El círculo íntimo de Alberto Fernández se sintió respaldado por su jefe frente a las críticas internas
Vitobello y Biondi estuvieron este lunes en La Matanza; desde el Gobierno relativizan los cuestionamientos del cristinismo; “cuando Cristina quiere hablar lo hace ella, no necesita intermediarios”, afirman
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“Vino al acto, no lo escondieron, ¿vieron? Pese a que lo pidió (Horacio) Verbitsky”, desafiaba ayer un funcionario en La Matnza, con tono irónico, mientras señalaba a Juan Pablo Biondi, vocero presidencial y uno de los apuntados por el periodista oficialista y otros miembros del kirchnerismo, enojados por las derivaciones del escandaloso cumpleaños en pandemia que sacude al Gobierno. El oficialismo que responde a Cristina Kirchner arremetió como nunca antes contra el círculo cercano del Presidente a partir de las revelaciones de la quinta de Olivos.
Con la voz ahogada por el enojo, el presidente Alberto Fernández exteriorizó a los gritos y un rato después en el terreno matancero lo que en privado transmitió en las últimas horas a Biondi, al secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, el jefe de gabinete Santiago Cafiero, y a algún miembro más de su entorno de confianza. “El piensa que por una cena no van a tapar todo lo que hacemos, y no está dispuesto a callarse la boca”, afirmó uno de sus leales, que jura que el Presidente “no consultó con nadie” antes de afirmar que “no lo van a hacer caer” con las críticas, y mostrarse como “lo opuesto” a Mauricio Macri.
Las presencias ayer en la sede universitaria de González Catán de Biondi y Vitobello, quien se encarga del ceremonial de Presidencia, pudieron leerse como una muestra de respaldo presidencial ante las críticas públicas (unas pocas) y privadas (muchas) de quienes piden “cambios” en el entorno presidencial y el sistema de ingresos y salidas de la quinta de Olivos y la Casa Rosada. También el gobernador bonaerense Axel Kicillof, al hablar de “operaciones”, pareció criticar la repercusión mediática de la carta pública de su ministro de Seguridad, Sergio Berni, en la que criticó al Presidente por haber “entregado a la compañera” Fabiola Yañez al culparla por el festejo en Olivos. Ayer, tras las críticas, el Presidente dijo que era el “único responsable”.
“Estamos tranquilos con la conciencia porque sabemos que hacemos las cosas bien”, dijo un miembro del círculo presidencial a LA NACION, soslayando el “error” de la cena “que no debió pasar” de julio de 2020, en los términos que utilizó el Presidente ante un enfervorizado coro de militantes que responden, en su mayoría, al intendente Fernando Espinoza. “Hablamos todo el tiempo del caso, pero no de quienes nos critican”, refuerza otro dirigente que comparte la cotidianeidad con Fernández.
Dispuestos a resistir, cerca del Presidente coinciden en que “la entidad” de quienes los criticaron en voz alta, como Berni, el senador Oscar Parrilli o Verbitsky, no amerita una preocupación adicional. “Berni es una especie de drone suelto, nadie lo maneja, ni lo contiene ni lo controla, ese es su modus operandi. Y Parrilli tampoco es necesariamente Cristina, cuando ella quiere decir algo no necesita intermediarios, viene y lo dice”, desafía un experimentado albertista que conoce bien a su jefe y también a la vicepresidenta.
En el entorno presidencial comparten el enojo de Fernández con los medios de prensa por el tratamiento del tema. “Las tapas que hacen ahora no las hicieron en el gobierno anterior”, afirma otro incondicional indignado, que de todos modos está dispuesto “a trabajar desde otro lugar si el Presidente me lo pide”, pero que por el momento no ve razones para ese cambio.
Más allá del coro de aplausos, palmadas y elogios que llegó este mediodía al centro universitario (intendentes bonaerenses, ministros cercanos como el flamante titular de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, candidatos de la lista de diputados, representantes de La Cámpora) y la notoria ausencia de referentes massistas, las críticas bajo la superficie no se frenaron. “Todos están muy críticos. En lo formal todos respaldan pero después a las p….”, graficó un referente peronista metropolitano, un rato después de que el Presidente se retirara del predio universitario. Los abrazos de cierre de los dirigentes fueron interminables, con la marcha peronista de fondo, una postal de unidad alrededor del Presidente que no define el impacto final del affaire de las fotos en el escenario electoral que se viene.