023. “Nosotros le vamos a construir una pileta. Y él va a saltar si ve agua”, explica una fuente sobre el armado peronista.
En la Gobernación empiezan a sentir la presión de sus compañeros. “Son un montón los que están armado. Parece que en la Provincia vamos a tener 17 millones de candidatos”, ironiza un colaborador de Kicillof. Ya está claro que tanto Ferraresi como el ministro de Infraestructura bonaerense, Gabriel Katopodis, tienen pretensiones y salieron a recorrer el territorio. También se anota Andrés “Cuervo” Larroque, otro miembro del Gabinete provincial. Del lado de La Cámpora, las miradas apuntan a Maya Mendoza, fiel a Máximo y Cristina Kirchner. Demasiados jugadores que anticipan los tiempos del partido.
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